Vídeos bonitos de malas recetas
Los vídeos gastroporno de Tasty o Tastemade arrasan en la Red con propuestas fáciles ante las que es imposible no salivar. ¿Pero es sostenible su desparrame de fritos, queso fundido y caramelo?
Resulta que uno está tan tranquilo con su pollo a la plancha, su arroz integral, su fruta variada y, en general, su zen cuando de repente alguien comparte en Facebook uno de esos vídeos de recetas tan espectaculares, suculentas y rápidas de hacer. Y qué demonios, un día es un día. Pero no has terminado de ver el primero y aparece otro. Y otro más. Y una receta de arroz con pollo gratinado con nata y queso –y más queso– que cómo no se te había ocurrido a ti antes. Y lo que parecía una noche tranquila, pardiez, acaba como el rosario de la Aurora bañada en tres tipos de quesos distintos. Y tú sin mantequilla para desayunar.
Asumámoslo: es muy difícil no caer en la tentación con páginas como Tasty, Tastemade y sus múltiples filiales. Sus recetas no es que entren por los ojos, es que te atraviesan las córneas. Se han dado casos de gente a la que le ha subido el colesterol, los triglicéridos y el azúcar con solo mirar estos vídeos, y tengo amigos que han tenido que bloquear este tipo de recetas para no seguir salivando y saltándose la dieta. Solo así han logrado escapar de un boom que acapara muros, me gustas y comparticiones por el mundo.
Ahí van unos datos para ilustrar este fenómeno: en enero de este año, cinco de las 10 páginas más vistas de Facebook tenían que ver con la comida, según la compañía de rastreo de vídeos Tubular. ¿Pueden adivinar sin mirar quién ocupaba el primer puesto? ¡Premio! Tasty, con 3.220 millones de visitas. Una auténtica locura que se explica también por sus millones de seguidores y su potencial alcance: más de 73 millones y subiendo.
En el caso de Tastemade, en tercer puesto, la cosa andaba a comienzos de 2016 por los casi 736 millones de visionados y más de 20 millones, ahora mismo, de bocas deseando que las alimenten. Por situarnos: Beyoncé, por ejemplo, tiene cerca de 65 millones de fans. Y el siempre atribulado Justin Bieber cuenta con algo más de 77 millones de sufridores en su página de Facebook. Pero, claro, él tiene que subir a un escenario o montar algún pollo. Sin cocinar, eso sí, y sin echarle tantíííísimo queso.
Porque ese éxito rotundo e incontestable cuenta con recetas que son, sin embargo, mucho más discutibles por ese exceso de grasa y procesados. Aunque es cierto que Buzzfeed, el medio que está detrás de los vídeos de Tasty, tiene una variante algo más sana: Goodful. Pero no es menos cierto que las comparaciones son odiosas: esta página tiene algo más de 3 millones de seguidores frente a los más de 70 del original.
Y todo esto que les cuento sucede en un país de gordos. Sí, no me miren así. A España le sobran varios kilos; no estamos ni fuertecitos ni fofisanos. Pero, ojo, no lo digo yo sino las diversas encuestas nacionales de salud: en 2012, la proporción de personas que tenían kilos de más era del 63,2% entre los hombres, y del 44,2% entre las mujeres. En 1987 eran, respectivamente, el 45,3% y el 33,5%. Con estos antecedentes, cabe preguntarse por la calidad –alimentaria– de este tipo de vídeo recetas. Y eso hicimos desde El Comidista: hablar con expertos para que nos dieran su opinión.
A Andrea Cañas, asesora nutricional, le bastó un vistazo para concluir que “a muchas de esas recetas les sobran aceites, frituras y grasas como queso y mantequilla. Y les faltan verduras, grasas sanas sin procesar, frutos secos, legumbres o harinas no refinadas”. Según Cañas, se tiene la creencia de que para que una receta sea sabrosa ha de ir “cargada de mantequilla, aceite, nata y cosas que contengan grasa que realza el sabor y le da más textura”. Pero nada más lejos. “Aunque tampoco hay que demonizar estas páginas”, matiza, “ninguna se promociona como páginas de recetas saludables sino que su valor diferenciador es que son fáciles y rápidas de hacer. Para darte un capricho de vez en cuando no están mal. Pero siempre con cabeza y que no comprometa tu salud a largo plazo”.
No queremos dar ideas ni tampoco inducir al suicidio colectivo, pero, por curiosidad, ¿qué pasaría si alguien adaptara la idea que tuvo Morgan Spurlock en 2003 y se alimentara tres veces al día y durante un mes con ese tipo de recetas más calóricas? Por si no lo recuerdan, Spurlock grabó en febrero de ese año un documental titulado Super size me –algo así como Superengórdame– para demostrar en primera persona los efectos de una dieta basada en la comida basura. El resultado: engordó 11 kilos. Su hígado se convirtió en grasa. Su colesterol subió 45 puntos. Su porcentaje de grasa corporal pasó del 11 al 18%. Con riesgo de infarto y enfermedades coronarias, deprimido, agotado y con una vida sexual inexistente: un completo para el caballero.
Bien. Volviendo a nuestro caso, damos por hecho que nadie está tan loco –porque no, ¿no?– de copiar su idea. Pero, ¿qué pasaría si sí y alguien diera el paso? El doctor Rafael Moreno, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Córdoba, nos hace un spoiler: “Muy posiblemente nuestra ingesta calórica sería más elevada y estaríamos ocasionando que nuestro páncreas tuviera que producir insulina en grandes cantidades y nuestro colesterol y triglicéridos, en caso de que nuestro organismo no haga un control eficiente de su nivel en sangre (lo que es estadísticamente frecuente), se incrementaría. Por otra parte, la falta de consumo de frutas y vegetales frescos y crudos reduciría nuestra ingesta de vitaminas; sobre todo de la vitamina C que, por desgracia, no se almacena en nuestro organismo y tiene un papel antioxidante fundamental”.
¿Entendido, no? Otra cosa es si esos platos que se ven tan suculentos se consumen de forma puntual. El doctor Moreno opina como Cañas: “Son páginas para iniciarse en la cocina o hacer preparaciones fáciles y rápidas. Desde ese punto de vista, fomenta las dotes culinarias y las elaboraciones caseras. Una gran parte de los platos presentados serían recomendables solo para un consumo esporádico. Porque desde un punto de vista nutricional, abundan recetas bastante calóricas: postres, masas horneadas y abuso del queso, del chocolate y del caramelo. Estimo que algunas de ellas superan las 250 Kcal/100g y seguro que incluso alguna las duplican”.
Según este experto, se podría compensar ese descalabro calórico mostrando más elaboraciones de ensaladas, cocciones, verduras y frutas. “Pero entonces tendrían, seguramente, menos aceptación entre los visitantes ya que estos optan por lo más atractivo”. Como ese arroz con pollo gratinado del que les hablaba al principio. ¿Apetitoso, eh? Pues escuchen: “El abuso de lácteos grasos y sobre todo de quesos, lo convierte en un alimento excesivamente calórico y rico en grasa especialmente aterogénica (incrementa el riesgo cardio y cerebro-vascular)”.
Otro ejemplo con la misma ave como protagonista: este sándwich de pollo asado, que cuenta con casi tres millones de reproducciones en el momento en que escribo esto: “No es el tipo de alimentos que debería consumirse a diario por su exceso calórico. El cocinado con una brasa tan viva puede producir carbonizaciones en los ingredientes, sobre todo el pan y el pollo que pueden favorecer la aparición de sustancias no deseables e, incluso, potencialmente cancerígenas”. De las proporciones de la ración resultante también podríamos hablar largo y tendido.
¿Y qué opinan de todo esto los administradores de Tasty o Tastemade? Pues nos encantaría saberlo, pero no contestaron a nuestros correos. Lo que sí sabemos es que se puede vivir sin comer –taaaaaaanto– queso. La prueba está en otro tipo de páginas como Recetas de Cocina Casera, que administra José Luis Peña y que tiene más de siete millones de seguidores en su fanpage. “No hace falta comer mal para poder hacerte un plato, en un momento, y que sea sencillo, económico y sano”, defiende este licenciado en Derecho y las manos de muchos de los vídeos que se ven en su página. “A veces sí que es verdad que metemos algún postre o algo más azucarado, pero también subimos unas lentejas, un cocido, unas costillas al horno. Y tienen su aceptación”. Y más que eso.
Peña desvela un hecho curioso: una de las recetas más compartidas fue una ensalada de aguacate y quinoa. “Tuvo un alcance de casi dos millones de personas. Más de quinientas mil reproducciones y se compartió más de ocho mil veces. Aunque también te digo que está lejos de nuestro plato más visto: unos crepes, que tuvieron 10 millones de reproducciones. Lo dulce entra más por los ojos”.
El cocinero y jefe de cocina del hotel Silken Indautxu, Diego Porrúa, le da la razón al fundador de Recetas de Cocina Casera. “Si pienso en Tasty me vienen a la mente sus dulces. ¿Si usaría alguna de esas recetas? Pues lo mismo sí, pero siempre interpretándolas. La cocina no es tan fácil como se hace creer en esos vídeos de menos de un minuto”, desdeña. Mientras que la blogger gastronómica Susana Pérez –responsable de Webos fritos; casi 90 mil seguidores- se considera, directamente, en otra onda: “Lo que se ve [en Tasty o Tastemade] son auténticas bombas calóricas. A mis hijas les llama mucho la atención y me mandan los vídeos para que los vea. Pero yo apuesto por la tradición de la cocina castellano-manchega, con la que me he criado”.
El caso de su página es singular. Hay más texto que vídeo. Y en algunos casos, estos duran más de lo recomendado en la era de lo viral. Pero su éxito también es innegable: “Tenemos seis libros publicados. Y aún me están llegando notificaciones de la receta que subí del roscón de Reyes; la más compartida. Pero también han tenido mucho tirón nuestra cazuela de guisantes y alcachofas o nuestra ensalada de mango y salmón. A la gente, al margen de modas, le gusta comer bien”, zanja Pérez. Es decir, hay vida –y mucho más saludable- más allá de este boom.
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