Brotes verdes en las pirámides
La economía egipcia intenta salir a flote tras años de crisis con más gasto en en obras
Los gobiernos que han asumido el poder en Egipto tras la revolución de 2011 han intentado convencer a sus ciudadanos de que la recuperación económica era inminente. Sin embargo, es ahora, cuatro años después de la revuelta, cuando los brotes verdes no parecen un espejismo o una simple expresión de buenos deseos. Empujado por el esfuerzo inversor en obras públicas, el crecimiento del PIB en el último semestre del 2014 se situó en el 6,8%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha retocado al alza su previsión para todo 2015. Ahora bien, habrá que ver si las bases de este crecimiento son suficientemente solidas como para propiciar un verdadero despegue económico del gigante árabe.
En un informe publicado a mediados de febrero, el FMI ofreció su aval a las previsiones optimistas del régimen del presidente Abdelfatá al Sisí, surgido después de un golpe de Estado encabezado por él en verano del 2013. “Las medidas implementadas hasta ahora, junto con la recuperación de la confianza, está comenzando a producir un giro”, rezaba el documento elaborado por la organización internacional. En parte, los elogios del FMI se deben a las reformas del costoso sistema de subsidios a los combustibles aplicadas desde el pasado verano, y que han permitido un ahorro de cerca de 4.500 millones de euros. Esta era una vieja recomendación del Fondo que ningún gobierno se había atrevido a llevarla a cabo a causa de su impopularidad.
Durante los años anteriores a la revolución que destronó al dictador Hosni Mubarak, Egipto registró unas sólidas tasas de crecimiento del PIB, de alrededor del 6%. Sin embargo, tras la revuelta, la economía experimentó un frenazo y su crecimiento se situó en cifras que oscilaban alrededor del 2%. Las principales causas de este estancamiento fueron la caída en picado de la inversión extranjera y de las cifras de turistas que visitan el país anualmente. El turismo es una de las principales industrias del país árabe: ocupa a más del 10% de su población activa y representa el 10% del PIB.
Según los expertos, los sectores que tirarán del carro de la recuperación serán el energético y el de la construcción, sobre todo de infraestructuras. “El descubrimiento de nuevos yacimientos de gas en el Mediterráneo, frente a la costa egipcia, ofrece una gran oportunidad para el desarrollo de Egipto”, explica Ahmed Kandil, analista del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram, que señala que para el gobierno éste es un sector clave. “Las multinacionales energéticas dejaron de invertir aquí a causa de varios conflictos, entre ellos, las crecientes deudas del Estado. No obstante, existe ahora una firme voluntad de llegar a acuerdos. El país ofrece un gran potencial”, agrega. Y como muestra, la decisión de British Petroleum de invertir 10.000 millones de euros en los próximos cinco años.
De momento, el repunte de la actividad registrado en los dos últimos trimestres, que ha llevado al FMI a prever un crecimiento del 3,8% en 2015, se debe a la construcción de nuevas infraestructuras. De acuerdo con la visión del Ejecutivo de Al Sisí, los grandes proyectos de inversión pública han de servir de motor del desarrollo económico. El más importante es la ampliación al doble de su capacidad del Canal de Suez, con el que Egipto espera multiplicar los ingresos que recibe como tasas.
Ahora bien, el Gobierno egipcio es consciente de la perentoria necesidad de atraer inversiones extranjeras para consolidar el despegue de su economía. De hecho, una parte fundamental del proyecto del nuevo Canal de Suez es la creación de una zona franca y un centro logístico internacional. Su puesta de largo tendrá lugar a mediados de marzo, con la celebración de una conferencia internacional de inversores en la ciudad balnearia de Sharm el Sheij.
Los prolegómenos de la cumbre han resultado alentadores, pues el país árabe ha recibido unas nutridas delegaciones de empresarios británicos, japoneses e italianos durante los últimos meses. Las compañías extranjeras que operan en Egipto se han quejado a menudo de la existencia de unas regulaciones farragosas y con pocas garantías jurídicas para los inversores extranjeros. No obstante, el Gobierno está preparando una nueva ley de inversiones que da respuesta a estas críticas y que espera promulgar durante las próximas semanas.
Con una población de 90 millones de personas y una capacidad productiva infrautilizada, Egipto constituye un mercado con un enorme potencial. Sin embargo, su economía padece también importantes desequilibrios. Entre ellos, un elevado déficit público, que oscila alrededor del 13% del PIB. Los recortes de los subsidios pretenden reducirlo a cerca del 10% este año, pero rebajar esa cifra en los próximos años no será fácil. No hay que olvidar que Egipto ha contado con la generosa asistencia de las petromonarquías del Golfo Pérsico, estimada en unos 15.000 millones de euros en el último año y medio. A causa de la caída del precio del petróleo, crece la amenaza de que el maná del Golfo se agote más pronto que tarde. Además, el país posee ahora tan solo unos 16.000 millones de dólares en reservas de divisas, casi la mitad que en 2010, lo que explica la devaluación de la libra en enero.
Omar El-Shenety, director de la consultoría Multiple Investment Group, advierte de que algunas de las previsiones gubernamentales podrían ser demasiado optimistas. “Soy escéptico respecto a las enormes expectativas de atracción de inversiones extranjeras por parte de la futura zona franca del Canal de Suez. No hay que perder de vista que la zona situada está en la Península del Sinaí, base de una persistente insurgencia yihadista”, apunta el economista independiente, que cita también como obstáculo el entorno regional, con Oriente Medio convertido en un polvorín, sobre todo después de la aparición del autodenominado Estado Islámico.
Entre la lista de inconvenientes, figura una mano de obra que, aunque barata, es poco cualificada. Además, suscita dudas el futuro del sector turístico, clave para apuntalar la recuperación. Habida cuenta de que el principal partido político del país, los islamistas Hermanos Musulmanes, se encuentra ilegalizado y sus líderes y simpatizantes padecen una dura represión, muchos analistas pronostican el mantenimiento de la inestabilidad política a medio plazo. ¿Volverán los turistas a un país que experimenta explosiones cíclicas de violencia y crueles sentencias contra los miembros de la oposición? El Foro Económico Mundial clasifica a Egipto en el puesto 140 de 144 países desde el punto de vista de la seguridad ciudadana, por debajo de países como Chad. Esta posición poco ayudará a recuperar un negocio, como el turístico, tan vital para la actividad del país como para los bolsillos de centenares de miles de sus ciudadanos.
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