Recaudación frente a recuperación
Los recargos tributarios en plena recesión penalizan el empleo y la actividad económica Las nuevas medidas anticipan la reforma fiscal de 2014
Al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no le sentó nada bien que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, afeara a España el aumento de la presión fiscal. “Hay que bajar los impuestos y recortar el gasto improductivo”, dijo Draghi a principios de mes. “Ninguna cifra acredita que el ajuste se haya hecho sobre subidas de impuestos”, replicó Montoro hace una semana.
Pero lo que anunció este viernes el titular de Hacienda es una nueva subida de impuestos, cuyo impacto anual valoró en 4.700 millones. Y un recorte liviano del gasto de los ministerios para 2014, que apenas bajará en 260 millones.
Tras el Consejo de Ministros, Montoro echó mano de una frase recurrente: “Al que menos le gusta esto es a mí, pero no hay margen”. El ministro de Hacienda subrayó que la Administración central destinará en 2014 al pago de los intereses de la deuda pública tanto dinero como el que dispondrán todos los ministerios, unos 36.000 millones, una vez que se descuentan sus aportaciones a la Seguridad Social y al Servicio Público de Empleo.
“Están asfixiando las bases imponibles”, avisa el catedrático Rubio
“Las subidas de impuestos están asfixiando las bases imponibles, hay menos consumo, las familias tienen menos rentas y las empresas menos beneficios. El efecto final en la recaudación es pírrico”, apunta Juan José Rubio, catedrático de Hacienda Pública de la Universidad de Castilla-La Mancha y exdirector del Instituto de Estudios Fiscales.
Las cifras son elocuentes. En 2012, la drástica subida del impuesto sobre la renta situó el tipo máximo en el 52% (el 56% en algunas comunidades), apenas sirvió para aumentar la recaudación en 800 millones. El alza impositiva se combinó con la destrucción de empleo y la erosión salarial para rebajar la renta bruta de los hogares en 23.000 millones, el mayor descenso de la crisis.
Algo similar ocurrió con el IVA. Con las rentas familiares a la baja y las pésimas expectativas sobre el futuro más inmediato, el aumento del tipo del 18% al 21% (del 8% al 10% en el reducido), aceleró la caída del consumo. De nuevo, el aumento de la recaudación fue limitado (1.164 millones más), debido al descenso del gasto sujeto a imposición (20.000 millones menos que en 2011). Solo en el impuesto de sociedades, hubo un efecto positivo en recaudación y bases imponibles. En este caso, la subida impositiva se ha hecho mediante la eliminación de cuantiosas deducciones que disfrutaban las grandes empresas. Pero ahora la debilidad de los resultados empresariales hace que la base imponible llegue a poco más de un tercio de la que se registraba en 2006.
“Subir impuestos en la recesión no es bueno ni para el empleo ni para la actividad económica”, abunda Santiago Lago, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo. Más allá de su efecto recesivo, Lago cree que esta nueva tanda de subidas impositivas se adecua a los objetivos pactados por el Gobierno y la Comisión Europea para la reforma fiscal, que se diseñará en 2014. “En el impuesto de sociedades, tiene todo el sentido quitar las deducciones. Luego se puede discutir si bajar los tipos nominales [ahora en el 30%], pero los tipos efectivos son todavía muy bajos”, añade el catedrático. Montoro recordó que algunas empresas llegaron a tributar solo “por el 5%” de sus resultados debido al generoso esquema de deducciones del Gobierno socialista.
“Si lo que se pretende es mejorar la recaudación al mismo tiempo que se desplaza la carga impositiva de los tributos directos a los indirectos, estas medidas van en la buena línea”, opina Sara Baliña, de Analistas Financieros Internacionales. Baliña saluda la inclusión del impuesto a los gases fluorados —“en los países nórdicos, la imposición medioambiental recauda un 4% del PIB, aquí un 1%”—, y la apuesta por los impuestos al alcohol y el tabaco, también por debajo de los promedios europeos: “Tendrán un impacto marginal en el consumo”.
Hacienda defiende que más del 60% del ajuste presupuestario de 2012 se hizo mediante recorte de gasto. Y que lo que hace ahora es levantar el pie del freno, una vez que Bruselas ha dado dos años más para reducir el déficit público. Pero, al mismo tiempo, debe mantener cierta velocidad de crucero en la consolidación fiscal para que los mercados no penalicen la deuda pública, ahora que se acerca al 100% del PIB. Una ecuación imposible para un Gobierno que, jaleado por la Comisión Europea, se metió de lleno en la trampa de la austeridad: a más ajustes, más recesión; a más recesión, más ajustes. “De esta no se puede salir solo, necesitamos que Europa tire de nuestras exportaciones, que haya estímulos reales a la demanda a escala europea”, concluye Lago.
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