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¿Demasiado sincero?

Tras dos meses al frente del Eurogrupo, Dijsselbloem ha perdido su reputación en cuestión de horas

El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.john thys (AFP)

A veces no parece socialdemócrata: “Nadie llega a un Gobierno pensando que va a tener que imponer duros recortes, y sin embargo no queda más remedio que hacerlo”, explicó hace unos días en el Parlamento Europeo. A veces no parece holandés: “Jeroen es a la vez un calvinista y un bon vivant”, dice de él un antiguo colaborador. Y a veces no parece presidente del Eurogrupo: “Si los bancos no pueden recapitalizarse, entonces hay que pedirles a los accionistas y a los poseedores de deuda que contribuyan. Y si es necesario hay que llegar hasta los depositantes y preguntarles: ¿Qué podéis hacer para salvar vuestro propio banco?”, aseguró en una entrevista a Reuters y al Financial Times que ha provocado el sobresalto de los mercados al interpretar que la solución chipriota para luchar contra las crisis bancarias servirá como guía en el futuro, a diferencia de lo que decía el comunicado pactado por los ministros de Finanzas de la eurozona.

Pero Jeroen Dijsselbloem es socialdemócrata. Es holandés. Y preside también el Eurogrupo. Y es pragmático, directo y posse una endiablada tendencia a la sinceridad, entre otras muchas cosas.

Los socios europeos le acusan de actuar como ministro holandés

Ingeniero agrónomo por la Universidad de Wageningen, Dijsselbloem se dedicaba a temas de género e igualdad en el Parlamento holandés antes de convertirse en ministro de Economía. Poco después de hacerse con esa cartera dio la campanada al aceptar la oferta alemana y auparse a la presidencia del Eurogrupo. Sus críticos argumentan que esa filiación germánica se nota demasiado: Dijsselbloem ha desatado una tremenda polémica entre los socios europeos con esa referencia al modelo chipriota para acabar con las crisis bancarias. Los ministros le acusan —con la boca pequeña, al menos de momento— de actuar más como ministro holandés y socio de Alemania en esos asuntos que como presidente del Eurogrupo.

La interpretación del rescate chipriota que hizo en la citada entrevista coincide más con las tesis holandesas —y alemanas— que con lo que podía deducirse del comunicado oficial de los ministros de Finanzas, pactado hasta la última línea. Pero aunque fuera un repentino ataque de franqueza, nadie puede decir que era la primera vez: Dijsselbloem ya explicó hace un mes, en una rueda de prensa del Eurogrupo, que no podía descartarse la quita a los depositantes y a la deuda de mayor calidad en Chipre. Aunque lo que valga para Chipre no valga para Holanda: Dijsselbloem se encargó a finales de febrero de la resolución del banco SNS, pero ahí no aplicó castigo ni a los bonistas sénior (los que poseen deuda de la máxima calidad) ni a los depositantes.

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A sus 46 años y con apenas dos meses al cargo del Eurogrupo, Dijsselbloem ha visto resquebrajarse su reputación gestora en cuestión de horas: pese a que la idea de que quienes se arriesgan paguen parece positiva, el momento de expresarla no es el más adecuado. Tras el revuelo causado se vio obligado a matizar sus palabras sobre la supuesta aplicación del patrón chipriota a otros rescates bancarios. “Me han traducido mal”, se justificó. “Yo no utilicé la palabra template (plantilla, en inglés) para explicar la situación de Chipre. Es más, acabo de aprenderla”, aseguró la noche del lunes en una entrevista televisada. “A la banca no le gusta nada oír que debe asumir las consecuencias de los riesgos que asume, pero así es", dijo en la tertulia más seguida de Holanda. Ayer, sin embargo, sus explicaciones se vinieron abajo. El Financial Times publicó una transcripción del polémico pasaje donde queda claro que sí fue preguntado directamente por el posible efecto template de la decisión comunitaria adoptada en Chipre. “Lo hemos hecho para evitar equívocos”, afirmó la dirección del diario británico.

Su reputación de buen gestor se ha resquebrajado en cuestión de horas

En Bruselas y en las capitales europeas el enfado es de gran calibre. Pero, de momento, en su país natal se han mostrado benévolos. La democracia cristiana holandesa ha pedido que ponga “más cuidado” en el futuro. Los socialistas radicales han optado por la sorna: “Comparado con decir que el pequeño ahorrador chipriota cargaría con el rescate, lo del modelo aplicable a otros países no es nada”. Arropado por Alemania, que lo asocia todavía con la austeridad promovida por Berlín, y apoyado por el Gobierno de centroizquierda holandés, la situación de Dijsselbloem es cuando menos comprometida. A partir de ahora tendrá que emplearse a fondo para no perder el puesto. Eso, y refrescar su inglés.

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