'El otro Iniesta', en el paro
Jonathan Valle, una gran promesa en su momento, se une a los 27 años al grupo de jugadores sin equipo de la AFE
Con 11 años, Jonathan Valle (Santander, 1984) disputó a Andrés Iniesta el título de mejor jugador del torneo alevín de Brunete. Ganó su Racing una de las semifinales al Albacete de Iniesta, pero el manchego se llevó el galardón por un solo voto. Luego, ambos recibieron la misma propuesta del Madrid y el Barcelona. Iniesta aceptó irse a La Masía y Jonathan prefirió quedarse en Santander para vivir con su madre. En un momento determinado su camino se torció y el otrora considerado uno de los mejores jugadores de España de su edad ha sido uno de los 24 futbolistas sin equipo que ha formado parte de la concentración que la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) ha realizado en L'Alfàs del Pi (Alicante).
"Todos los focos apuntaban a un chaval y creo que acabó perjudicándome"
"Quise desconectar y hacer la vida de mis amigos sin recordar que ya era un profesional"
Una combinación de desgracias y malas decisiones no han doblegado la voluntad de Jonathan Valle, capaz ahora de confesar que ha aprendido más en dos semanas con Sergi Barjuán de entrenador que de otros técnicos en una temporada, o de decir que estar concentrado con otros jugadores en paro es "una de las mejores cosas" que le ha podido pasar. Su afición a la lectura de libros de psicología y autoayuda le ha apoyado durante los siete meses que ha estado sin equipo tras acabar la temporada pasada en el Leganés. Ahora está a punto de comprometerse con el Rubin Kazán, ruso, para hacer la pretemporada a prueba, pero también maneja una oferta de un club de Segunda División.
Jonathan Valle se convirtió en la sensación de la pretemporada de 1999. El entonces entrenador del Racing, Gustavo Benítez, se lo llevó concentrado a Holanda cuando solo tenía 14 años. Con 16 debutó con el equipo cántabro en la Copa del Rey y con 18 en Primera: "Fue un sueño. Pasé de pedir autógrafos a los jugadores a estar con ellos, pero ahora te das cuenta de que todos los focos apuntaban a un chaval y creo que acabó perjudicándome". Con 17 años firmó su primer contrato profesional para dos temporadas, pero a los siete meses el Racing se lo amplió cinco más.
"En los dos primeros años me fue muy bien. Entraba como revulsivo en las segundas partes y, aunque fui de los que menos jugó, acabé con dos goles y siendo el mejor asistente de la plantilla", recuerda. Pero era suplente. Por bien que jugara un día, al siguiente volvía a salir desde el banquillo. "Empecé a desmoralizarme. Perdí las ganas de comerme el prado. Mi problema fue querer hacerlo todo demasiado rápidamente", reconoce.
Sergi, su último entrenador en las sesiones de la AFE, no tuvo dudas: "Moldeamos el equipo para él por su calidad y porque tiene la pausa que se necesita".
Jonathan Valle se quedó en paro y se entrenó por su cuenta con el Noja. En el verano tuvo una oferta para probar 20 días en el Watford, inglés. Se fue con Juanjo, excompañero del Racing, y se tuvieron que volver tras unos problemas en la negociación de los contratos, según cuenta.
"La verdad es que estos seis meses parado me han venido muy bien porque ahora ya no lo enfoco todo hacia la negatividad como hace años", comenta. "Fueron los tiempos en que quise empezar a hacer la misma vida que mis amigos porque tuve mucha presión e intenté desconectar del fútbol", prosigue; "no quise darme cuenta de que, en realidad, ya era un profesional del fútbol".
Empezó a coquetear con el boxeo y con la noche. Finalmente, se casó con su novia de toda la vida y tiene dos hijos, pero un par de altercados conduciendo y otro en horario intempestivo le generaron una fama que se apresura a desmentir: "De lo que se dice es cierto menos de la mitad". En definitiva, todo aquello le perjudicó. El Racing le cedió al Málaga. Después le repescó Marcelino, el actual entrenador del Sevilla, pero cuando por fin iba a tener un técnico que le diera confianza encadenó varias lesiones.
Acabado su contrato, el Castellón le fichó por tres años. El primero lo jugó cedido en la Ponferradina (12 goles en 30 partidos). Cuando el Castellón bajó a Segunda B, quedó libre.
"Ahora me hace feliz seguir jugando, pero además es mi trabajo", dice. Acaba de cumplir 27 años y quien estaba llamado a ser una figura de la Liga española sigue a tiempo de redimirse, aunque sea en el extranjero. Y allí, lejos, si le dieran a elegir, "firmaría un contrato largo".
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