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Romney pierde fuelle y la carrera republicana en EE UU se complica

La revelación de que tributa poco y la retirada de Perry perjudican al favorito

Antonio Caño

La retirada de Rick Perry de la carrera presidencial norteamericana, anunciada ayer, servirá para evitar algunos bochornos más al Partido Republicano y puede retrasar la coronación de Mitt Romney como el candidato elegido por la oposición, en la medida en que permitirá concentrar el voto más conservador en los aspirantes que sobreviven. Al margen de eso, el interés de las primarias de mañana en Carolina del Sur sigue centrado en conocer la capacidad de los republicanos para aprovechar las debilidades de Barack Obama.

Perry ha conducido una campaña desastrosa cuyo principal mérito ha sido el de comprobar la categoría de quien ejerce como gobernador de Tejas, el segundo mayor Estado del país y una de las mayores economías del mundo. Entró en la carrera coqueteando con la idea de la secesión de su Estado y la concluyó en el último debate, el lunes, proclamando que Carolina del Sur "está en guerra" con el Gobierno federal, una manera de exhibir la feroz aversión de la extrema derecha estadounidense al Estado central.

El gobernador de Tejas, Rick Perry, ha conducido una campaña desastrosa
Gingrich es quien podría aprovecharse más de una eventual caída de Romney

En el camino dejó perlas como la de ser incapaz de recordar los nombres de los tres organismos públicos que él mismo prometía eliminar o la de calificar de "monstruosa mentira" el sistema de la seguridad social, que permite una pensión decente a millones de trabajadores. Prometió enviar de regreso a las tropas norteamericanas a Irak y estimó, no se sabe si por error o por convicción, que Turquía está gobernado por "terroristas islámicos".

Perry anunció su candidatura a final del verano pasado en medio de la aclamación general de un público republicano que buscaba a un verdadero conservador para competir contra Obama. En pocos días, escaló hasta el primer puesto en las encuestas y parecía el hombre a batir. Se batió solo. Su actuación, casi cómica, en los debates, dejó enseguida en evidencia que sus opciones de victoria eran nulas. Hizo todos los esfuerzos del mundo por probar lo muy conservador que es -tan apasionado por la pena de muerte como por el uso de las armas-, pero ni aun así fue capaz de convencer a un electorado que, pese a su extremismo, quiere a quien más posibilidades tenga de arrebatarle la Casa Blanca a los demócratas.

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Ahí es donde entra en juego Romney. Por su moderación y su solvencia, que resaltan sobremanera en comparación con sus rivales, está señalado unánimemente como la mejor opción de victoria de la oposición. Sin embargo, estos no están siendo tampoco buenos días para Romney.

A la polémica sobre su actuación al frente de la firma de inversiones Bain Capital, se sumó su reconocimiento de que solo paga un 15% de impuestos, lo que le hace aparecer como un hombre alineado con el capitalismo salvaje al que se responsabiliza de la última crisis económica. Ayer, una cadena de televisión aseguró que Romney tiene al menos ocho millones de dólares (seis millones de euros) en cuentas en paraísos fiscales, y el diario The Wall Street Journal informaba de que ha reunido entre 10 y 20 millones de dólares en fondos de pensiones que están exentos de impuestos. Todo parece contribuir a la imagen de "buitre capitalista" que le atribuye uno de sus contrincantes en las primarias republicanas, Newt Gingrich.

Gingrich es quien, aparentemente, podría aprovecharse más de una eventual caída de Romney. La retirada de Perry, que ayer expresó su apoyo a Gingrich, concentra el voto más conservador en él y en Rick Santorum. Uno de los dos saldrá de Carolina del Sur como el principal abanderado del conservadurismo. Ron Paul va por libre. Su extremismo es tan sui géneris que su papel es meramente testimonial.

Gingrich ha acortado ya la ventaja que Romney tenía en Carolina del Sur -alguna encuesta incluso lo sitúa por delante-, y lo que parecía como un paseo para la aclamación de Romney, se presenta ahora como unas elecciones disputadas que podrían cambiar el rumbo de esta carrera. Una derrota de Romney dejará las espadas en alto de cara a las siguientes e importantes primarias, en Florida, donde Gingrich tiene respaldo y organización. Romney fue desposeído ayer de la victoria que se la había otorgado por ocho votos en Iowa. Un último recuento demostró que el ganador, por 34 votos, fue Santorum. Eso ya es historia y puramente anecdótico. Pero un revés en Carolina del Sur es un asunto mucho más serio que obligaría a reconsiderar esta campaña.

A la espera de que los republicanos resuelvan ese litigio, Obama sigue a lo suyo. Ayer estuvo en Disneyworld promocionando el turismo de Estados Unidos, y de allí se fue a Nueva York para participar en cuatro actos de recaudación de fondos electorales. Al mismo tiempo, su campaña emitió el primer anuncio de televisión resaltando los logros de su gestión.

Una encuesta de The New York Times muestra que esta es todavía una elección muy abierta, que los votantes independientes que el presidente necesita para su reelección tienen aún muchas dudas. Pero los candidatos republicanos pueden ayudar a que esas dudas se resuelvan a favor de Obama.

Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts y favorito para la candidatura republicana, en un mitin en Irmo (Carolina del Sur).
Mitt Romney, exgobernador de Massachusetts y favorito para la candidatura republicana, en un mitin en Irmo (Carolina del Sur).JIM YOUNG (REUTERS)

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