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Reportaje:

Una escuela al margen

Un centro de Friol enseña sin libros y sin exámenes con el método Waldorf

En el municipio lucense de Friol hay un colegio que debe de parecerse bastante al que le gustaría a todos los niños: no hay libros de texto, no existen exámenes ni la obligación de memorizar lección alguna, las fracciones se descubren partiendo trozos de tarta. Tampoco se aprende a leer ni a escribir hasta primero de primaria, con seis años, y la música, el baile, los mitos y leyendas y las manualidades son vehículos fundamentales para transmitir los conocimientos. Se trata de la escuela Meniñeiros, la única en Galicia que utiliza la pedagogía Waldorf, un método de enseñanza creado a comienzos del siglo XX por el filósofo austríaco Rudolf Steiner.

El centro, privado, cuenta con unos 50 alumnos de infantil y primaria. Opera desde 2009, cuando obtuvo el visto bueno para su funcionamiento de la Consellería de Educación. Su germen está en un jardín de infancia situado en la capital provincial, a unos 15 minutos por carretera de Friol, creado en 2003 bajo los mismos preceptos pedagógicos impulsados por Steiner en 1919. Requerido por la fábrica de cigarrillos Waldorf Astoria para formar a los hijos de los trabajadores, el pensador instauró un modelo educativo basado en la antroposofía, una corriente de pensamiento construida por él mismo a partir de retales de distintas doctrinas filosóficas, con influjos tanto orientales como cristianos y con fuertes dosis de ecologismo avant la lettre.

La matrícula la componen unos 50 niños de infantil y primaria
No hay textos escolares, solo libretas con apuntes de los temas tratados

Las tesis de Steiner sirven para articular todo el sistema pedagógico, según explica la directora de Meniñeiros, Gloria Vázquez, que habla con entusiasmo sobre su manera de educar. "Ofrecemos una educación integral que tiene en cuenta al niño en todas sus partes: la intelectual, la emocional y la manual", recita. Esa división tripartita se traslada a la organización del horario; la primera hora de la mañana es más propicia para lo intelectual, por lo que se imparten los contenidos más teóricos; la media mañana se dedica a la música y las artes y a los idiomas extranjeros; y la última hora, a trabajos manuales, desde labores en la huerta y en la granja del propio centro, hasta tejer sus propias prendas.

Además, los contenidos van en función de la fase psicológica en que, según el fundador de la antroposofía y sus seguidores, se encuentran los menores. Así, consideran que hasta los seis o siete años no se da la maduración suficiente para pensamientos abstractos, de forma que, por ejemplo, hasta esa edad no se les enseña a leer ni a escribir. En este sentido, Vázquez critica las "prisas horribles" de la enseñanza tradicional para que los alumnos aprendan conceptos para los que, a su juicio, no están preparados. Otros ejemplos: a los 10 años están en la fase de la guerra, por lo que se usa la mitología nórdica para explicar la materia; a los 11 gozan de una gran armonía, así que se recurre a las grandes civilizaciones de la Antigüedad, desde la india hasta la griega; y a los 12 adquieren el pensamiento causal, por lo que se echa mano de la historia de Roma para explicar el funcionamiento de las leyes y de la justicia.

Todo ello no aparece en ningún manual ni libro de texto, sino que los alumnos elaboran sus propias libretas, en las que plasman los conocimientos que les van transmitiendo los profesores. Asimismo, en lugar de la evaluación mediante examen y la correspondiente nota numérica, se valora el progreso de cada niño en un informe final de curso, en el que se hace alusión a su evolución intelectual, emocional y artística. De hecho, esta pedagogía le concede gran relevancia a estimular la relación de los menores con el mundo del arte, hasta el punto de concederle un carácter terapéutico.

Gloria Vázquez relata cómo a través de sus técnicas de enseñanza chicos que llegaron a la escuela con problemas de aprendizaje, pero también psicomotrices y para relacionarse socialmente, mejoran al poco tiempo. Expone que ello es posible gracias a que se atiende a los pequeños de una manera "integral", mientras que en la escuela tradicional se hace énfasis solo en que adquieran una serie de conocimientos. En cualquier caso, su currículo está "totalmente homologado" al oficial y se imparten todas las materias de los programas establecidos por la consellería. Solo que de una manera distinta y complementadas con otras actividades, como las relacionadas con el campo y el cuidado de animales. También los docentes, a mayores de las titulaciones regladas, deben completar su formación con cursos específicos sobre esta metodología.

El coste al mes de matricular en Meniñeiros a un alumno es de 200 euros para la educación infantil y de 270 para la primaria. No obstante, la directora comenta que, hasta ahora, ninguna familia se ha quedado sin llevar a sus hijos a esta escuela por no disponer de los recursos económicos. En los casos en que no puedan alcanzar esa suma hacen rebajas a cambio de trabajos de mantenimiento en la escuela. De hecho, se le da especial importancia a la participación de los padres en el proceso educativo, de modo que se involucren en las actividades que realizan sus vástagos.

A diferencia de lo que ocurre en Alemania, Suiza u Holanda, en España, donde hay unos 20 centros Waldorf, esta pedagogía no recibe ninguna subvención de la Administración. Pese a ello, Gloria Vázquez comenta el creciente interés que suscita y apunta que entre los matriculados hay hijos de familias madrileñas, catalanas o andaluzas, que se trasladan expresamente a Lugo para ese fin.

Actividades en las instalaciones del colegio Meniñeiros de Friol (Lugo).
Actividades en las instalaciones del colegio Meniñeiros de Friol (Lugo).CRISTINA SÁNCHEZ

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