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Reportaje:Música

24 horas de guateque con Maná

Un día de música, nervios, risas y confesiones junto a la banda mexicana que arrasa en Estados Unidos y que protagonizará en septiembre la gira española del año

El pasado viernes, en un pequeño restaurante italiano de Nueva York llamado De Santos, ocurrió algo poco usual. Tres mexicanos se subieron al escenario con sus respectivos tequilas y tocaron el clásico Georgia on my mind, mientras una niña le preguntaba confusa al batería: "Papá, ¿quién es Georgia?". Los músicos eran Fher Olvera, Alex González y Sergio Vallín, vocalista, batería y guitarra respectivamente del grupo mexicano Maná. La niña era una de las tres hijas de Alex. El músico que faltaba era Juan Calleros, bajista, al que sus compañeros se refieren como "el que no habla", un tipo de pocas palabras pero dulce en el trato. "Estaba cansado", se excusaba al día siguiente con timidez.

El restaurante pertenece a Alex, fanático de la comida italiana, y es cita obligada siempre que la banda acude a la ciudad. "¡Estuvo increíble!", recordaba al día siguiente Fher parapetando su resaca tras unas gafas de sol y su garganta en una camomila. "Es que tengo que cuidarme la voz para esta noche", explicaba cinco horas antes de su cita con los fans que abarrotarían el Prudential Center de Newark (el estadio de los Nets de la NBA), separado de la Gran Manzana por el río Hudson.

Maná adora Nueva York. "Turisteamos y vamos a museos, a conciertos, tomamos el metro, ¡nadie te reconoce! Es pura libertad", dicen todos. Y Nueva York adora a Maná. En 2007 llenaron el Madison Square Garden y este año es más que probable que hubieran repetido la hazaña si la arena más legendaria de la ciudad no hubiera estado cerrada por obras. No es una suposición aleatoria: Maná lleva un mes de gira por Estados Unidos con su nuevo álbum, Drama y luz, y ya se ha convertido en la gira estrella del verano en ese país, donde solo rivalizan con ellos Lady Gaga y Taylor Swift, dos cantantes que jamás han colgado el cartel de no hay billetes durante cuatro días seguidos en el Staples Center de Los Angeles. Maná, sí. Un hito que solo Britney Spears había conseguido. Pero ella cantaba en inglés. Los veteranos rockeros mexicanos cantan en español. Alguien debería tomar nota. Y ese alguien existe y se llama Barack Obama.

Esta semana Maná tiene prevista una reunión con el presidente estadounidense para hablar precisamente de la ley de inmigración y de los problemas que afectan a los 50 millones de hispanos que viven en EE UU. Fher, sentado en el restaurante de un hotelazo en Hoboken (Nueva Jersey) con vistas de vértigo a Nueva York, comentaba sus planes de cara a la esperada reunión. "La situación de los inmigrantes no ha mejorado y es necesario que el Gobierno haga algo, porque los latinoamericanos trabajan duro en este país y se merecen respeto. A Obama queremos hablarle desde el punto de vista humano, desde el corazón".

Corazón, amor, mariposas... estas palabras son recurrentes en la discografía, el discurso y la iconografía de Maná, una banda que comenzó su andadura hace más de dos décadas y cuyo sonido apenas ha cambiado desde que el sencillo Rayando el sol los catapultara en 1990 al estrellato, donde continúan instalados desde entonces. Eso sí, en sus letras también hay moderadas reivindicaciones ecologistas y temas relacionados con la inmigración, que en el nuevo disco han tomado forma bajo el tema Latinoamérica, un himno al continente y sus habitantes cargado de energía, que en un país con millones de inmigrantes irregulares cada vez más perseguidos adquiere un valor especial que se deja notar en la euforia que provoca en cada uno de los conciertos.

Pero más allá de su faceta reivindicativa, son las mariposas las que aletean incesantes en el universo Maná, (incluyendo uno de sus grandes éxitos, Mariposa traicionera). "A Fher le encantan. Son parte de su poesía, le inspiran". Lo explicaba su manager, Angelo Medina, mientras nos mostraba el backstage del Prudential Center antes de la llegada de la banda. Con él estaba el mexicano Jorge Reyes, el hombre más fiel al grupo. Lleva con ellos 28 años, desde los tiempos en que Maná aún se llamaba Sombrero Verde, se alojaban en hoteles sin estrellas y no existía la posibilidad de que cada músico tuviera su propio camerino. Hoy se ocupa, entre otras cosas, de organizar al equipo de 50 personas que viaja con la banda y de preparar ese backstage. Y no parece tarea fácil. "Los camerinos son el reflejo de sus personalidades pero son gente sencilla. La fama no les ha cambiado", comenta Reyes.

Sencillez no es exactamente la palabra a la que uno recurriría tras entrar en ellos. Si los egos chillan sobre el escenario -la batería, por ejemplo, está en primer plano-, en el backstage también tienen voz. El amplio camerino de Fher está sumido en una luz oscura y azulada sobre la que se mueven lucecitas rojas y verdes discotequeras. Las paredes están forradas de telas jipis gigantescas con la silueta de Bob Marley, el dios indú Ganesh y... una mariposa gigante. Hay flores frescas sobre la mesa y apoyadas sobre ella una mariposa azul disecada y enmarcada, tres sillones muy mullidos, una alfombra bajo la mesa, varias botellas de buen vino y por supuesto, tequila "del bueno" en el catering.

Alex es el que se encarga de enseñarnos con orgullo su "pequeño hogar", también inmerso en la oscuridad y con una mini bola de discoteca colgando bajo una mesa. Tiene un aire más rockero e incluye dos ambientes separados, "uno para mí y otro para mi familia", un proyector construido dentro de una caja de metal donde "pongo vídeos para prepararme antes del concierto" (suenan los Red Hot Chili Peppers), una Virgen de Guadalupe, luces de aquellas que estuvieron de moda hace años con sustancias de colores que se mueven dentro del agua, alcoholes varios y en el cuarto de baño, una mini batería "para calentar antes de subir al escenario". El guitarrista y el bajo, en cambio, solo cuentan con una tira de luces en cada uno de sus camerinos, un sofá, el catering de rigor y sus instrumentos.

El grupo ha llegado tarde al estadio y se les nota algo estresados, aunque mucho menos que a su equipo, que se mueve acelerado por los pasillos del backstage, por donde también asoma Vicente García, un cantautor dominicano que puede presumir de ser el primer telonero que acompaña a la banda en 15 años. "Hay que darles oportunidades a los nuevos talentos", pensó Fher cuando lo escuchó. Una sesión de fotos fugaz con un grupo de aficionados, abrazos a amigos y familia, un encierro breve en cada uno de sus camerinos, cambio de vestuario -estricto negro para todos- y salto al escenario. Ochenta toneladas de equipo, sonido impecable, el grupo en llamas, el público en éxtasis. Un concierto más. "Es lo que nos da la vida. Por eso seguimos aquí".

Fher, durante el concierto en el Prudential Center de Newark, una de las citas más esperadas de su gira por EE UU.
Fher, durante el concierto en el Prudential Center de Newark, una de las citas más esperadas de su gira por EE UU.PIETER M. VAN HATTEN
Los miembros de la banda adoran Nueva York, una ciudad donde pasan desapercibidos. Aquí se asoman al río Hudson.
Los miembros de la banda adoran Nueva York, una ciudad donde pasan desapercibidos. Aquí se asoman al río Hudson.PIETER M. VAN HATTEM

La gira española

Estas son las siete fechas españolas previstas para la gira Drama y luz de Maná.

- Murcia. 9 de septiembre. Estadio Vieja Condomina.

- Málaga. 10 de septiembre. Estadio Ciudad de Málaga.

- Madrid. 15 de septiembre. Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid.

- Bilbao. 17 de septiembre. Bizkaia Arena.

- Barcelona. 20 de septiembre. Palau Sant Jordi.

- Las Palmas. 23 de septiembre. Estadio Gran Canaria.

- Tenerife. 24 de septiembre. Estadio Heliodoro Rodríguez.

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