"Nunca vi a Mario tan emotivo"
Aquella casa de Nueva York era "un loquerío" cuando Mario Vargas Llosa recibió, a las cinco de la madrugada, la noticia de que era el Nobel de 2010. Al lado estaba su esposa, Patricia, que es su prima. Ella le dijo a Mario, en un momento del ajetreo:
-Dúchate, que vamos a tener mucho trabajo.
Esto de la ducha lleva a la más tierna adolescencia de ambos, y tiene que ver con el agua, y con el carácter de Patricia, y también con las mimoserías de Mario, hijo único que hasta los 10 años no supo, además, que tenía padre. En el libro en el que lo cuenta, Mario explica su relación con la prima. Dice en El pez en el agua: "Me sentía feliz de que la tía Olga y el tío Lucho [los padres de Patricia, sus tíos, sus suegros luego] me engrieran, y de que (...) me trataran como un hombre, dándome total libertad para salir (...) o quedarme leyendo hasta tardísimo. (...) La tía Olga me firmaba tarjetas en blanco, de modo que yo mismo inventara las excusas para mis tardanzas. Pero como estas se repetían en exceso, mis primas quedaron encargadas de despertarme, cada mañana. (...) La menor, Patricia, aprovechaba la ocasión para dar rienda suelta a sus malos instintos y no tenía empacho en echarme encima un vaso de agua".
"No, no esperaba que él llorara. Él no es de llorar. Lo he visto llorar algunas veces"
Muchos años después, cuando se dirigió Vargas Llosa a los académicos suecos, lloró al decir esto: "El Perú es Patricia, la prima de naricita respingada y carácter indomable con la que tuve la fortuna de casarme hace 45 años. (...) Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico y no hubieran nacido Álvaro, Gonzalo, Morgana ni los seis nietos que nos prolongan y alegran la existencia".
Aún hubo más para la prima que lo duchaba para que dejara la cama en la adolescencia. "Ella hace todo y todo lo hace bien. (...) Y es tan generosa que, hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: 'Mario, para lo único que tú sirves es para escribir".
A Vargas Llosa lo vieron llorar cuando murió su tío Lucho, cuando murió la poeta Blanca Varela ("incontenible, como si no fuera a parar nunca") y cuando murió su madre. "Esas tres veces, que yo recuerde", dice Patricia, "pero desde esas ocasiones jamás lo había visto tan emotivo. Como que si todo se le hubiera venido encima". Patricia no lloró, y tampoco había leído el discurso. "Me dijo tantas veces que no lo leyera, que hasta tuve curiosidad. Pero no lo leí. Lo envié a la Academia y no lo leí".
Y tenía miedo de lo que fuera a decir cuando empezó a escucharlo. Cuando llegó al núcleo sentimental de la trama "sentí que estaba haciendo un recuento de toda su vida, y, claro, ahí estábamos nosotros. Me conmovió cómo contó su relación con Perú, su relación con España, la expresión que hizo de su afecto por la familia...".
Se emocionó, claro, pero esta mujer que es la prima hermana y la esposa del Nobel, acostumbrada, como saben todos los que los tratan, a permanecer en un segundo plano silencioso, destaca, de ese discurso, algo más: "Fíjate: lo que me ha gustado más de lo que pasó es la reacción que ha tenido la gente. Como si no se hubieran esperado la carga autobiográfica de su alocución; gente de todas partes, que han leído o no a Mario, me han hablado de ese discurso como un descubrimiento".
A lo mejor el Nobel ha servido para que lo conozcan de veras. "No te quepa duda". ¿Esperaba que él llorara, Patricia? "No, no esperaba que él llorara. Él no es de llorar. Lo he visto llorar algunas veces; sé que lloró cuando murió Blanca Varela, estábamos juntos cuando murió su madre, y cuando murió su tío Lucho, mi padre; personas a las que él quería mucho... Y en su discurso del Nobel vi cómo poco a poco se iba emocionando; entonces tuve claro que lloraría. Pero no porque nos citara a mí y a mis hijos. Había como la sensación de que lloraría en cualquier momento. Pocas veces lo vi tan emotivo".
"Ah, sí, ha habido dos veces más, al menos", añade la esposa del Nobel. "Cuando salió la primera edición de La ciudad y los perros y cuando Gallimard y Carmen Balcells le anunciaron que sería publicado en La Pleiàde. Como Borges y como Octavio Paz".
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