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Reportaje:

Más cerca del cielo

La Catedral de Sevilla amplía y simplifica el sistema de visitas a sus cubiertas

Margot Molina

A 35 metros de altura la Catedral de Sevilla, que con sus 9.600 metros cuadrados es el mayor templo cristiano en superficie, impresiona aún más que a ras de suelo. Transitar por sus tres niveles de azoteas permite al visitante sumergirse en el mundo del Gótico, cuando todo, hasta los detalles que no estaban al alcance del ojo humano, se hacía a la perfección, y conocer los secretos que guarda este templo con el que ya soñaron los canónigos en 1401 cuando dijeron la famosa frase: "Que se haga la otra iglesia tal o tan buena que no haya otra su igual, que cuando la vea terminada, la posterioridad nos tenga por locos".

El Cabildo Catedral Metropolitano de Sevilla, que abrió sus cubiertas al público hace dos años, ha decidido agilizar el sistema de reservas y, a partir del 1 de julio, las visitas se podrán concertar a través de Internet (www.catedraldesevilla.es/reservas). Hasta ahora, los que deseaban deambular por ese fantasmagórico planeta poblado de arbotantes, cimborrios, oscuras escaleras y triforios, siempre vigilados por las temibles gárgolas, tenían que reservar con más de un mes de antelación y debían reunirse en grupos de, al menos, 10 personas. A partir de septiembre -en verano el calor impide realizar la visita-, el trámite será más fácil y se permitirán visitas individuales. Además, el Cabildo ha creado otra página (www.cubiertasdelacatedral.com) que se pondrá en funcionamiento mañana y que servirá no solo para obtener información antes del paseo por las alturas, sino también para colgar vídeos y fotografías de los que ya hayan transitado sobre este terreno sagrado.

El templo gótico es el de mayor superficie de la cristiandad
A 35 metros de altura se entiende el tránsito del Gótico al Renacimiento

El arqueólogo sevillano Álvaro Jiménez es quien mejor conoce las cubiertas de la catedral sevillana y los secretos que encierran, pues es quien se ha encargo de realizar las visitas durante estos dos años. Para empezar, son muy pocos los que saben su nombre: Catedral de Santa María de la Sede y tampoco que Sevilla tiene Catedral desde el 23 de diciembre de 1248, cuando el rey Fernando III entró en la ciudad y participó en una misa de consagración en la mezquita aljama del califa almohade Abu Yacub, aunque el edificio gótico que hoy conocemos no se empezó a construir hasta 1433.

"Muchos sevillanos mantienen que las obras de la Catedral comenzaron en 1401, cuando los canónigos dijeron que querían asombrar al resto del mundo, pero los primeros documentos que se conservan de la obra son de 1433. De ese año son las nóminas de los canteros, que tuvieron que venir de fuera porque en Sevilla no se construía con piedra, y los primeros envíos de sillares que llegaban a través del río Guadalquivir en los dos barcos que los canónigos tenían en propiedad", asegura Álvaro Jiménez. El arqueólogo, que actualmente está excavando en el teatro romano de Itálica, en Santiponce (Sevilla), explica el templo no solo arquitectónicamente, sino que también ofrece un acercamiento histórico y sociológico de la Sevilla medieval y de cómo las relaciones entre la Corona y la Iglesia marcaron profundamente la fisonomía de este monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.

"Esta es una catedral importada. Todo, salvo el dinero, viene de fuera. Los canónigos decidieron iniciar la "obra nueva", como ellos la llamaban, en el mejor Gótico, así que se la encargaron a dos maestros de obras franceses que estaban trabajando por España: Ysambret, de quien se cree que son los planos, y Charles Galter, a quien aquí llamaron maese Carlín. Los canteros vinieron de Segovia, Toledo y el País Vasco, y la piedra procede de la sierra de San Cristóbal, en El Puerto de Santa María (Cádiz)", afirma el arqueólogo, quien muestra a los visitantes el patrón dibujado en el suelo de la azotea (a escala real) para que los canteros construyeran la ventana que hay enfrente. "Las azoteas, algo que solo podemos permitirnos en climas cálidos, tienen muchas ventajas respecto a los tejados para una obra tan inmensa como esta. Entre ellas, el que los canteros podían trabajar en plano, casi como si estuvieran a cota cero", añade.

Mirar a la Giralda casi de tú a tú, comprender el trazado de una catedral que estuvo siempre abierta al culto mientras se construía o el porqué de la ubicación del altar mayor, modificado por la decisión del rey de construir allí su capilla funeraria, con la que llegó el Renacimiento a Sevilla... son cosas que se hacen mejor desde las alturas, más cerca del cielo.

Un grupo durante su visita a las cubiertas de la Catedral de Sevilla, el pasado miércoles. Al fondo, la Giralda.
Un grupo durante su visita a las cubiertas de la Catedral de Sevilla, el pasado miércoles. Al fondo, la Giralda.PACO PUENTES

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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