Llega la locura de la Needcompany
El grupo belga presenta un montaje cómico y surrealista en el Teatro Central
Surrealismo psicodélico, humor absurdo, imágenes grotescas. Todo esto y mucho más define el trabajo de la directora y coreógrafa indonesia Grace Ellen Barkey y la Needcompany para crear Esta puerta es demasiado pequeña (para un oso), un espectáculo de danza-teatro que podrá verse hoy y mañana en el Teatro Central de Sevilla.
La compañía belga, que se hizo un hueco en la escena internacional en 2004 a partir de la trilogía de Jan Lauwers La habitación de Isabella, tiene un lenguaje propio, casi fílmico, y plagado de un humor pueril.
"Grace Ellen Barkey agarra la imaginación por el pelo y la garganta y nos arrastra colectivamente en un remolino sobrecogedor y alienante de sketches, escenas y circunstancias absurdas y grotescas. Su mundo genera situaciones teatrales como una luz intermitente que se derramara sobre el público sentado cómodamente en la oscuridad", escribe sobre este montaje el comisario de exposiciones Luk Lambrecht.
En el espectáculo, protagonizado por un oso de peluche que cobra vida en una peculiar lavandería, seis actores-bailarines habitan un mundo caótico y visualmente muy atractivo en el que conviven con lavadoras, secadoras y cualquier otro elemento del espacio escénico creado por Lemm&Barkey. El equipo, formado por la coreógrafa Grace Ellen Barkey y la artista plástica Lot Lemm en 2004, es responsable del concepto de la obra y de su espectacular escenografía: paneles de madera en los que seres monstruosos amenazan con devorarse entre ellos. La obra, repleta de referencias al pop art, cuenta con la música del guitarrista Rombout Willems.
En la propuesta de Lemm&Barkey, la belleza está al servicio de una imaginación enigmática en la que los seres que la pueblan, una especie de álter ego del hombre, se pierden en una realidad absurda.
"La burda impotencia presentada en esta pieza puede interpretarse como una oda a la libertad desenfrenada del hombre, por la que se luchó tan apasionadamente y que se consiguió a finales de los sesenta, e incluso a la bondad ingenua del hombre, quien, inesperadamente, se convirtió en víctima de otras posibilidades arriesgadas para terminar otra vez perdido en el vacío del ego", añade Lambrecht.
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