Arco baja a la realidad

Hasta que Arco no cierre hoy sus puertas no se sabrá si la cosa ha ido mejor o peor que en anteriores ediciones. Las señales no son malas: parece que la feria ha funcionado mejor de lo que se esperaba. No son, en cualquier caso, tiempos para la euforia, ni siquiera para convocar una parca celebración. La crisis ha golpeado de manera implacable al mundo del arte. Por muchos espejismos que pueda haber, como las altas cifras que se alcanzan en algunas subastas, lo que está tocado es el tejido del sector. Buena parte del dinero público que se movía por sus diversos circuitos se ha evaporado y el mal momento económico ha adelgazado también el entusiasmo de fundaciones privadas y coleccionistas.

La última cita terminó con la dimisión de su anterior directora, Lourdes Fernández, y con barullo entre los galeristas. Carlos Urroz, el nuevo responsable, ha decidido subrayar el componente profesional de la feria. Y es que Arco buscó, desde sus inicios, movilizar los tentáculos del arte para seducir al público e invitarlo a celebrar los excesos de la modernidad. Esa dimensión terminó por postergar su verdadero carácter: el de ser un lugar de encuentro donde se vende y se compra arte.

Este año han participado 197 galerías en solo dos pabellones de Ifema. Menos programas especiales y menos presencia institucional, la idea ha sido la de facilitar el encuentro de las galerías con sus clientes. Reducir los excesos, potenciar la eficacia. La moqueta ha desaparecido y el arte ha bajado de las alturas para lidiar con el presente. Incluso el Ministerio de Cultura ha hablado de un Plan de Artes Plásticas: poner en marcha una serie de medidas que el sector lleva reclamando desde hace tiempo.

Rusia vino como país invitado. Los artistas de la antigua Unión Soviética hace tiempo que rompieron con las férreas convenciones del realismo socialista y lo hicieron muchas veces con un envidiable sentido del humor y un corrosivo espíritu crítico. Poco de eso queda en algunas de las propuestas que se han visto en Madrid. Pero la marca dominante es la variedad. Formatos distintos y múltiples estilos. Arco ha bajado a la realidad para pelear con la crisis. Los artistas deben seguir en lo suyo. Explorando nuevos mundos, ensayando nuevas formas.