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Columna
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España en el G-2

Francisco G. Basterra

La conjunción astral temerariamente pronosticada por los socialistas con la coincidencia de Obama, Zapatero y la presidencia española de la UE no tuvo lugar. Pero un cabezazo de Puyol a la red de la meta defendida por Neuer selló la derrota de Alemania catapultando a España a un lugar imposible para nuestra débil economía y destartalada política. Es fútbol pero no es solo fútbol. España, en una gran escapada de la realidad, ha ascendido al impensable G-2 de un efímero orden internacional. Hasta que el domingo a medianoche suenen las campanadas de Cenicienta, la España confusa, pesimista, zarandeada desde el exterior, que ha vivido seis meses atroces, que hacen buena la definición de la historia como "una maldita desgracia detrás de otra", ha hecho cumbre global. Ante la mirada planetaria pendiente del mayor espectáculo del mundo. Un indudable reforzamiento de la marca España. Lo han logrado 11 españoles con espíritu solidario, creativos, humildes, que han creído en la fuerza del conjunto. También echó una mano Nadal en el pasto de Wimbledon. Su energía generosa ha creado una realidad virtual de España que ha tapado nuestras vergüenzas. Por unos días, la selección nacional nos ha sacado de nuestro ensimismamiento, haciéndonos abandonar el campanario local. Nunca tan pocos hicieron tanto por todos.

La selección española ha conseguido atenuar la que parecía imparable germanización de Europa

¿Dónde quedan en estas fechas veraniegas el debate esencialista sobre la estructura territorial, la prima de riesgo país, la corrupción que no cesa, la crisis gubernamental, la política del no a todo? Hasta la Bolsa subió el miércoles y los bancos españoles parecían más altos y más fuertes. Un país entusiasmado, desacomplejado con su bandera, se echó a la calle la noche del jueves para celebrar a España. No somos un país fallido como Aznar pronostica desde el rencor que no le abandona. Para saber quiénes son los 60 fallidos del planeta, echen un vistazo al interesante informe que publica la edición internacional de Foreign Policy: Somalia, Chad y Sudán encabezan la lista negra. Sí podemos hacer las cosas bien. El Mundial de Fútbol ha servido para sacarnos del cepo psicológico en el que nosotros mismos nos habíamos metido.

Los datos políticos, económicos y militares miden el peso específico que desaloja un país en el orden mundial. No tienen en cuenta las emociones ni el alma de cada nación. El fútbol en el campeonato de Sudáfrica, además de espita para evacuar sin peligro las pulsiones nacionalistas, establece un orden geopolítico diferente, siempre contradictorio del real, tentador para el comentario internacional. La Europa que no despega, el continente perdido, titulares de la portada y reportaje principal de la revista Time esta semana, centrado en España con el ejemplo de la familia Polo, para explicar mundialmente la deriva del viejo continente, ha resultado no ser tal gracias al caprichoso Jabulani. Por un glorioso rato hemos quebrado, junto a Holanda y Alemania, la idea del colapso de Europa. Latinoamérica, con Brasil a la cabeza, que ya nos saca largos en la salida de la crisis, está desaparecida en este nuevo orden. La selección argentina volvió a mandar al diván a su país. China no ha jugado y Estados Unidos cayó ante la africana Ghana. Hay equipos que pesan más que su país: España claramente, así como Holanda, y también el pequeño Uruguay que estuvo a punto de encaramarse al G-2. Otros, como Francia o Inglaterra, pesan menos. Los bleus hicieron añicos el cristal multicolor en el que se miraban los franceses, encogiendo la grandeur nacional y deteriorando a Sarkozy.

Merkel ha podido envolverse en la selección para hacer olvidar su embarrancamiento político interno y la deficiente conducción de la crisis del euro. La selección española ha conseguido atenuar la que parecía imparable germanización de Europa. Nos hemos reivindicado frente a los prusianos calvinistas del norte que, equiparándonos a Grecia, nos han dictado su austeridad sin matices, dudando de nuestras cuentas y encareciendo nuestra deuda. Derrotando a Alemania hemos rescatado el honor de los supuestos PIGS. El éxito en el fútbol ha servido de rebote para hacer buena la presidencia española de la UE, descarrilada por la crisis, con un triunfo diplomático póstumo en La Habana. El triplete formado por el gobierno comunista, la Iglesia católica cubana y el Vaticano, con el prudente acompañamiento de España, ha conseguido la liberación de 52 presos políticos. Raúl Castro, el cardenal Ortega y Moratinos lo hicieron mientras veían juntos el España-Alemania. Ahora queda el detalle final de vencer a Holanda. ¿Recuerdan los Tercios de Flandes? Y con las campanadas de la medianoche, la vuelta a la realidad y al viejo orden internacional. Ya sin la ayuda de La Roja.

fgbasterra@gmail.com

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