La Polaca, la bailaora que subyugó al cine en los sesenta
Encabezó junto a Antonio Gades el reparto de 'El amor brujo'
La Polaca se hizo famosa como bailaora flamenca en los años sesenta y setenta. Guapa, elegante, aunque bailara levantándose la minifalda -porque ya entonces se apuntó a las maneras modernas-, siempre parecía hacerlo bien. Entre el público al que arrebataba con sus ademanes pasionales, pocos sabían que en realidad se llamaba Josefa Cotillo. Además de bailaora, era actriz. Ayer, 2 de junio, murió en Sevilla a los 65 años, víctima de un cáncer de pulmón. Vivía desde hacía cinco años en la localidad sevillana de Tomares junto a su marido. No tenía hijos.
La Polaca nació en 1944 en el madrileño y muy castizo barrio de Lavapiés, un enclave popular que sufrió con virulencia las estrecheces de la posguerra. Pronto la pequeña Josefa destacó como artista precoz, y con apenas 10 años ya andaba mostrando su baile por salas y tablaos. Con 12, debutó en el teatro Alcázar de Madrid.
Empezaban los años sesenta cuando se unió a la compañía de José Greco, con la que realizó una gira por América, en la que ya apuntó maneras de estrella. Sus actuaciones al otro lado del charco fueron el preludio de otras giras que la llevaron por casi todo el mundo, incluida la Unión Soviética, mientras en España la dictadura de Franco se erigía como abanderada contra el comunismo y consideraba a la URSS enemigo principal. La Polaca, como otros cantantes y artistas españoles de la época, como Raphael, pasaban de la política, y en tierras rusas también cosecharon éxitos. La Polaca actuó además en Estados Unidos, incluso intervino en el conocido show de Ed Sullivan en televisión y bailó ante el presidente John F. Kennedy.
Su fama creció como la espuma en Madrid. Fue primera figura en los cuadros flamencos Los Canasteros y Las Brujas. Los tablaos de la capital se rendían ante ella. Su intensa presencia física tenía la fuerza de un imán. Solo le faltaba un pasito para debutar en el cine. Lo dio en 1965 con la película Con el viento solano, de Mario Camus. El filme sobre la novela del mismo título de Ignacio Aldecoa cuenta la historia de un gitano perseguido por la Guardia Civil.
Candidatura al Oscar
Luego llegó su consagración cinematográfica con El amor brujo (1967), de Francisco Rovira Beleta. Con ella ganó fama internacional, junto a su director, que había rodado en 1963 la también célebre Los Tarantos (1963) y con ambas fue candidato al Oscar.
La Polaca encabezaba, junto al bailarín Antonio Gades, el reparto de El amor brujo. La música de Manuel de Falla adaptada por Ernesto Halffter se unía a la guitarra de Narciso Yepes en una película llena de dramatismo y empapada por la magia flamenca más pura. El amor brujo se quedó sin Oscar. Lo ganó el director checo Jiri Menzel con Trenes rigurosamente vigilados. Pero La Polaca no se fue de vacío de EE UU y recibió el premio a la mejor actriz del Festival de Cine de Nueva York.
También rodó películas como Las secretarias (1969), de Pedro Lazaga, y Del amor y de la muerte (1977), de Antonio Giménez Rico. Los ochenta no fueron demasiado amables con ella, al menos en el aspecto artístico. Su carrera inició el declive. Participó en una nueva versión de Carlos Saura de El amor brujo (1986) y ese fue su canto del cisne.
Los restos de aquella mujer inolvidable reposan desde ayer en el tanatorio sevillano de la SE-30, donde hoy se celebrará un responso y será incinerada.
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