"Dentro de una década tendremos un Erasmus iberoamericano"
Hace unos días, el rector José Narro Robles (Coahuila, 1948) estaba leyendo un libro casi clandestino que había llegado no se sabe cómo a sus manos cuando se dio de bruces con una frase que aún lo mantiene perplejo: "El futuro no tiene porvenir". Para que ese presagio jamás se cumpla, el rector de la gigantesca y muy laureada Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -más de 300.000 alumnos y 35.000 profesores- aconseja tener pensamientos grandes, miradas de largo aliento, confianza en nosotros mismos. Eso es lo que quiere para México, su pasión y su dolor, y también para la comunidad universitaria iberoamericana, que hoy y mañana se reúne en Guadalajara (Jalisco) en torno al II Encuentro Internacional de Rectores Universia. Bajo el lema Por un espacio iberoamericano del conocimiento socialmente responsable, los rectores de un millar de universidades de 34 países intentarán poner las bases para ese espacio común en una región tan llena de posibilidades como de dificultades. José Narro no es solo el presidente del comité internacional del encuentro. Es también el anfitrión más entusiasta que imaginarse pueda: "Es el momento de impulsar el espacio iberoamericano del conocimiento".
"Tenemos que hablarnos más. Tenemos que creer más en nosotros"
"Una universidad no solo transmite, sino que genera conocimiento"
Pregunta. ¿Es posible un espacio iberoamericano del conocimiento? ¿Una especie de Erasmus iberoamericano?
Respuesta. Sí. Sinceramente, yo pienso que es absolutamente factible. Están dadas muchas de las condiciones. En la comunidad académica latinoamericana nos estamos dando cuenta de que el asunto de la internacionalización es algo más que una posibilidad o que una cereza en un pastel. Nos estamos dando cuenta de las enormes ventajas que puede tener compartir proyectos. Estamos viendo en el escenario un mar de posibilidades. En segundo lugar, hay una posibilidad tecnológica: cada vez es más fácil viajar, moverse o comunicarse en tiempo real. Con voz, con datos y con imagen. Y, finalmente, las dificultades económicas hacen cada vez más necesario compartir capacidades y recursos... Yo estoy convencido de que dentro de una década vamos a tener un proyecto muy avanzado.
P. Decía no hace mucho Felipe González que Latinoamérica tendría que pensar más allá de las materias primas y apostar por la formación de capital humano. ¿Es el momento de dar ese impulso que necesita el espacio iberoamericano del conocimiento?
R. La respuesta concreta y contundente es sí. Claro que es el momento. Y hay que aprovecharlo. Yo creo que si entre todos hacemos un esfuerzo, en América Latina podemos realmente dar un estirón en ese terreno. Tenemos que hablarnos más. Tenemos que creer más en nosotros. Tenemos que pensar en que somos parte de una comunidad muy importante. Que tenemos cultura común, historia común y también problemas parecidos. Y que, con la suma de todos, tenemos posibilidades de resolver esos problemas más fácilmente.
P. ¿Por qué se le ha puesto el apellido de socialmente responsable al encuentro?
R. Yo celebré que le pusiéramos ese apellido. Es que las universidades tienen muchos encargos, unos que son primarios y otros que son complementarios. Por supuesto que nos interesa a las universidades formar recursos humanos. Es la tarea número uno. Generar conocimiento. Porque una verdadera universidad no solo transmite, sino que genera conocimiento. Y, por supuesto, también tiene que difundir la cultura y el quehacer de los universitarios. Pero todo eso estaría incompleto si no hubiera una orientación social, si no pudiéramos ponerle el apellido de "socialmente responsable". Qué bueno que podamos ayudar a que una persona encuentre, cultive, desarrolle una vocación... Qué bueno. Pero es necesario que todo eso tenga además una orientación social.
P. Al proceso de Bolonia se le ha acusado en Europa de elitista. Y se ha criticado su vinculación con las empresas...
R. Yo no lo veo como un peligro. Lo veo como un desafío que tenemos que afrontar. Por supuesto que la sociedad está configurada por distintos estamentos o sectores. Y, por ejemplo, en el caso de México, yo defiendo con absoluta convicción a las instituciones públicas. No tengo ninguna duda de que, en educación y en salud, un país como México no puede de ninguna manera plantearse, ni siquiera tibiamente, la posibilidad de perder espacios públicos. Pero, ¿eso quiere decir que hay que entrar en colisión o a la defensiva cuando se trata de plantear la posibilidad de articular esfuerzos entre el sector empresarial y el sector público? Yo digo: no. Aunque no hay que confundir ni los medios ni los fines que uno persigue. No se trata de llenarle los bolsillos a los que ya de suyo los tienen llenos de dinero. No es para eso. De ninguna manera. Sí es para comprometerlos con algunos procesos en los que deben participar. ¿Por qué tenemos nosotros que resistirnos cuando una parte muy importante de la investigación que se hace en el mundo la desarrolla el sector privado?
P. ¿Tienen miedo a que los programas de movilidad desemboquen en una fuga de cerebros?
R. Lo que da mucho miedo en el mundo de hoy es no desarrollar cerebros. Si se va la gente es por algo. Algo estamos haciendo muy mal para no lograr retener a los jóvenes. Porque cuando alguien que se ha formado debidamente tiene que irse de su país para buscar mejor suerte quiere decir que no estamos generando otras cosas: calidad de vida, espacio de trabajo, posibilidades de desarrollo. Muchas otras cosas. El problema no es en sí la fuga, el problema es por qué se van, por qué tienen que salir.
El encuentro del millar de rectores
- Al II Encuentro Internacional de Rectores Universia, que se celebra hoy y mañana en Guadalajara (México), asistirán 985 rectores y delegaciones de otras 72 universidades.
- Estarán representadas universidades de 34 países. Entre ellos, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, España, México, Perú, Portugal, Puerto Rico, Uruguay, Venezuela, Bolivia, Reino Unido, China, Estados Unidos, Rusia, Marruecos o Mozambique.
- En América Latina había más de 17 millones de alumnos de educación superior en el curso 2005-2006, casi 10 millones concentrados en Brasil, México y Argentina, según datos de la Unesco. A ellos hay que añadirles los más de dos millones que suman España y Portugal.
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