La insegura 'linterna' del Auditori
Un defecto obliga a cambiar el millar de vidrios del emblemático 'impluvio' de la sala de conciertos barcelonesa
Los hay que piensan que en el prematuro parto del Auditori de Barcelona, pese a una gestación de 15 años, nació una criatura enfermiza que no alcanzará la estabilidad hasta que el edificio, inaugurado precipitadamente y sin terminar el 22 de marzo de 1999, esté completamente acabado. Para eso aún queda, pues la sala cuarta todavía está construyéndose. Y mientras, los achaques del joven edificio de Rafael Moneo en la plaza de las Glòries, que esta temporada ha celebrado su décimo aniversario, no dan tregua.
La amarga sorpresa de la conmemoración de la primera década de vida del edificio ha sido la rotura espontánea de 15 de los más de 1.000 vidrios templados que forman la singular linterna impluvio, emblemático espacio en el centro del edificio, punto de encuentro de las personas que acuden a la sala de conciertos. Unas inesperadas oclusiones de sulfato de níquel que acaban haciendo estallar el vidrio obligarán a cambiarlos todos, operación que los responsables del Auditori calculan que puede costar un mínimo de 600.000 euros.
La sustitución de la cristalera costará un mínimo de 600.000 euros
Hace aproximadamente un año se produjo la primera rotura. Para prevenir incidentes, se valló en julio del año pasado el cuadrilátero que forma la linterna impluvio, con el fin de evitar que, en un espacio concurrido como ese en los días de concierto, cualquier espectador o transeúnte pueda sufrir daños. Se empezaron a pedir estudios técnicos para averiguar las causas de las roturas. Tras descartar un problema estructural, se descubrió que los vidrios estallaban a causa de una serie de oclusiones de sulfato de níquel que provocan un vacío que se dilata hasta que se rompe el cristal. El níquel es un metal que se encuentra en la arena de sílice con la que se fabrica el vidrio.
Hasta ahora, han estallado 15 de los más de un millar de vidrios que componen la linterna, decorada con pinturas en forma de líneas, azules en el exterior y negras en el interior, del artista Pablo Palazuelo, fallecido en octubre de 2007. "Se trata de vidrios templados, que presentan este tipo de alteración en una proporción de 15 a 25 cada 1.000", señalan fuentes de la sala de conciertos.
Lucho Marcial, arquitecto colaborador en Barcelona de Rafael Moneo en la construcción del Auditori, cree que el índice de roturas espontáneas está dentro de la estadística. "Las causas pueden ser diversas: cambios de temperatura, movimientos... Y cuando se rompen, estallan en pequeños pedazos de milímetros. Es un problema que no sólo afecta al Auditori, sino que también lo tienen los edificios con paredes de cristal o rascacielos en los que se ha usado este tipo de vidrio templado, que es muy común", asegura el arquitecto, quien explica que se ha tratado, infructuosamente, de averiguar si las roturas podían deberse a un defecto de fabricación de la partida de vidrios usados. "Ha sido imposible realizar esta comprobación, porque la empresa que los suministró, subcontratada por Ferrovial, ya no existe", se lamenta.
El Auditori ha encargado estudios técnicos para buscar la causa del problema y las posibles soluciones. Dos son las propuestas: la primera, sustituir los más de 1.000 vidrios templados que componen la linterna por vidrios laminados, que en caso de rotura no se desprenden y caen, como ocurre con los de las lunas frontales de los coches. Y la segunda, sustituir los vidrios rotos por otros iguales y añadir a todo el conjunto un adhesivo. La opción por la que se decanta la sala de conciertos es la primera, ya que la segunda tiene un coste muy elevado y sólo garantiza una efectividad de entre 8 y 10 años.
El Auditori calcula que sustituir todos los vidrios le costará un mínimo de 600.000 euros, sin contar los gastos derivados. Los responsables de la sala de conciertos están a la espera de tener los informes definitivos de los técnicos y el presupuesto de la operación para presentarlo a las administraciones propietarias del edificio, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona.
El hecho de que las ocho caras de la linterna impluvio acojan un conjunto de pinturas creadas para el espacio por Palazuelo no supone un problema para la sustitución de vidrios, de un metro por dos y de 40 kilos peso cada uno. "La obra de Palazuelo es propiedad del Auditori, que posee los bocetos, y las pinturas se reproducirán de forma exacta", indica un portavoz de la sala de conciertos, cuyos responsables prevén retirar las vallas y sustituirlas por una red que impida el paso de cualquier vidrio en nuevas roturas espontáneas.
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