"Trabajar en la prisión me hace sentirme más humano"
Uno de los mejores atletas de España es vigilante en la cárcel de Aranjuez
"Desde que está en la cárcel, Manuel Penas ha dado un salto de calidad increíble", se oye en la Federación de Atletismo. "Jopé, cómo ha mejorado Penas. Hasta ha logrado bajar de los 28 minutos en los 10.000", exclama un fisio en el módulo de alto rendimiento. No hace falta mucho más para que la imaginación del periodista hambriento de historias humanas se dispare. Qué historión, la soledad del corredor de fondo -el relato de Alan Sillitoe sobre el ladronzuelo que descubre en un correccional inglés de férreos vigilantes y disciplina de los años cincuenta el placer del atletismo, de la carrera a pie-, pero en Madrid y en el siglo XXI.
"Aunque no, no te equivoques, Lolo Penas no está en la cárcel de Aranjuez cumpliendo condena, sino al otro lado de los barrotes, trabajando de funcionario", corrigen inmediatamente. Lo que, aún sin la componente romántica, de todas maneras y bien pensado tampoco deja de ser un historión, una peripecia personal que refleja como pocas en qué consiste ser atleta de fondo en España.
El deportista Penas corre todos los días, 160 kilómetros a la semana
Con este trabajo no tiene que preocuparse de becas o patrocinios
"No es que al conseguir plaza de funcionario mi rendimiento atlético se haya disparado, que ya era bastante bueno antes, cuando estaba en Galicia", dice Penas, coruñés de Arzúa, de 32 años, funcionario de Prisiones "por casualidad, porque me animó un amigo que trabaja aquí". "La estabilidad laboral lo que hace es quitarme preocupaciones", dice. "Si no eres de los mejores del mundo es muy complicado vivir de las carreras y la beca. Así, no me tengo que preocupar de ganarme las becas, de buscar patrocinadores y ya no tengo que quemarme teniendo que competir todos los fines de semana en todo tipo de carreras para ganarme la vida".
Lo que ha evitado Penas, lo que describe, es la vida de todos los atletas, la vida que él, licenciado de INEF, llevaba hasta que aprobó las oposiciones que le condujeron a uniformado funcionario de vigilancia en el Centro Penitenciario de Aranjuez y que, en su caso, le llevó hasta a competir en la San Silvestre de Luanda, la capital de Angola. "Y aunque se diga que a los gallegos nos cuesta salir de Galicia, para un atleta estar aquí es una ventaja. Galicia está en una esquina del mapa; aquí, en el centro, tengo la federación, los servicios médicos, todo lo que necesito, a mano, y para viajar es mucho más cómodo".
Y para entrenarse, también. Para compaginar la vida de atleta con la de funcionario, Penas aprovecha las ventajas de un sistema de turnos que le permite trabajar tres días seguidos 14 horas y librar cuatro.
"Este trabajo me permite entrenarme y competir. Y, además, la dirección y los compañeros comprenden muy bien mis necesidades. Todo son facilidades", dice Penas, que vive en Aranjuez, de alquiler junto a un compañero en un piso del ex atleta Antonio Páez. "Estoy en un sitio ideal para entrenarme, clima seco y 600 metros de altitud. Ideal". Recorre entrenándose unos 160 kilómetros a la semana, siete días, algunos, cuando trabaja, de doble sesión.
En 2009, Penas participó, con escasa fortuna, en el Mundial de Berlín. Su objetivo en 2010 es el Europeo de Barcelona. "Pero clasificarse [sólo lo harán los tres mejores españoles] será más difícil que conseguir medalla, pues de nuestro país son los mejores atletas de fondo de Europa", dice Penas, que, el 30 de junio, en el campeonato de España, buscará un puesto frente a rivales como Sergio Sánchez, Lamdassem, Castillejo, los hermanos Lozano... "Ojalá se dé una carrera táctica. No me aburre dar 25 vueltas al estadio a ritmo y soy rapidillo...".
Mientras recorre los pasillos del centro, los internos le saludan con cordialidad y respeto. "Todos saben que soy atleta y me siguen. Ven mis resultados y lo comentan. La San Silvestre de Madrid, como la dieron por la tele, estuvieron todos pendientes. Es una presión más, una presión agradable. Ya me gustaría devolverles los ánimos transmitiéndoles los valores del atletismo, que son muy buenos para la vida en general: constancia, esfuerzo, fuerza de voluntad, sacrificio...", dice Penas. Y acaba: "A mí, trabajar en la prisión me hace sentirme más humano, valorar más las cosas".
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