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La derrota electoral en Renania obliga a Merkel a renunciar a la rebaja fiscal

La pérdida de la mayoría en la Cámara alta acentúa la crisis con su socio liberal

Las elecciones del domingo en Renania del Norte-Westfalia dejaron varias cuestiones abiertas y una cerrada. Muy claro quedó que los votantes del Estado más poblado e industrializado de Alemania no quieren en Düsseldorf una coalición democristiano-liberal, como la encabezada en Berlín por Angela Merkel. Los democristianos de la CDU y los socialdemócratas del SPD empataron a 67 escaños, pero mientras que la CDU perdía la friolera de 10 puntos, el SPD celebraba una suerte de renacimiento.

Visiblemente cansada, la canciller compareció ayer ante la prensa para admitir la "dura derrota" y anunciar que su Gobierno no rebajará impuestos en 2011 ni en 2012. "Por el momento no habrá rebaja fiscal porque lo importante es la consolidación presupuestaria", añadió. Aunque hubiera dinero, el recorte fiscal lo impediría la pérdida de la mayoría en la Cámara alta, una de las consecuencias de la derrota del domingo.

Muchos se preguntan por qué hay dinero para Grecia y no para los Estados

Los analistas achacan la derrota a intereses electoralistas y a desavenencias en la coalición federal CDU-Liberales que propiciaron la demora en la adopción de cruciales decisiones del Gobierno de Merkel y su vicecanciller liberal, Guido Westerwelle: la suspensión de los temidos recortes sociales, las rebajas fiscales prometidas -24.000 millones de euros-, y la salvación de Grecia.

Los democristianos no pudieron escapar de la abultada sombra del crédito de 22.400 millones concedido a Grecia días antes de los comicios. Los medios conservadores habían presentado a Merkel como una especie de Juana de Arco financiera que ganaba las batallas europeas defendiendo los intereses alemanes. Cuando las ayudas se aprobaron con urgencia, y ante el asombro general, la CDU fue incapaz de convencer a muchos de su necesidad. Otros tuvieron la sensación de haber sido engañados con fines electoralistas. El domingo, la CDU perdió un millón de votantes. Muchos de ellos optaron por la abstención.

No es un fenómeno aislado. La teatral descomposición del otrora poderoso SPD, que culminó en septiembre con el indigente 23% obtenido en las generales, ha tapado los problemas del otro gran partido. Merkel ha sido la mejor baza de la CDU durante años. No obstante, en Renania es más fácil que en Berlín recordar cómo era la CDU hace no mucho tiempo: un partido católico, patriarcal, tradicionalista y enorme. A imagen y semejanza de Helmut Kohl.

Muchos militantes y simpatizantes echan de menos al ex canciller. Como señala el politólogo Peter Lösche, Renania fue durante décadas un feudo del Zentrum, el partido católico y popular de la República de Weimar. Los herederos de esa tradición están enfadados con Merkel y con la socialdemocratización de su partido. El primer ministro regional, Jürgen Rüttgers (CDU), un halcón hace 10 años, se autoproclamó hace cinco "líder obrero" y aplicó esta doctrina en Renania. Pero mientras el voto trabajador se iba el domingo al SPD y al partido La Izquierda, muchos democristianos prefirieron no votar a reelegir a un líder obrero en su partido.

Los comicios de Renania del Norte-Westfalia están causando tanto estrépito en Berlín como en Düsseldorf.Rüttgers perdió el domingo en buena medida debido a los tropiezos del Gobierno de Merkel en la capital. En las elecciones generales de 2009, la canciller convenció con su actitud tranquilizadora. Esta vez, sus bandazos respecto a Grecia y la incertidumbre sobre las reformas fiscales y de la sanidad le han pasado factura. Si había dinero -antes del anuncio de ayer- para rebajar impuestos y para ayudar a Grecia, muchos se preguntaban por qué ayuntamientos y regiones padecen dificultades presupuestarias, particularmente críticas en Renania del Norte-Westfalia.

Si los nubarrones sobre la canciller se espesan, peor aún es la situación de sus socios liberales. Westerwelle ha llevado al FDP a éxitos históricos, sin ir más lejos con el 15% obtenido en los comicios generales de septiembre. Pero ni siquiera el tradicional bonus que conceden los alemanes a sus ministros de Exteriores lo salva de ser uno de los políticos más impopulares. Ha comprometido a su partido con la CDU de tal modo que parece imposible que el FDP pueda pactar con otros. Si la socialdemócrata Hannelore Kraft pacta una gran coalición con la CDU en Düsseldorf, los liberales podrían pedir cuentas a su cada vez más aislado líder.

Westerwelle, que hizo de la rebaja de impuestos su gran promesa electoral, queda como el gran damnificado. Era consciente de ello. "Hemos captado el toque de alerta del electorado", afirmó antes de admitir que las desavenencias internas en la coalición con Merkel han tenido su coste. Westerwelle se comprometió a trabajar "por un mejor clima en la coalición" que gobierna Alemania.

Otra posibilidad en Renania es un tripartito entre SPD, Verdes y La Izquierda. Kraft y el SPD no la descartan, pero La Izquierda de la región pasa por intratable.

La canciller democristiana, Angela Merkel, y el vicecanciller liberal, Guido Westerwelle, durante una conferencia de prensa ayer en Berlín.
La canciller democristiana, Angela Merkel, y el vicecanciller liberal, Guido Westerwelle, durante una conferencia de prensa ayer en Berlín.REUTERS

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