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Reportaje:

Las promesas en el aire de Feijóo

Las propuestas electorales que le auparon a la Xunta de Galicia no se han cumplido en sus 12 meses de mandato

La estampa que inauguró la nueva era en la Xunta de Galicia no pudo ser más elocuente: 10 lustrosos Citroën aguardaron en la Plaza del Obradoiro de Santiago a que otros tantos conselleiros regresasen de su toma de posesión. La primera pregunta que tuvo que responder el 2 de marzo el presidente in péctore en la resaca de su victoria electoral fue sobre la venta del Audi A8 blindado de su predecesor, objeto de una larga polémica durante la campaña electoral. Dos anécdotas que explican el tono de la campaña que devolvió al PP al Gobierno gallego. Sin ese doble discurso, el de la crisis y el lujo del saliente bipartito, presidido por el PSOE, no se entendería este primer año de legislatura.

Nada más aterrizar en la Xunta, Alberto Núñez Feijóo rebajó un 25% el número de consejerías y laminó a 45 de los 52 delegados provinciales, para cuadrar su anunciada reducción del 70% de altos cargos. De ese "plan de austeridad", que dejó envejecer docenas de audis en el garaje de la Xunta mientras se siguen pagando sus seguros, vivió el nuevo presidente durante sus primeros meses.

Hasta que llegó el momento de cuadrar los Presupuestos para 2010. En sus primeras cuentas, el compromiso estrella del PP para bajar el IRPF, dormita en el cajón a la espera de tiempos mejores. El propio Feijóo admite que no será posible acometer la cacareada rebaja, que ya ha pospuesto hasta el final de la legislatura. A cambio, la consejera de Hacienda, Marta Fernández Currás, sí ha cumplido con el propósito de recortar el impuesto de transmisiones patrimoniales y actos jurídicos documentados, con mucho menor impacto en los bolsillos de los contribuyentes.

Y, mientras, la cola del paro se alarga en Galicia. Si el programa del PP lamentaba el número de desempleados, 189.903 en enero de 2009, esa cifra ahora ha engordado en 41.725 personas más. El Presupuesto de 2010 también ha dejado al aire otras costuras de la nueva Xunta: si hace un año el PP censuraba que la partida para Universidades sólo crecía un 4%, en los nuevos números cae un 2,39%.

Otro gran argumento de la campaña, el del uso del gallego en la enseñanza, sigue rigiéndose por el tan criticado decreto del anterior Gobierno de Emilio Pérez Touriño, después de que Educación presentase unas bases que el único consenso que lograron fue el del rechazo, con una multitudinaria manifestación y protestas generalizadas entre la comunidad educativa y los padres. Feijóo augura que la futura norma (que según varias fuentes está ya muy avanzada) entrará en vigor el próximo curso, mientras busca fórmulas para conciliar la libertad que prometía en sus mítines, y el equilibrio entre gallego y castellano que consagraba su "contrato con los ciudadanos".

Pero los principales desvelos del presidente de la Xunta en su arranque de mandato, sobre todo en los últimos meses, están en su proyecto de fusionar las dos cajas gallegas. Una de ellas, Caixanova, se opone. La ley de cajas, aprobada por trámite de urgencia, permitiría renovar su órgano directivo y desbloquear la unión, pero el recurso del Gobierno ante el Tribunal Constitucional ha frustrado la hoja de ruta de Feijóo.

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Alberto Núñez Feijóo.
Alberto Núñez Feijóo.EFE

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