Que Beckham sea como Raúl
Los campeones de la Eurocopa (los Xavi, Casillas, Villa) tributan
a Hacienda al tipo máximo (el 43%) y sus compañeros de club nacidos en otros países, como Ibrahimovic o Ronaldo, al 24%. Es una discriminación difícilmente justificable, lo que no quita para que haya personas que se oponen a la supresión de la llamada ley Beckham, que estableció en 2003 ese privilegio.
La resistencia al cambio la encabeza el presidente de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) con el argumento de que sin esa ventaja comparativa el fútbol español dejaría de atraer a las figuras que han convertido a nuestra Liga en la mejor del mundo: los estadios perderían espectadores, y audiencia las cadenas de televisión; y al final,
si hay menos negocio, incluso Hacienda recaudará menos. Para reforzar sus razones,
la LFP ha convocado para hoy una asamblea en la que se estudiarán posibles medidas de presión que podrían incluir la paralización
de la competición. Otras voces han añadido que, dado que afecta a muy pocas personas, el efecto recaudatorio sería mínimo.
No tan mínimo. La LFP cifra el perjuicio de la modificación para los clubes en unos 100 millones al año; luego eso es lo que ha dejado de percibir cada temporada Hacienda desde 2003. Y con cuatro millones de parados, la gente no está para bromas. Los gerifaltes del fútbol están en Babia si piensan que los aficionados van a aceptar la suspensión de la Liga en defensa de los privilegios de quienes ganan 12 millones al año. La excepción fiscal se estableció, por otro lado, para recuperar cerebros (científicos, ejecutivos) establecidos en el extranjero; y aunque algunos de los jugadores fichados van bien de cabeza, la equiparación sería exagerada.
Además, el nuevo tipo impositivo regirá a partir de ingresos superiores a 600.000 euros, cantidad que ningún científico cobra, aunque afecte a algunos ejecutivos importados. Sería una ocasión para acabar con cierto papanatismo, y también para dejar de alimentar la burbuja del fútbol: la pompa que acumula más de 3.500 millones de deuda de los clubes de Primera y que no ha estallado por artimañas legales y financieras, pero que puede llevarse por delante a la mitad de ellos si siguen comprando jugadores a precio de cien premios Nobel.
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