Howard Engle, símbolo de la lucha contra el tabaco
Era un adicto, y como tal llevó a las grandes tabacaleras a juicio, y ganó
A Howard Engle le gustaba fumar. Consumía varias cajetillas al día desde que era un chaval. Disfrutaba de cada calada de sus cigarrillos, enganchado a un vicio que se sabe nocivo pero que no se puede abandonar. Se encendía sus pitillos aun a sabiendas de que padecía enfisema y bronquitis pulmonar. Era un adicto. Y como tal, llevó a las grandes tabacaleras a juicio y ganó, logrando que el jurado impusiera a las empresas fabricantes de tabaco una multa millonaria, que quedó anulada e impagada. Logró dejar de fumar el pasado otoño, y unos meses después ha fallecido en una residencia de Florida, por complicaciones respiratorias, a los 89 años.
Nacido en Wisconsin en 1919, Engle prestó servicio en el Ejército estadounidense al final de la II Guerra Mundial. Antes de ser el fumador que le prestó su nombre, como demandante principal, a una histórica denuncia contra las tabacaleras que operaban en Florida, era un pediatra querido en Miami Beach, hasta que se jubiló en 1997. Según informa The Miami Herald, se le respetaba por haberse negado a segregar su consulta, tratando por igual a niños blancos y negros. A los pacientes pobres no les cobraba. Su trabajo era una vocación; su demanda, algo semejante a un servicio público.
En 1994 presentó la denuncia, a través de dos abogados de Miami Beach, el matrimonio formado por Stanley y Susan Rosenblatt. Junto con él se personó un pequeño grupo de residentes de Florida con enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Los Rosenblatt llenaron los banquillos del juzgado de personas con traqueotomías y asistidas por bombonas de oxígeno. Con sus voces, cansadas, metálicas, revelaban vidas de adicción e imposibilidad de dejar el hábito de fumar. Engle, con sus enfermedades, decía representar a los 500.000 fumadores que vivían en la península de Florida.
Su argumento fue que las empresas fabricantes fomentaban la adicción; que era responsabilidad suya el haber comercializado una sustancia adictiva y cancerígena, y que debían pagar por ello. El juicio fue dramático, y el resultado, favorable a los demandantes. El jurado popular, compuesto por seis personas, declaró a las cinco grandes tabacaleras culpables. Y, en 2000, les condenó a pagar una multa de 145.000 millones de dólares, casi 102.000 millones de euros. En su momento fue la mayor multa de este tipo en la historia de EE UU.
Disculpa de los fabricantes
El Tribunal Supremo de Florida anuló la sentencia en 2006 con el criterio de que "la demanda colectiva no es factible", aunque permitió a "los demandantes individuales proceder de forma voluntaria" a presentar sus propias denuncias, aisladas. Miles de personas siguieron este consejo y la mayoría de casos están aún en los juzgados. Engle recibió una parte discreta de la indemnización colectiva ofrecida por las tabacaleras durante el largo proceso de apelación.
Pero su legado va mucho más allá del dinero. Engle les regaló a los fumadores de Florida la imagen de un compungido Nicholas Brookes, director de Brown & Williamson, empaquetadora de Kool, Lucky Strike, Pall Mall y Viceroy, pidiendo perdón en nombre de los grandes fabricantes de tabaco.
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