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Diógenes vive en Pacífico

El Ayuntamiento retira varias toneladas de papel y objetos sin uso que una pareja acumuló en un piso

Un nuevo caso de síndrome de Diógenes. José M. y Rosa María R., ella ex funcionaria, él abogado, residen en la avenida de la Ciudad de Barcelona desde hace dos décadas. Su vida, aparentemente normal, al decir de sus vecinos, no delató durante casi 20 años ningún comportamiento extraño. Al caer la tarde, él solía sacar a pasear a un perrito cojo muy mayor, con expresiones de ternura hacia el animal propias de una relación de años. Afable y reflexivo, su gran barba blanca le confería el aspecto de un abuelo con aire profesoral. Ella tenía "señorío", señala una vecina.

Así las cosas, el perrito dejó de pasear. Algo comenzó a torcerse. Puertas afuera, en los rostros de la pareja, surgieron algunos gestos hoscos, hasta entonces sin precedente. Puertas adentro, en un hueco de la escalera común junto a su vivienda, ubicada en un cuarto piso con ventana a la calle, comenzaron a surgir maletas vacías apiladas unas sobre otras, incluso dos carros de supermercado llenos de objetos variopintos, sobre todo papeles. José M. denunció la desaparición de los carritos, al parecer sin reparar en que invadían el espacio común. "Decía que contenían cosas valiosas", explica un residente. Desde una vivienda inferior contigua comenzaron a observarse en el techo de una de las habitaciones de la casa, construida hace 26 años, algunas grietas. Incluso parecía percibirse cierta combadura del forjado superior.

Poco a poco, los temores que anidaban entre el vecindario se fueron confirmando. José M., con presumible aquiescencia o sumisión de su esposa, había ido acumulando silenciosamente decenas, centenas, miles de kilos de papeles, así como objetos variopintos, como tapones de botellas, en enorme proporción. La pareja no abrió la puerta a algunos asistentes sociales que fueron enviados al domicilio para obtener una explicación sobre su conducta y brindarles ayuda. Comoquiera que la escalera de la casa seguía llena de objetos apilados, fue planteada una demanda, y el juzgado destacó un agente judicial. Desde el 30 de junio se han registrado seis sesiones de evacuación de objetos en otros tantos camiones de la Concejalía de Medio Ambiente, que aseguró ayer que solamente actúa a demanda de los jueces.

En bolsas negras de plástico, a una media de dos horas de duración cada descarga, con envíos de entre 300 y 500 kilos por camión, del piso salieron más de dos toneladas de basura, principalmente papeles, acopiadas dentro de una vivienda de no más de 150 metros cuadrados. Quienes han visto el interior del piso no aciertan a explicarse cómo la pareja ha podido vivir en esas condiciones durante una década, que es lo que el vecindario calcula que ha podido durar la cosecha de papeles, enseres y objetos sin uso.

La evacuación de esa carga ha implicado el corte del carril-bus, el despliegue de varios coches patrulla de la Policía Municipal y el despliegue de una escalera que, durante varias horas cada día, ascendía hasta el cuarto piso que la pareja ocupa y descendía para desalojar tan raro ajuar.

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