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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Llamada al orden

La supervisión financiera europea necesita una reforma para atajar con rapidez futuras crisis

Por fin, las autoridades europeas han caído en la cuenta de que la supervisión financiera es un instrumento decisivo para prevenir las crisis financieras, sobre todo si son tan graves y persistentes como la actual. A petición del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, un grupo de expertos, dirigidos por Jacques de Larosière, acaba de elaborar un informe en el que propone una reforma en profundidad de la supervisión financiera europea, con el objetivo preciso de coordinar la acción de todos los países, actualmente dispersa en regulaciones nacionales, y crear un Consejo Europeo de Riesgo Sistémico, encargado de asegurar la estabilidad financiera y detectar los riesgos del sistema bancario, que suelen manifestarse en indicios tales como el aumento excesivo del crédito o el crecimiento de las actividades fuera de sus balances.

El informe Larosière se aleja del modelo de supervisor único y adopta una estructura federal de supervisión, en la que se respetan los reguladores nacionales y, por encima de ellos, se crean tres supervisores europeos: para bancos, seguros y mercado de valores. Se aplica el principio de que en un sistema financiero global no es posible separar actividades y mercados. La opción federal es preferible hoy porque un supervisor único para todos los países crearía un amplio vacío entre el organismo supervisor y las entidades supervisadas. Los expertos entienden que la coordinación supervisora debe quedar al margen del BCE, debido a que los problemas afectan a más países que los incluidos en la eurozona, a la necesidad de incluir seguros y mercado de valores en la tarea y al hecho de que el BCE debe mantener su independencia respecto a los Gobiernos.

La segunda gran innovación es que las decisiones de los tres supervisores serán vinculantes. Es la única forma de garantizar que la supervisión europea es efectiva y no se queda en una declaración de buenas intenciones. El Consejo de Riesgo Sistémico, por su parte, responde al criterio de que las crisis deben ser prevenidas o atajadas con rapidez, para ahorrarse medidas excepcionales. Este consejo sí estará estrechamente vinculado al BCE; su presidente, Jean-Claude Trichet, también será quien lo presida.

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Buena parte de las ideas del informe, que es una auténtica llamada al orden para las finanzas europeas, se han extraído de la supervisión española, más estricta y mejor organizada que la del resto de países de la eurozona. Ahora falta que los Gobiernos pasen a limpio las recomendaciones y las apliquen. Se trata de ofrecer a la opinión pública alguna esperanza a la interminable crónica negra bancaria, presente ayer en las descomunales pérdidas del Royal Bank of Scotland: nada menos que 27.274 millones de euros, causadas por la gestión imprudente del riesgo financiero, más que evidente en la compra de ABN Amro. Europa se merece un instrumento que pueda evitar y combatir los efectos de una crisis como la que hoy amenaza con diezmar las empresas europeas por falta de crédito.

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