Pablo Montes, velocista cubano
Ser cuarto en el deporte de élite que sólo valora los podios y los oros es una maldición que muchos atletas no quieren ni plantearse. Pero hay casos y casos. Pablo Montes, fallecido el domingo en La Habana de una rápida enfermedad cuando estaba a punto de cumplir los 63 años, fue uno de los grandes velocistas cubanos de la agitada, desgarrada y peculiar historia de la isla caribeña.
Dejó el fútbol por el atletismo y cambió los 400 metros, la vuelta a la pista, por la velocidad. El 14 de octubre de 1968 acabó cuarto en los 100 metros de los Juegos Olímpicos de México. Pero le q uedaba una oportunidad, los relevos de 4x100.
Pablo Montes, Enrique Figuerola, Hermes Ramírez... Con un cuarto hombre, Juan Morales, el relevo cubano iba a subir al podio el 20 de octubre de aquel año. Una plata de ley tras el inalcanzable Estados Unidos. Pese a los vendajes de Charlie Greene y a unos lamentables, habituales pasos del testigo, con Mel Pender y Ronnie Ray Smith, Jim Hines explotó en la recta final para remontar a Figuerola los casi dos metros con que Montes le pasó el bastón tras la segunda curva. Ramírez hizo la primera de salida espléndida y Juan Morales la siguiente recta. En la última, Hines se puso en cabeza antes de la mitad y ganó casi por un metro. Con 38,24 segundos, los estadounidenses imponían su enésimo récord mundial. Cuba hizo 38,40 y Figuerola resistió al francés Roger Bambuck para lograr una trabajada plata. Los velocistas negros cubanos no hicieron demostraciones en los podios como los estadounidenses, pero sí enviaron sus medallas en señal de solidaridad al político y luchador por los derechos civiles, Stokely Carmichael.
Cuba ganó también en México la plata en el relevo femenino.
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