Ecuador se moderniza
Rafael Correa debe manejar con prudencia el abultado 'sí' a su Constitución
Hay una comprensible tentación de comparar el resultado del referéndum constitucional ecuatoriano del domingo con la consulta boliviana del 10 de agosto. Rafael Correa, presidente de Ecuador, y Evo Morales, de Bolivia, obtenían cada uno en torno al 65% de sufragios favorables, pero tropezaban en alguna zona, derrotados por el no. Ahí acaba todo parecido, porque si el indigenista tiene un gravísimo problema con la demanda de autonomía de cuatro departamentos, de los que dos son fuertes productores de gas, nada similar le ocurre a Correa.
La propuesta de refundación del país que formulaba el presidente ha sido derrotada -aunque por apenas un punto- en Guayaquil, rival histórica de Quito, en expresión, sobre todo, de fidelidad a Jaime Nebot, alcalde de la ciudad y líder del partido socialcristiano, pero no entraña un enfrentamiento entre poderes, como en el caso de La Paz contra Santa Cruz. Nebot ha reconocido la indiscutible victoria de Correa, declarándose abierto al diálogo. El presidente tiene hoy un solidísimo mandato para hacer de Ecuador un país moderno, eficaz, políticamente a la izquierda, pero no por ello reñido con la práctica de la democracia y el ámbito de la cultura de Occidente. La Constitución, aun llena de defectos como su prolijidad mamotrética y su hiperintervencionismo, quizá sea un arma válida para esa refundación, siempre que Correa no se lance a imponer a diestro y siniestro su voluntad. El texto, cuidadoso con los derechos civiles, permite por primera vez en Ecuador las uniones entre homosexuales y protege los derechos de los transexuales, algo singular viniendo de un católico ferviente opuesto frontalmente al aborto. El texto favorece igualmente a las mujeres en política y garantiza estatuto legal a los tradicionales sistemas indios de justicia.
La consulta, también un plebiscito sobre el presidente, le convierte en favorito a la reelección el año próximo. Y refuerza el eje creado por el líder brasileño Lula, el venezolano Hugo Chávez y el propio Morales, con los que se reunió Correa el martes en Manaos para impulsar el Banco del Sur como alternativa a los organismos de préstamo internacionales. En este terreno tampoco hay que dar por sentado radicalismo alguno. El ecuatoriano es un reformista criollo, que sólo concibe su país como parte de Occidente y en las mejores relaciones con sus socios allende el Atlántico.
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