Saber de sexo no sólo de oídas
Al final, se va a llegar a la conclusión de que los niños españoles de hoy día no conocen tanto de sexo como piensan sus mayores. O no son tan duchos en la materia, porque ni reciben una educación pertinente en casa ni tampoco en las aulas. Que en España, como en la casi mayoría de los países, se haya adelantado considerablemente la edad del primer encuentro sexual no significa necesariamente que los jóvenes adolescentes tengan una buena formación al respecto. Sólo el 46% de los españoles de entre 15 y 24 años manifiesta haber recibido enseñanza sexual en los centros educativos, según revelaba la Encuesta Schering 2005. La mayoría confiesa haber obtenido la información conveniente gracias a sus amigos o a través de los medios de comunicación. Pero en las aulas, opinan los encuestados, nada de nada. Al máximo, a los 14 años, obtienen explicaciones muy técnicas a través de la asignatura de Ciencias Naturales de 3º de ESO. El resultado de todo ello es que hay una gran carencia de educación afectivo-sexual y que los abortos entre menores casi se han cuadruplicado en las últimas dos décadas.
En Italia, país no muy distinto a España en costumbres sexuales, las autoridades han visto las orejas al lobo ante el aumento importante de abortos juveniles y de enfermedades venéreas entre adolescentes, que menosprecian el uso del preservativo. En Milán, la segunda ciudad italiana y cuyo Ayuntamiento está en manos conservadoras, se va a impartir de forma obligatoria la asignatura de educación sexual desde Primaria a partir del próximo curso académico. La idea es extender la norma al resto del país si funciona con éxito.
Entretanto, la España de derechas y de izquierdas se tira los trastos a la cabeza por la implantación de la asignatura Educación para la Ciudadanía y asiste al rearme ideológico de la Iglesia católica sobre el sexo. ¿Por qué no introducir la obligatoriedad de la educación sexual a partir de una edad temprana? Es un asunto de la misma importancia que la igualdad de género o el respeto a la orientación sexual. Dejarlo sólo en manos de la familia o al arbitrio de los propios centros de enseñanza resulta a todas luces insuficiente.
