Devoción por Baco
La bodega Vega Sicilia cumple un cuarto de siglo bajo la batuta de la familia Álvarez
E l mejor vino está por hacer". Quien dice esto es Pablo Álvarez Mezquíriz, consejero delegado de Vega Sicilia, la bodega española de mayor caché internacional y que vende a una clientela muy selecta de 85 países de todo el mundo el 40% de su limitada producción de unas 130.000 botellas al año, a razón de 120 euros la unidad. Diez años tarda en elaborarse la marca Vega Sicilia Único, la joya de la bodega. El 60% de la producción se vende en España.
Campechano, sosegado en el habla, el segundo hijo de David Álvarez Díez, el empresario que creó en 1940 el Grupo Eulen, el primer grupo español en servicios para empresas, cumple un cuarto de siglo dirigiendo esta bodega estandarte de la denominación Ribera de Duero. Este empresario de 53 años trata de desmitificar el mundo del vino, del que dice que le sobra "un poco de tontería, le falta algo de oficio y algunas dosis de autocrítica".
Vega Sicilia ha impulsado la denominación de Ribera del Duero en la que ahora hay 270 bodegas con una superficie de 5.000 hectáreas
La bodega lleva diez años investigando y preparando un vino blanco pero aún no se ha decidido si al final se lanzará al mercado
Corría el año 1982 cuando Miguel Noimán, que había heredado en 1964 la bodega, ya famosa desde 1915, le encarga a David Álvarez, amigo y empresario, que busque "un comprador extranjero para Vega Sicilia" por entender que ningún empresario español pudiera estar interesado en este negocio del vino de alta calidad. El presidente de Eulen logra dos propuestas de compra extranjeras que no cuajan, y es el propio David Álvarez, tras pensárselo más de un año, el que se anima a dar un paso al frente y compra la selecta bodega al entender que puede ser un negocio futuro. "Creo que mi padre tuvo un gran olfato porque en 1982 el vino en España tan sólo era un producto de alimentación y muy poca gente intuía el crecimiento del vino de calidad como complemento de ocio y de disfrute", dice Pablo Álvarez, que se quedó como responsable de la gestión de la bodega desde ese momento y en cuyo consejo está su padre y sus seis hermanos.
Referencia de lujo
El que ahora es considerado por los expertos como una de las 20 personas que más sabe de vino en el mundo afirma que llegó al negocio sin noción del sector pero con los oídos muy abiertos y con toda la humildad del profano. Hoy reconoce que entre los bodegueros hay bastante hojarasca, aunque también hay profesionales que han optado por el "oficio" como fórmula de éxito comercial huyendo de la parafernalia huera y del glamour manido. "Esto es un negocio y un oficio, no nos engañemos, y el vino se elabora para beberlo y disfrutarlo al igual que la comida y no para vivir experiencias espirituales como algunos quieren vender", remarca Álvarez.
El impulso que Vega Sicilia dio a la zona en los años ochenta sirvió para que de las 12 bodegas abiertas en la zona se haya pasado a 270, y de unas 5.000 hectáreas de viñedo se haya pasado a 20.000 hectáreas. Los vinos de esta zona se han reconvertido y atrás ha quedado la producción de claretes de antaño que eran vendidos a los bodegueros de La Rioja. No obstante, en la mente del consumidor, dicen los expertos, Vega Sicilia se sitúa por encima de lo que se entiende por denominación de la ribera del río de la eterna estrofa de agua que cantara Antonio Machado.
"Vega Sicilia se ha propuesto mantener la calidad por encima de todo aunque para ello tengamos clientes en lista de espera a los que no podemos atender porque la producción es limitada en nuestras 205 hectáreas y no vamos a cambiar", afirma el director general.
Los cuidados artesanales de la viña que es propia, la calidad del terreno, la uva de cepas con 10 años como mínimo de antigüedad, la preparación en barricas de roble francés que cada año se renuevan, la limpieza impecable en la bodega que llama la atención, el cuidado de la luz, la humedad, etcétera, forman un abanico de factores de cuyo compendio sale el vino que tiene como mínimo 10 años de elaboración y que "es considerado como uno de los mejores del mundo", según las revistas especializadas.
"El resultado es un compendio de detalles cuidados al máximo que logran la excelencia que perseguimos", resume Álvarez. Contar con buenos viñedos propios es fundamental porque la técnica de vinificación se ha globalizado. La empresa está en continua evolución y de hecho se han lanzado nuevos vinos. "Elaboramos unas 275 botellas de Alión, un vino de calidad que se ha convertido en un clásico que compite muy bien. Además, hemos lanzado Pintia, un caldo con viñedos en Toro, Zamora, del que hacemos 275.000 botellas. Por otro lado, hemos abierto en Hungría con la marca Tokaj, con una producción anual de 250.000 botellas. Por supuesto hay que contar con el Vega Sicilia Balbuena, que tiene cinco años y que funciona muy bien", resume el consejero delegado, para quien los proyectos en la casa se piensan mucho y se maduran más.
Vega Sicilia lleva diez años investigando si lanza un vino blanco con esta marca y aún no lo ha decidido. "Sólo si logramos hacer el mejor blanco con la calidad que queremos lo pondremos en el mercado y tardando el tiempo que sea necesario", enfatiza Pablo Álvarez.
Vega Sicilia tuvo unas ventas el pasado año de 28 millones de euros, con un beneficio de unos nueve millones. Es un margen alto que está en línea con el de las bodegas consideradas como referencia de lujo en cada mercado. Aunque el crecimiento económico no es un objetivo prioritario en sí, la empresa está continuamente ideando planes de mejora para el futuro.
Sobre el papel de las autoridades políticas sobre el sector del vino, Álvarez afirma que han entendido el valor económico y de impulsor de algunas zonas que en otro momento apostataban sólo por el cereal como cultivo principal. Cuando se le pregunta al directivo si estudiarían la venta de la bodega si llegara una suculenta oferta económica, contesta que "por ahora no nos lo planteamos porque estamos muy a gusto aunque el futuro nadie lo sabe". Reconoce que de vez en cuando llegan ofertas por la empresa que hoy ni siquiera se estudian.
Lista de espera
Se cuenta en el sector del vino que ser director de ventas o de marketing de Vega Sicilia consiste en contestar educadamente a los clientes en lista de espera que no se les puede atender, como si de un prorrateo en una oferta de acciones se tratara. Pablo Álvarez desmiente tímidamente esta idea y asegura que él se patea el mundo para colocar su vino porque el cliente ya sea de Japón, de Estados Unidos, Finlandia o Argentina, quiere conocer a los que dirigen la empresa que le sirve un vino de alta calidad.Pablo Álvarez, por su responsabilidad en la empresa, tiene que estar en contacto con el resto de los bodegueros tanto en España como el resto del mundo aunque cree que "estar siempre rodeado de colegas termina intoxicando y generando una especie de endogamia algo enfermiza". A su juicio, los bodegueros españoles son apasionados en exceso con sus caldos y a la mitad de la conversación te sueltan aquello de que de que su vino es el mejor y punto. "Es más fácil mantener una conversación profesional y poder hacer autocrítica con los empresarios franceses porque todos tenemos que seguir aprendiendo en nuestro oficio".
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