Miguel, el superhéroe
Se llamaba Miguel Ángel. Hoy hubiera cumplido cuatro años. Sus juegos con su hermano Daniel le hicieron ser un aficionado a los superhéroes. Se levantaba diciendo que era Jack Sparrow, poco después era Spiderman y podía terminar el día siendo Lobesno, como él decía con su todavía lengua de trapo. Era un niño feliz y contento, con sus momentos de mal genio; en definitiva, lo que se espera de un niño de tres años.
A pesar de sus superpoderes no pudo evitar que un conductor kamikaze terminara con su vida y la de Santiago y Mila, sus abuelos, el pasado 3 de julio. Ahora, cuando deberíamos estar poniendo el árbol de Navidad y el belén (él se encargaba de acercar cada día un poco más a los Reyes Magos a dar los regalos al niño), no sé cómo vamos a superar estas fiestas sin escuchar su risa y sin ver esa mirada llena de ilusión y ansiedad al abrir sus regalos.
Quiero que estas líneas sean un pequeño homenaje para mi hijo y para todos aquellos que día a día pierden la vida en la carretera por la imprudencia de unas personas sin escrúpulos.