10.000 veces más información
Albert Fert y Peter Grünberg descubrieron, en 1988, que la resistencia eléctrica de estructuras compuestas por capas alternas de hierro y cromo de unos pocos átomos de espesor podía variar hasta en un 80% al aplicar un campo magnético. El fenómeno se llamó Magnetorresistencia Gigante (MG) y tuvo un tremendo impacto básico y tecnológico, y aún tiene gran proyección en el futuro. Poder controlar las propiedades electrónicas de un sistema mediante la aplicación de un campo magnético externo dio lugar a una nueva disciplina, la espintrónica, en la que al uso de la carga eléctrica del electrón que se hacía en los dispositivos electrónicos, se sumaba el poder explotar además su espín, lo que les hacía sensibles a los campos magnéticos.
Ejemplo de la relevancia tecnológica de este descubrimiento es su aplicación en las cabezas lectoras en los discos duros de ordenadores, que utilizan sensores que detectan los minúsculos campos magnéticos que emanan de los bits de información escritos en el disco. Poder fabricar una cabeza lectora muchísimo más sensible implica poder leer bits mucho más pequeños y, por tanto, aumentar el número de bits que un disco duro alberga. Antes, un ordenador personal podía tener un disco duro con 20 megabytes de información. Hoy el disco duro de un ordenador personal, cuya cabeza lectora se basa en la MG, puede albergar fácilmente 200 gigabytes, 10.000 veces la cantidad de información que hace 20 años.
Alfonso Cebollada es investigador del Instituto de Microelectrónica de Madrid (CNM-CSIC).