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Reportaje:

Cerrojazo a una librería histórica

Fuentetaja echa el cierre al declararse en ruinas su edificiomientras esperaba desde 2005 una licencia de obras del Ayuntamiento

Patricia Ortega Dolz

"Querido Alberto, [...] habida cuenta del último incidente ocurrido el pasado viernes, que ha supuesto la rotura del muro de la fachada de la librería, nos vemos obligados a cerrar nuestras puertas. La urgencia por el cambio de uso del inmueble ya no es sólo una cuestión de querer llevar a cabo el proyecto de convertirlo en un centro cultural, sino que ya es una cuestión de mantener en pie el inmueble...".

Era el tono de la octava carta que fue enviada el lunes al alcalde del Ayuntamiento de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, por Jesús Ayuso, el propietario de la histórica librería Fuentetaja.

Esta relación epistolar empezó en el verano de 2005, cuando los propietarios de la legendaria tienda de libros, que abrió en 1959, presentaron en el Consistorio su proyecto. Se trataba de

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convertir en un centro cultural el edificio entero del número 48 de la calle de San Bernardo. Es decir, una vez que había sido adquirido, rehabilitarlo -está protegido por ser una corrala de finales del siglo XVIII-, mantener la librería y añadir un espacio para presentaciones de libros, conferencias, representaciones teatrales, conciertos...

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"Todas esas actividades se desarrollarían en la corrala", explica Ayuso, de 67 años, entre los escombros y las vigas metálicas que hoy apuntalan el edificio. El mismo en que él vivía y que hoy okupan las palomas.

Pero todo se precipitó el pasado viernes, cuando el peso del inmueble, ya apuntalado, venció el muro de la fachada. Una grieta de un metro y varios centímetros de grosor se abrió en la pared de madrugada.

Ante el temor de que se viniera abajo y por los posibles riesgos personales, la librería está cerrada desde entonces. Pero, en los más de 400 metros cuadrados de libros, que permanecen como aislados bajo el edificio en ruinas, el trabajo es frenético: los libreros de Fuentetaja retiran uno a uno los libros de las estanterías y los colocan en cajas de cartón. "Estamos devolviendo los fondos para que los libros sigan su ruta comercial en otros sitios", dice Ayuso.

El alcalde, cliente asiduo, como su padre, de la librería, no ha respondido aún a la última carta de Ayuso. Pero sí lo ha hecho a todas las anteriores, "muy rápidamente y compartiendo interés por el proyecto", agrega Ayuso. "Pero, tal cara me pusiste, tal cuerpo me dejaste", dice el librero.

A finales del año pasado, los propietarios de Fuentetaja se entrevistaron con responsables de Urbanismo para solicitar el cambio de uso, de viviendas a centro cultural, y explicar la situación del inmueble. Una valoración realizada por el instituto Intemac advertía del riesgo de derrumbamiento. "Siempre ha habido buenas intenciones y menor eficacia", comenta Ayuso.

Y, paradójicamente, los hechos que han obligado a cerrar las puertas de la librería pueden suponer también que pueda volver a abrirse una Fuentetaja convertida en centro cultural. Porque esos ladrillos con dos siglos de vida ya no aguantan más y no parecen poder esperar a los lentos pasos de la burocracia.

El Ayuntamiento, a la espera de "encontrar" el expediente, dice que "hay una denuncia en 2005 por obras de rehabilitación con sustitución de cubierta en su totalidad y una estructura metálica. Y parece que hubo precinto. Está en la sección jurídica".

Mientras, centenares de libros podrían quedar sepultados en cualquier momento bajo los escombros de un precioso edificio del XVIII. Más pronto que tarde, no habrá nada que escribir ni que hablar, y sí mucho que hacer.

Fachada del edificio donde estaba la librería Fuentetaja.
Fachada del edificio donde estaba la librería Fuentetaja.BERNARDO PÉREZ

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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