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Reportaje:

La penúltima reencarnación de Chalabi

El político más astuto de Irak renace de sus cenizas al frente de un comitéque va a compensar a los ciudadanos por los excesos de las fuerzas de seguridad

Ángeles Espinosa

Su traje impecable contrasta con los muros de hormigón y las alambradas que le rodean, pero él lo lleva con una naturalidad sólo comparable a la que le ha permitido pasar de favorito de Washington para dirigir Irak en 2003 a gestor de compensaciones por los excesos de las fuerzas de seguridad cuatro años más tarde, después de haber sido marginado por las urnas en 2005. Ahmed Chalabi ha vuelto a la primera línea de la política gracias a sus vínculos con Múqtada al Sáder y a una oportuna dulcificación de su imagen de laico recalcitrante. Nadie duda de que trabaja para lograr una nueva base política en Bagdad.

"No estuve dispuesto a plegarme a los estadounidenses y pagué por ello", dice
"Quiero poner en marcha un proceso de reconciliación", afirma el político

"Mi ambición ahora es poner en marcha un proceso serio de reconciliación con objetivos claros y resultados visibles, que permita avanzar el desarrollo del país", explica Chalabi en su domicilio del barrio de Mansur. Un objetivo sin duda sorprendente para un hombre al que los analistas habían desahuciado de la política. Abandonado por sus padrinos estadounidenses al probarse falsas sus aseveraciones de que Sadam escondía armas de destrucción masiva, y carente de respaldo popular, este político nato, que antes estuvo acusado de malversación de fondos, se ha reinventado a sí mismo.

El primer ministro, Nuri al Maliki, acaba de ponerle al frente de un Comité de Apoyo Civil encargado de ganarse el respaldo de los ciudadanos para el plan de seguridad de Bagdad. Pero Chalabi aclara enseguida que no se trata de una mera iniciativa de seguridad sino de algo más amplio. "Intentamos proteger a la gente de los resultados de las operaciones militares, dar consejo legal a los detenidos, mejorar los servicios públicos y restablecer las relaciones entre las comunidades".

La tarea encaja sin duda con sus anhelos. Por un lado, va a permitirle lograr una popularidad que hasta ahora se le resistía, como lo probó su fracaso electoral en 2005. Compensar a aquellos ciudadanos cuyas propiedades resulten dañadas por las fuerzas de seguridad, sólo puede granjearle simpatías. Por otro, le da voz en los asuntos de seguridad al incluirle en las reuniones semanales de los responsables iraquíes con el embajador y el jefe militar estadounidenses.

Para llegar ahí, este chií laico y occidentalizado, que ha pasado la mayor parte de su vida fuera de Irak, ha recorrido un largo camino. Chalabi venía cultivando sus relaciones con los principales líderes político-religiosos chiíes, incluido el antiamericano Múqtada al Sáder, desde que Paul Bremer, a la sazón administrador estadounidense, eligiera a su rival Ayad Alaui como primer ministro del Gobierno transitorio.

Pero en el último año, se le ha visto en los funerales de las víctimas chiíes de la violencia sectaria e incluso en los rituales religiosos de las fiestas señaladas, para los que cambió la camisa y la corbata por una camiseta negra, pero mantuvo el traje.

"Trabajé muy duro para librarnos de Sadam, pero luego no estuve dispuesto a plegarme a las exigencias de los dirigentes americanos y pagué las consecuencias", explica sin entrar en detalles. "Hubo un punto sin retorno: los enfrentamientos de Nayaf y Faluya . Me encontraba en el despacho de Bremer cuando le llamaron para decirle que los soldados españoles se negaban a disparar contra los partidarios de Múqtada. Se enfadó, pero yo estuve de acuerdo".

En su opinión, "la mayor amenaza de seguridad no la plantea Múqtada y su gente, sino Al Qaeda que es la responsable de las matanzas sectarias". Asegura que ese clérigo radical ha dado su visto bueno al plan de seguridad. "La respuesta de la comunidad chií vuelve a estar bajo control como lo estuvo durante dos años hasta el atentado de Samarra", señala. "Respecto a los suníes, el problema es determinar quién es su líder político. ¿Son los representantes en el Parlamento? No se sabe".

La imagen de Chalabi ante los suníes no es buena. Ha influido ese acercamiento a los militantes chiíes y sus contactos con Irán, pero también su cargo al frente de la Comisión de Desbaazificación, que mantiene. "No hay contradicción", defiende. "Los principales beneficiarios de la comisión han sido los baazistas. ¿Cuántos asesinatos ha habido? No muchos si se compara con las matanzas que se produjeron tras el bombardeo de 1991", manifiesta. "Suprimir la comisión no ayudaría a la reconciliación, sino todo lo contrario, porque crearía una reacción del otro lado".

Sin embargo, aunque subraya que está trabajando por la reconciliación y el diálogo entre las comunidades, muchos iraquíes se muestran escépticos. Consideran que al aproximarse a Múqtada ha entrado en el juego de la política sectaria y desconfían de que vaya a tratar por igual a chiíes y suníes. "Hemos devuelto algunas mezquitas en el este de la ciudad y tenemos que hacer lo mismo en el oeste", responde cuando se le pide algún hecho concreto.

Admite que la violencia en Irak no puede reducirse a Al Qaeda. "Hay suníes que están luchando contra Al Qaeda, contra EE UU y contra el Gobierno iraquí. No creo que el problema del terrorismo vaya a resolverse a menos que nos pongamos de acuerdo con esa gente", resume. Además, considera muy importante que "Estados Unidos se haya dado cuenta de que su papel, aunque necesario, no es suficiente, que hace falta el apoyo de los vecinos". "Los iraníes llevan un año dispuestos a hablar", declara. "El sábado tuvieron un breve encuentro privado, pero habrá más movimientos", vaticina.

Ahmed Chalabi, en una foto de enero de 2006.
Ahmed Chalabi, en una foto de enero de 2006.REUTERS
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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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