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El inmortal Tintín y el 'centenario Hergé'

El Centro Georges Pompidou de París abre la exposición dedicada al genio belga del cómic

Georges Remi nació en Bruselas en mayo de 1907. Para celebrar la efeméride, el parisiense Centro Georges Pompidou presenta desde ayer hasta el 19 de febrero de 2007 una gran exposición sobre la vida y la obra de la principal figura de la llamada "línea clara". La muestra se titula simplemente Hergé, el alias bajo el que siempre se ocultó el más famoso dibujante y guionista europeo de historietas o cómics.

En 1984, un año después de la muerte de Hergé, la Fundación Miró de Barcelona dedicó una gran exposición a su trabajo como dibujante. Hubo entonces voces que protestaron, recordando el contenido fuertemente colonialista, patriotero y anticomunista de la obra de Hergé. Sin duda, tenían razón, como la hubieran tenido de haber arremetido contra Céline, Marinetti o Giménez Caballero, pero son razones que no sirven para explicar por qué unos logran crear personajes, figuras, retórica y realidad, y otros, con toda la buena fe del mundo, se quedan en la espuma de las cosas.

Georges Remi creció en medio de un ambiente muy católico y pequeñoburgués, afectado -como el 99% de los belgas- por la súbita riqueza de su país obtenida gracias al expolio criminal que del Congo organizara el rey Leopoldo. En nombre de la civilización cristiana, eso sí. Creció disciplinando sus impulsos a través de los boy scouts y tardó un poco en comprender que la vida iba en serio, incluso para los que tenían sentido del humor o sabían caricaturizarla.

La figura de Tintín, que nace en 1929, tiene su precedente en Totor y los Hannetons, precisamente relatos ilustrados de boy scouts. De ese Totor guardará Tintín su espíritu de servicio, los pantalones de golf, una eterna juventud y un comportamiento totalmente asexuado. Otros rasgos, como el eurocentrismo y su menosprecio por lo distinto, se borrarán enseguida. La fobia anticomunista dejará paso a la ridiculización de todas las dictaduras. El encuentro con Tchang, el estudiante chino que conoce en Bélgica en 1934, le descubre la necesidad de documentarse si quiere hablar de China y de la invasión japonesa. La aventura titulada El loto azul es la primera en la que los orientales no son presentados de manera simplista, en la que se evita el atribuir a todo un pueblo una única característica psicológica definitoria: escoceses avaros, negros infantiles, americanos incultos, árabes malignos, etcétera.

La ocupación alemana no transforma a Hergé en un resistente heroico. Sigue publicando, en el diario Le Soir, y sin duda haciendo felices a miles de personas. Cuando acaba la guerra, lanza el semanario Tintín y luego se embarca en la aventura de la conquista de la Luna antes de que estadounidenses o soviéticos lleguen al satélite.

La exposición del Pompidou permite descubrir la correspondencia que Hergé mantiene con científicos, sus fuentes iconográficas y su esfuerzo por dotar la historieta de un nivel de información que permita desplegar la imaginación sobre bases sólidas. En 1956, ese esfuerzo desemboca en El asunto Tornasol, probablemente su historieta más trepidante y mejor articulada, libremente inspirada en las armas secretas del III Reich y en las dictaduras de los países del Este.

Para los tintinólogos, la exposición es una oportunidad de oro para descubrir el número 1 del Petit Vingtième, suplemento infantil del diario belga Vingtième Siècle y que dirigía Hergé, los bocetos de varios álbumes, la totalidad de las planchas de El loto azul o ver las cubiertas alternativas que hubieran podido tener varios libros, así como comparar las versiones de una misma aventura dibujadas con 20 años de diferencia, con un prurito cada vez más marcado de realismo. La evolución del trabajo de Hergé se parece a la sufrida por el cine que, sin perder su capacidad para embarcarse en el relato más fantasioso, reclama una creciente verosimilitud a la hora de construir decorados o concebir efectos.

El Centro Georges Pompidou, que cumple 30 años, ha querido que esta exposición sea gratuita y apta para todos los públicos. Se completa con otra -excelente- dedicada a las notas periodísticas, a los croquis sacados de la realidad por parte de periodistas con habilidad para el dibujo o por dibujantes y pintores convertidos en reporteros. El resultado agrupa a dos docenas largas de viajeros con la libreta y el lápiz siempre a punto, a veces para lograr efectos románticos como Loustal, otros para retratar con humor el Brasil tal y como hace Jano, unos terceros empeñados en captar la belleza y el misterio del momento con la ayuda de la veloz acuarela. Indonesia, Argelia, Taiwan, Tokio, Honduras, Brest, París, Vietnam, el Machu Picchu o las selvas centroamericanas, todo el globo aparece bajo un formato que tiene el atractivo de la libertad y la inmediatez y que a menudo nos conduce a los bajos fondos y el horror tal como nunca pudo verlo el gentil Tintín.La exposición permite comparar las versiones de una misma aventura dibujadas con 20 años de diferencia

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