Sobornos sin fronteras
Las multinacionales se gastaron el año pasado 400.000 millones de dólares en sobornos, plaga de la que no se libra ninguno de los 30 Estados estudiados -con datos proporcionados por empresarios de 125 países- en el último balance publicado por Transparency Internacional (TI), organización no gubernamental especializada en este tipo de informes.
El margen entre el país que mejor se comporta (Suiza) y el que peor (India) es estrecho: de 7,8 puntos a 4,62. España se sitúa hacia la mitad, con 6,6 puntos. Esta corrupción es lesiva, sobre todo para el desarrollo de los países menos aventajados, y muy especialmente los africanos.
A pocos sorprenderá que este tipo de corrupción se concentre sobre todo en el sector de la construcción, y también en las industrias extractivas y el mercado de las armas. Los tres países cuyas empresas más sobornan son las principales economías exportadoras emergentes -Rusia, India y China-, que se están abriendo paso con este tipo de codazos, que no están a la altura de los Estados más pobres. Sigue Turquía, que aspira a entrar en la UE. Los empresarios de los países africanos han identificado a franceses e italianos como principal origen de los sobornos que les ofrecen y aceptan.
Hay convenios internacionales, como la Convención Antisoborno de la OCDE, que prohíben esas prácticas, pero el listado de Transparency Internacional demuestra que muchos Estados firmantes hacen la vista gorda; y no digamos los que no son miembros de esa organización, como China. Es cierto que sin ese engrase muchas compañías no podrían competir fuera de sus fronteras: razón de más para evitarlas, en beneficio de un comercio mundial más transparente.