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Reportaje:Muerte de un joyero en Centro

Dos veces en el punto de mira

El empresario asesinado fue asaltado y tiroteado el 15 de mayo. Se salvó al encasquillarse el arma

José Manuel Mateo Redondo, de 59 años, el joyero asesinado a tiros en plena calle en el centro de Madrid el martes, ya fue víctima de un atraco que pudo costarle la vida el 15 de mayo. Entonces, dos hombres le abordaron en el aparcamiento que tenía en la calle de Jacometrezo cuando se disponía a entrar en su automóvil. En esa ocasión también se produjo un forcejeo en el que tampoco consiguieron arrebatarle su maletín. Los asaltantes le dispararon, pero el arma se encasquilló y Mateo salvó la vida, aunque no se libró de una brutal paliza. Por este incidente decidió hace poco cambiar de aparcamiento y de oficina. El martes, cuatro meses más tarde, no tuvo la misma suerte. La policía ve muy probable que ambos hechos estén relacionados.

Los agresores usaron un arma de pequeño calibre, fácil de ocultar bajo la mano
José Manuel llevaba una bolsa con alhajas valoradas en 50.000 euros
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Un milagro salvó la vida de José Manuel Mateo, un empresario mayorista de joyería y directivo del gremio de joyeros y plateros de Madrid, hace cuatro meses. "Pero esta vez ya no ha podido contarlo", explicó ayer Fernando Mateo, su hermano y socio en la empresa. El pasado 15 de mayo, José Manuel salió de su oficina en la calle de Jacometrezo, al lado de la Gran Vía, y se dirigió a un aparcamiento de esa calle donde estacionaba su automóvil. Le abordaron dos individuos armados con una pistola y trataron de arrebatarle el maletín donde transportaba joyas.

Como el día de su asesinato, se resistió fieramente y los asaltantes le dispararon. Pero entonces el arma se encasquilló y los agresores le propinaron una brutal paliza. Tampoco consiguieron el botín. "Al día siguiente lel hombre legó aquí con la cabeza cosida de arriba abajo", explicaba ayer el conserje de la finca donde se encontraba su antigua oficina.

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Mateo volvió a nacer. Pero su segunda vida sólo le ha durado 18 semanas. "Él podía tener un miedo interior, pero no nos lo decía. Quería normalidad, tomaba medidas de seguridad porque esta profesión tiene mucho riesgo, pero no éramos conscientes de su miedo. Éste es nuestro negocio, y había que continuar", recordaba su hermano. Garma, la empresa familiar, se mudó a la calle de Silva. Dejaron el antiguo aparcamiento y buscaron otro en la calle de Isabel la Católica, donde el joyero se dirigía antes de ser asesinado. El suyo es el homicidio número 50 en la región en este año.

El martes, según las primeras investigaciones, José Manuel Mateo salió acompañado de un sobrino de su oficina, en la calle de Silva, 2. Llevaba un maletín negro con documentación y una bolsa de viaje en cuyo interior portaba joyas por valor de unos 50.000 euros. A la altura del número 13 de la calle de Isabel la Católica, dos individuos de unos 30 años le esperaban en el interior de un Renault Clio azul oscuro con placas de matrícula 6711 CRT, que, según fuentes del caso, no consta como robado.

Los ocupantes eran un individuo moreno, con el pelo corto, de 170 centímetros de altura y de complexión fuerte. Le acompañaba otro sujeto de la misma edad, estatura similar, pelirrojo, de complexión normal y tez blanca, según la descripción de los testigos. "Uno de ellos no paraba de fumar. Llevaban ahí varias horas", explicó un vecino. Sobre las 19.50, este último recibió una llamada en el móvil y salió del vehículo a pie hacia la Gran Vía.

En ese momento, el individuo moreno, que llevaba gafas de pasta, se enfundó un mono de trabajo azul oscuro nuevo y una gorra para evitar ser reconocido. Salió del vehículo y, sin mediar palabra, se abalanzó por la espalda sobre el empresario de joyería, que se resistió al atraco, por lo que comenzó un forcejeo.

El asaltante se desesperó y le descerrajó entre cuatro y cinco tiros. Según las primeras investigaciones, sobre la víctima impactaron tres de ellos. "Fue terrible, creo que le vació el cargador", explicó un vecino que lo vio desde su balcón.

José Manuel se desplomó en el asfalto y algunos testigos intentaron entonces defender a la víctima. Una de las personas que estaba junto al lugar del atraco logró retener al atacante durante unos segundos, pero este último se zafó en el mismo momento que llegaba una moto de gran cilindrada, una BMW con placas de matrícula 2532 CZY que, posteriormente, se comprobó que no corresponden con el bastidor de la moto.

Algunos testigos del ataque, ocurrido frente a la salida trasera del teatro Lope de Vega, donde se representa el musical Mamma mía, relataban el martes por la noche que, tumbado en el suelo, José Manuel se colocó el maletín detrás de la nuca. para protegerlo. Y que, antes de perder el conocimiento, tuvo tiempo de realizar una llamada a un familiar.

Los atracadores huyeron a gran velocidad en dirección contraria por la calle de Flor Baja, causando el pánico entre los transeúntes con los que se cruzaban. Mientras, Mateo yacía tendido en el suelo. Cuando llegaron los facultativos de una UVI móvil del Samur-Protección Civil, le hallaron en parada cardiorrespiratoria, de la que pudieron reanimarle. Fue trasladado al hospital Clínico con tres heridas de bala: dos en el abdomen, que le perforaron la arteria aorta y la vena cava, y una en la ingle. Al cabo de pocos minutos de entrar en el quirófano, murió sin que los médicos pudieran salvarle.

El Renault Clio donde esperaban los asaltantes y que dejaron abandonado en la calle, así como la BMW en la que huyeron, que fue encontrada por un policía pocos minutos después en la calle del Río, frente al Senado, fueron inspeccionados por especialistas de la Policía Científica y trasladados a las dependencias policiales de Moratalaz para ser analizados.

Las primeras investigaciones apuntan a que los asaltantes utilizaron una pistola de pequeño calibre, posiblemente del 22. Se trata de una bala de 2,2 centímetros de largo utilizada frecuentemente por bandas de criminales por su potencia en distancias cortas y por la facilidad para ser ocultada bajo la mano.

José Manuel Mateo era vecino de Torrelodones. Estaba casado y tenía dos hijos. Nacido el 24 de noviembre de 1946, se había dedicado a la joyería, siguiendo el negocio familiar que inició su abuelo y continuó su padre, Ángel. El día después del asesinato tenía previsto salir de viaje.

"Podía llevar gran cantidad de joyas porque hoy tenía previsto salir para Levante a visitar a varios clientes. Se dedicaba a vender por toda la Península", comentó su hijo José Manuel. "Desde que sufrió el anterior atraco cambió de aparcamiento. Eligió uno que tenía vigilancia para evitar que le volvieran a atracar". Pero fue asesinado enfrente de él y a 250 metros de una comisaría.

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