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Los barones socialistas atacan a Royal por desafiar los tabúes

El líder del PS francés, Hollande, critica a su pareja por saltarse el programa educativo

La batalla por la candidatura del Partido Socialista francés (PS) a la presidencia de la República vivió ayer un episodio revelador de cuáles serán los temas de la campaña. De forma unánime, los barones socialistas lanzaron un duro ataque contra la favorita de los sondeos, Ségolène Royal, que una vez más se había atrevido a romper un tabú de la izquierda francesa: el sistema de escolarización por barrios.

La noche del martes, en la reunión del buró político, el primer secretario, François Hollande -compañero sentimental de Royal-, se vio obligado, ante la fuerte presión a la que fue sometido, a lanzar una advertencia contra "aquéllos o aquéllas que no se atienen al programa del partido".

A menos de un mes para la presentación de las candidaturas, con Royal encabezando todos los sondeos, el ex primer ministro y candidato derrotado en 2002, Lionel Jospin, amagaba ayer de nuevo sobre su "disponibilidad" a asumir el puesto de candidato, pero sin desvelar si se someterá a la votación de los militantes. En una entrevista en Le Parisien, Jospin seguía deshojando la margarita con declaraciones de corte poético. "Mi caballo puede estar encabezando la carga o bien en el pelotón de los caballeros", decía. Pero todo parece indicar que el intento de Jospin de unificar y encabezar las fuerzas antisegolenistas no acaba de cuajar. Pero si Jospin planea sin mojarse por encima del campo de batalla, éste no es el caso de los barones socialistas que compiten con Royal por la candidatura, especialmente Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn.

Las declaraciones de la favorita de los sondeos en el sentido de que habría que "suprimir" o al menos "flexibilizar" el llamado mapa escolar, se convirtieron en munición de grueso calibre. El mapa escolar fue establecido a principios de la década de 1960 cuando el Estado se enfrentaba a la decisión sobre dónde debían construirse las escuelas públicas, y consiste básicamente en la obligación de las familias de escolarizar a sus hijos en la escuela de su barrio.

Lo que en su momento tenía sentido, pues actuaba como un mecanismo de integración social, y que sigue teniéndolo en determinadas áreas rurales o menos pobladas de Francia, se ha convertido ahora, cuatro décadas más tarde, en un mecanismo perverso que ha acabado creando auténticas escuelas-guetos, trampas sociales de las que sólo los que disponen de medios económicos pueden escapar, y que funciona como trampa para los menos afortunados, limitados a las escuelas más problemáticas y con menor nivel educativo.

Nadie niega en Francia que las familias con medios suficientes hacen todo tipo de trampas para saltarse la carta escolar. Desde matricular a sus hijos en las escuelas e institutos concertados -que están viviendo un auge sin precedentes- hasta mudarse de barrio, inscribirse en el censo en casa de parientes o amigos y una larga serie de trampas más o menos legales.

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El problema es mayor en las grandes ciudades, donde hay posibilidad de escoger. Los expertos calculan que en París el 40% de los alumnos no estudia en la escuela de barrio que le correspondería, hasta el punto de que en determinados distritos, el precio de las viviendas varía en función del colegio o instituto que le corresponde.

La derecha hace tiempo que sostiene que el sistema debe cambiarse. El ministro del Interior y probable candidato a la presidencia, Nicolas Sarkozy, lo ha incluido en su programa. Royal se ha propuesto no negar la realidad, pero para sus rivales poner este tema sobre la mesa es sacrilegio. Especialmente para Laurent Fabius, que se presenta como el hombre más a la izquierda del partido.

El martes, en la reunión del Buró Nacional del PS, al que Royal no pertenece, lanzaron un ataque para forzar al primer secretario a que llamara la atención a su compañera por saltarse el programa común que se han comprometido a respetar todos los candidatos.

Ségolène Royal pasea por La Rochelle con su compañero, el líder del Partido Socialista, François Hollande.
Ségolène Royal pasea por La Rochelle con su compañero, el líder del Partido Socialista, François Hollande.REUTERS

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