Un jardín para las fotos de las bodas
Dolores Aguirre nació en la misma casa en la que vive, en las afueras de Berango, una finca que mantiene las puertas de sus jardines abiertas. Aunque la ganadera reside la mitad del año en Constantina, en Berango guarda sus trajes ("la importancia de este detalle no lo entiendes porque eres hombre", le comenta al periodista), pero afirma que también se encuentra "felicísima" en la finca sevillana.
Los cambios que ha vivido su localidad natal no le afectan en demasía. "Cuando vives siempre en el mismo lugar no te llaman tanto la atención las transformaciones. Hay veces que te enfadas muchísimo porque construyen de forma desordenada o sin gusto, pero también hay cambios beneficiosos, como la autovía a Sopelana que ha sacado el tráfico del centro del pueblo", indica.
Sus jardines han servido de escenario para miles de bodas y comuniones. "Desde que éramos chiquitos, se han sacado fotos de las bodas en el jardín. Nos divertía muchísimo ir a ver a los novios, que siempre eran de Berango. Ahora ya no. No se sabe por qué, pero vienen de otros lugares, a veces lejísimos", comenta.
Tantos años de invitados desconocidos dan para muchas anécdotas. Como aquella en la que un amigo de su marido le dijo: "Hay que ver el negocio que se ha montado tu mujer con las fotos de las bodas y las primeras comuniones". Federico Lipperheide respondió con asombro: "Que no, que son gratis", ante el desconcierto de su amigo, que no se podía creer cómo cedían de ese modo su estancia.
Desde que una vez se vieron observados por varios espontáneos mientras comían, Aguirre hay cosas que ya no permite, "como subir más arriba de la mitad del jardín". En general, sus relaciones con estos "invitados" es cordial, aunque no faltan malentendidos. "El otro día no me dejaban entrar en casa. Me decía uno: '¿No ve que se está haciendo un reportaje de bodas?"
