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La CIA secuestró a un ciudadano argelino en Tanzania y lo encarceló 16 meses

Laid Saidi permaneció en Kabul en una celda próxima a la del alemán Jaled el Masri

Más desaparecidos aparecen y denuncian. El ciudadano argelino Laid Saidi fue secuestrado en mayo de 2003 por agentes norteamericanos en Tanzania y trasladado en avión a Kabul, la capital de Afganistán, donde permaneció durante 16 meses en prisión hasta recobrar su libertad en agosto de 2004. Saidi ya llevaba siete meses en la cárcel cuando hasta allí fue conducido de manera forzada el ciudadano alemán de origen libanés Jaled el Masri, secuestrado el 31 de diciembre de 2004 en la frontera de Macedonia y Serbia. Ambos estuvieron en celdas próximas y sufrieron tratos crueles y degradantes.

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El diario norteamericano The New York Times anticipó ayer la noticia con una entrevista en la que Laid Saidi señala: "A veces lloro y tiemblo cuando pienso en esto", en referencia a su secuestro y malos tratos. El diario señala que Saidi concedió la entrevista en Argelia, donde reside, "vistiendo una bata blanca, la cabeza tocada por un pañuelo y luciendo dos zapatos blancos que, según dijo, le dieron sus secuestradores antes de dejarle en libertad, en agosto de 2004". Añade la información que "la única prueba física que ofreció de su encarcelamiento han sido marcas ya ligeras en sus muñecas por haber sido colgado, dijo, del techo de su celda durante cinco días".

Saidi, de 43 años, residía en Tanzania, donde dirigía la fundación islámica Al Haramain, organización benéfica con base en Arabia Saudí que promueve la interpretación del islam desde el punto de vista del movimiento fundamentalista wahabista. El 10 de mayo de 2003, Saidi fue arrestado por la policía de Tanzania, y conducido a una prisión de Dar es Salaam. Su esposa denunció su detención. Las autoridades de inmigración informaron de que había sido deportado a la frontera, en Kasumulu, entre Tanzania y Malawi.

Después de permanecer una semana en prisión, Saidi, según su versión, fue entregado a un grupo extranjero, una mujer y cinco hombres. Vestían de negro y llevaban máscaras negras.

"Nadie le va a defender"

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"Los de Malawi me vendaron los ojos y me desnudaron. Escuché que me tomaban fotos. Luego los agentes me quitaron la venda y me cubrieron los ojos con algodón y esparadrapo, me insertaron una clavija en el ano y un pañal desechable antes de volver a vestirme. Me cubrieron los oídos, engrillaron mis manos y pies y me llevaron a un avión donde me colocaron en el suelo", recuerda Saidi. "Fue un largo viaje, de la noche del sábado hasta la mañana del domingo. Me llevaron a una prisión oscura, casi sin luz. Llegaron hombres de negro y uno de ellos, a través de un intérprete, me gritó: 'Usted está en un lugar que se encuentra fuera del mundo. Nadie sabe dónde está usted, nadie le va a defender".

Según Saidi, sus captores eran norteamericanos. "Hablaban en inglés y estaban a cargo de la prisión de Afganistán", dijo en la entrevista citada. Según el testimonio que recoge The New York Times, Saidi fue encadenado a la pared por una de sus manos en una celda sin ventana donde había un cubo y una botella en sustitución de la inexistente letrina. Allí estuvo durante una semana, antes de ser trasladado a otra prisión.

"Al fin podría saber por qué razón estaba allí", recuerda Saidi que pensó en aquel momento. "Pero las preguntas que me hicieron sólo aumentaron mi confusión", asegura. "Lo que parecía interesarles era una conversación telefónica que, decían, yo había mantenido con la familia de mi mujer, en Kenia, sobre aviones. Yo no recordaba haber hablado sobre aviones, pero, les dije, sí de neumáticos, ya que mi cuñado pensaba venderlos desde Kenia a Tanzania", señaló.

"Les expliqué que estaba mezclando el inglés con el árabe y utilicé la palabra tirat, convirtiendo neumático en plural añadiendo en árabe el sonido at. Aquel que estuviera escuchando la conversación entendió que la palabra era tayarat, que significa aviones en árabe". Saidi permaneció en esta segunda prisión encadenado durante cinco días sin ropa ni comida. "Me golpeaban y me echaban agua helada, me escupían y en ciertas ocasiones me daban de beber agua sucia. El estadounidense me dijo que moriría allí", recuerda. Le devolvieron a la cárcel oscura. Después le trasladaron a una tercera prisión. Por los guardias afganos pudo saber Saidi que se encontraba en las afueras de Kabul. Fue allí donde coincidió con otro secuestrado: el ciudadano alemán de origen libanés, Jaled el Masri. Mientras El Masri era puesto en libertad en mayo de 2004, cinco meses después de su secuestro, los captores liberaron a Saidi en agosto de 2004, 16 meses después de su rapto. Ambos fueron puestos en libertad sin cargos.

Aunque no quiso comentar la información, un portavoz de la CIA, Paul Gimigliano, señaló al diario que trasladar prisioneros a terceros países para ser interrogados "es un instrumento en la lucha contra el terrorismo que Estados Unidos ha utilizado durante años de acuerdo con sus leyes y compromisos internacionales".

Laid Saidi, fotografiado en Argel el pasado mes de junio.
Laid Saidi, fotografiado en Argel el pasado mes de junio.SAMANTHA APPLETON (THE NEW YORK TIMES)

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