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Reportaje:

El teatro es pura escuela

Alumnos de un barrio obrero de Barcelona llevan sus montajes al circuito profesional

J. A. Aunión

Bienvenidos al cabaret. Se apagan las luces y se abre el telón en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Los 27 actores que saltan al escenario logran emocionar al público con el espectáculo musical Bailando con Bob, un homenaje a la figura de Bob Fosse, coreógrafo y director de obras como Chicago o Cabaret. Los bailes son espectaculares, los personajes, creíbles, y los actores, alumnos y ex alumnos del instituto público de secundaria Pablo Ruiz Picasso, de Torre Baró, en Nou Barris

una zona obrera de Barcelona.

El grupo de teatro, que nació en 2002 de la mano de una voluntariosa profesora de lengua, Luisa Casas, y un solo alumno, ha logrado saltar del salón de actos al circuito profesional. La historia empezó con el montaje Canción de Navidad. Le siguió Escenas de Oliver Twiste, basada también en la obra de Charles Dickens, que les valió varios premios y que representaron en el Teatro Poliorama de Barcelona, la Sala Grande del Teatro Nacional de Cataluña y en el Festival Internacional de Teatro Girona/Salt, Temporada Alta. Y con su último montaje, Bailando con Bob, han pasado por el Teatre Zona Nord y el SAT (Sant Andreu Teatre) de Barcelona antes de llegar, hace unas semanas, al Círculo de Bellas Artes, en Madrid.

"Nos da otros valores, nos enseña a respetarnos unos a otros", dice una alumna

Allí, viendo a los 27 chicos sincronizar sus movimientos siguiendo el compás de la música, teniendo en cuenta que son adolescentes y no son profesionales, es inevitable pensar en el enorme esfuerzo que han desarrollado. "Porque hay que recordar que el instituto no se ubica precisamente en una zona privilegiada socialmente ni de población histórica estable, y que el porcentaje de alumnos que terminan la ESO está por debajo de las media", dice el director del centro, Ignasi Llompart.

Luisa Casas, la impulsora de todo, no deja de insistir en que el grupo, por el que han pasado ya más de 60 alumnos, trata, simplemente, de "enganchar" a los chavales. "Esto no es para resolver problemas. Lo hice porque intuí que era lo que debía hacer". "Y todo esto que se ha generado, ¿sirve de algo? Sí, aunque no sé exactamente para qué -se responde ella misma-, quizá se llevan consigo una experiencia vital irrepetible".

Pero lo cierto es que sirve para algo más. El primer miembro del grupo se llama Aitor Cruz. Estaba en 3º de ESO cuando empezó. Ahora tiene 18 años y acaba de terminar 1º de bachillerato. Los dos años anteriores los pasó en blanco; había decidido dejar los estudios. Pero los ha retomado porque quiere entrar en el Institut del Teatre. "Si no hubiera sido por el teatro, me hubiera metido de yesero con mi cuñado", dice. Aunque hay de todo. Mientras José Antonio Martínez (15 años) se siente espoleado para estudiar gracias al teatro -"me ayuda a concentrarme", dice-, otros, como Marcos de los Santos (17 años) no cree que vaya a acabar el bachillerato.

Y más allá de los estudios, el teatro abre la mente de los chavales, en barrio donde no había prácticamente "opciones culturales", señala otra de las actrices, Laura Carrillo (20 años). Ahora estudia Relaciones Laborales en la universidad. "El teatro te da otros valores. Nos enseña a respetarnos unos a otros. En el grupo nadie le dice a un compañero 'tú estás gordo". Alfredo Izquierdo (19 años), otro de los ex alumnos que siguen participando en el grupo, habla del valor del trabajo: "Esto nos ha demostrado que con un poco de esfuerzo se puede hacer algo que emociona", asegura este estudiante de Ingeniería Química.

Pero no es un poco de esfuerzo, es mucho, asegura Luisa Casas. Ensayan dos veces por semana, siempre en horario extraescolar, desde primera hora de la tarde hasta casi anochecido o lo que haga falta "si se acerca el estreno", dice Alfredo. Trabajan en una sala muy pequeña, donde se preparan las coreografías, los textos, todo por separado, para terminar uniéndolo finalmente. Y el trabajo no termina ahí. Luisa no se cansa de destacar, en particular, la labor en la producción de Concha Rojas, la profesora de matemáticas, y, en general, de todo el claustro de profesores y del equipo directivo del centro. Al final de la última representación en Madrid, Luisa Casas sale junto a sus actores a saludar al público puesto en pie. "Una experiencia irrepetible".

Los alumnos del instituto Pablo Ruiz Picasso, en una de sus actuaciones teatrales.
Los alumnos del instituto Pablo Ruiz Picasso, en una de sus actuaciones teatrales.

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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