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Reportaje:

Europa mide sus fuerzas antes de crecer más

La ampliación y el futuro de la Constitución serán los platos fuertes de la cumbre de la UE de esta semana

Andreu Missé

Con las incorporaciones de Bulgaria y Rumania, con una muy alta probabilidad en 2007, se cierra temporalmente la entrada de nuevos miembros a la UE. El club, que con estas adhesiones contará con 27 Estados, quiere darse un respiro y medir mejor sus fuerzas antes de aceptar nuevos socios. La medida para aceptar nuevos aspirantes es la llamada "capacidad de absorción" de la UE. Las discusiones para definir y valorar esa capacidad y el futuro de la Constitución constituirán el plato fuerte de la agenda de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebrará en Bruselas los próximos días 15 y 16. Los líderes también acordarán una mayor implicación de la UE en los desafíos de la emigración y definirán la política europea de la energía.

Después de Rumania y Bulgaria no habrá más adhesiones "en los próximos años"

La ligazón de la ampliación de la UE a su capacidad para asimilar nuevos miembros ha llegado de la mano de Francia. Para París, el no de los franceses a la Constitución europea de hace un año estuvo estrechamente relacionado con el temor de sus ciudadanos a que la entrada de nuevos países pusiera en peligro sus empleos y su modelo de protección social. La propuesta francesa, inspirada en los acuerdos del Consejo Europeo de Copenhague en 1993, afirma que la capacidad de absorción "es una condición de la adhesión de los países candidatos". En su exposición la capacidad de absorción debe incluir tres dimensiones: política y financiera (la ampliación debe ser compatible con el proyecto político y la posibilidad de su financiación); institucional (la UE debe adaptar sus instituciones a la entrada de nuevos Estados asegurando su eficacia), y democrática (necesidad de tener en cuenta el punto de vista de los ciudadanos para proseguir las ampliaciones), que está resultando la más polémica.

El espíritu y parte de la letra de la propuesta francesa ha sido recogida en los borradores de conclusiones de la cumbre de esta semana. La definición de la capacidad de absorción y los parámetros para definirla se ha convertido en el asunto más espinoso de las reuniones del Comité de Representantes Permanentes que prepara la reunión de jefes de Estado y de Gobierno.

El último borrador sostiene que "será importante asegurar en el futuro que la Unión podrá funcionar efectivamente y promover una profundización del proyecto común europeo". Este planteamiento tropieza con la abierta oposición del Reino Unido, y en menor medida de Holanda y Dinamarca. Sin embargo, donde la oposición británica es más radical es en la insistencia de Francia de establecer un lazo entre la ampliación de nuevos Estados y la opinión pública. Es decir, no se producirían entradas de nuevos Estados mientras no hubiera una clara aceptación de la opinión pública.

Holanda ha presentado una enmienda que podría desatascar el conflicto. Se trata de "mejorar la calidad del proceso de ampliación". La Haya quiere que se mantenga el rigor en la exigencia de las condiciones a los nuevos socios en todo el proceso. Propone iniciar las negociaciones por los capítulos que sean más comprometidos y requieran más esfuerzo para los candidatos. Considera que ha sido un error el sistema de empezar las negociaciones por los asuntos técnicos más fáciles y dejar para el final los capítulos de mayor calado político, que "se resuelven en el último momento por presiones de los Gobiernos al margen de los cumplimientos".

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La presidencia austriaca en este punto propone un debate a fondo de todos los asuntos vinculados a la capacidad de absorción en el Consejo de diciembre, que tendrá en cuenta un informe específico elaborado por la Comisión Europea sobre esta materia. La Comisión "se toma en serio las preocupaciones de los ciudadanos sobre el ritmo de la ampliación", advierte el comisario Olli Rehn. En su opinión, después de Bulgaria y Rumania, "ninguna otra adhesión nueva está prevista en el curso de los próximos años".

El debate que aflora ahora sobre la capacidad de absorción es, sin duda, la resaca del no a la Constitución de Francia y Holanda de hace un año, que ha encallado todo el proyecto europeo. Definir qué hacer con el texto de la Constitución es la patata caliente que los líderes se pasan de mano hasta llegar las elecciones de Francia y Holanda. Mientras, el proceso de aprobación no se ha detenido, y son ya 15 los Estados miembros que la han ratificado.

Al mismo tiempo, hay una obstinada resistencia de varios Estados (sobre todo Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Polonia y Suecia) a considerar el tema. Además, los dirigentes de Francia y Holanda no pierden ocasión de advertir que no volverán a presentar a la votación de sus ciudadanos el mismo texto.

Pero frente a las dos posiciones enfrentadas algo se mueve. En la reciente reunión de Klosterneuburg, Alemania sugirió que se podría cambiar el nombre de la Constitución. De todas formas, el cambio más relevante en el escenario europeo ha sido el relevo del euroescéptico Silvio Berlusconi al frente del Gobierno italiano por un europeísta convencido como Romano Prodi. El primer ministro italiano, ex presidente de la Comisión, ya se ha reunido hace pocos días con el británico Tony Blair y se entrevistará esta semana, antes de la cumbre, con el presidente francés, Jacques Chirac, la canciller alemana, Ángela Merkel, y con Wolfgang Schüssel, canciller de Austria, presidente de turno de la UE.

Schüssel ha previsto dedicar la cena del jueves a un debate sobre la Constitución. Fuentes diplomáticas indican que su propósito es preparar el terreno para que al final de la presidencia alemana, en junio de 2007 y tras las alecciones francesas y holandesas, se den las condiciones para que Berlín presente una propuesta de consenso.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.EFE

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