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Elecciones en México

La campaña mexicana se perfila como un duelo entre López Obrador y Calderón

Los candidatos presentan dos visiones opuestas de México en la última confrontación televisada

El segundo y último debate entre los cinco candidatos presidenciales mexicanos, que se antojaba decisivo según los analistas, confirmó que las elecciones del próximo 2 de julio son asunto de dos: Andrés Manuel López Obrador, de la coalición de izquierda Por el Bien de Todos, que encabeza el Partido de la Revolución Democrática (PRD), y el conservador Felipe Calderón, del oficialista Partido Acción Nacional (PAN). Los dos favoritos salieron bien parados, pese a que presentaron visiones y diagnósticos de la situación de México claramente diferenciados. El candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Roberto Madrazo, tuvo un buen desempeño, pero no lo suficiente para opacar a sus adversarios.

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Las espadas siguen en alto a menos de cuatro semanas de la jornada electoral. En contra de lo que presagiaban las encuestadoras, es muy improbable que los millones de electores indecisos tengan hoy las ideas más claras. El debate servirá, sin duda, para ratificar a los convencidos de uno u otro signo, pero despejó pocos interrogantes. Sí aportó novedades interesantes en relación con primer debate celebrado el pasado 25 de abril sin la presencia de López Obrador.

El tono civilizado que predominó durante la primera parte pareció sorprender incluso a los propios contendientes. Calderón dijo sentirse satisfecho por coincidir con su máximo rival en la necesidad de "una alianza ciudadana", se comprometió, en el caso de ganar las elecciones, a formar un Gobierno de coalición y convocó a sus adversarios a seguir debatiendo, respetar el veredicto de las urnas y sentarse a dialogar el día después de las elecciones.

Costaba creer tanta moderación en medio de una campaña extremadamente agresiva y polarizada entre los dos candidatos que encabezan las encuestas. Madrazo, el tercero en discordia, advirtió: "Por fin parece que se puede llegar a un acuerdo para suspender la contienda de descalificaciones entre Felipe y Andrés Manuel. Ojalá cumplan". Los presidentes de los cinco partidos representados en el debate se comprometieron más tarde en un programa de televisión a rubricar un acuerdo para respetar el resultado de las elecciones y favorecer la gobernabilidad. López Obrador elogió "el marco de urbanidad política" en el que se desarrollaba el debate.

Sucesión de monólogos

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Hasta aquí duró el guante blanco, en una puesta en escena formal y austera, con los cinco candidatos de pie en semicírculo, los caballeros de traje oscuro y corbatas sin florituras, y Patricia Mercado, la única mujer, con traje chaqueta rojo. La moderadora brilló por su frialdad a la hora de conceder la palabra en un formato muy rígido, que convirtió el pretendido debate en una sucesión de monólogos.

Calderón dio un giro al tono del debate, al afirmar que los mexicanos decidirán entre dos proyectos, "la sensatez y el que representa el PRD" [Partido de la Revolución Democrática], y al acusar una vez más a López Obrador de ser un peligro para México porque "propugna un gasto desequilibrado que llevaría el país a la quiebra". El candidato del PAN buscó el cuerpo a cuerpo y encontró respuesta. López Obrador acusó a Calderón de apoyar el millonario rescate de la quiebra bancaria de 1995, conocido como Fobaproa, "que benefició a los de arriba". "Miente usted", replicó el panista. Destapada la caja de los truenos, las andanadas más efectistas llegaron en el tramo final del debate. Calderón criticó el salario del chófer de López Obrador, que supuestamente tiene un hijo que estudia en Estados Unidos. Y el candidato del PRD dijo tener pruebas comprometedoras para Diego Zavala, cuñado de Calderón, en tráfico de influencias y evasión de impuestos.

Más allá de las descalificaciones, los televidentes pudieron escuchar promesas y propuestas de todos los candidatos, aunque los minoritarios Patricia Mercado, de Alternativa Socialdemócrata y Campesina, y Roberto Campa, de Nueva Alianza, quedaron difuminados por el protagonismo de los tres grandes.

En lo concreto, Calderón se comprometió a proponer cadena perpetua para los secuestradores, reducir el número de diputados y senadores, negociar un acuerdo con EE UU para desarrollar las zonas más deprimidas de México, potenciar el turismo y reducir las remuneraciones de los servidores públicos. López Obrador daría más facultades al Ejército en la lucha contra el narcotráfico, convocaría a todos los sectores a un nuevo acuerdo nacional, modernizaría el sector energético sin privatizaciones, construiría tres nuevas refinerías y establecería el referéndum y el plebiscito. Madrazo propuso crear un instituto de inteligencia policial y facultar al Ejército en el combate contra el narcotráfico, un acuerdo para lograr mayorías en el Congreso, impulsar una ley de participación ciudadana, recuperar el prestigio de México en el mundo y las relaciones con "los hermanos latinoamericanos y del Caribe" y se presentó como la alternativa entre "la izquierda radical y la derecha autoritaria".

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