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Elecciones en Italia

Prodi logra una victoria por la mínima

Enric González

"Hemos ganado por un suspiro. Y ahora nos toca gobernar". La frase de Romano Prodi pareció casi un lamento, aunque se pronunciara en un momento victorioso. Los votos de los italianos en el extranjero le dieron por los pelos la mayoría al centro-izquierda (al menos hasta la conclusión del recuento definitivo), pero fue una ventaja demasiado estrecha, formada en circunstancias demasiado difíciles.

La tarea de Gobierno se presentaba ante Prodi plagada de dificultades inmediatas, con unas elecciones municipales y un referéndum de reforma constitucional coincidentes con las fechas previsibles de su investidura. Il Professore prometió, en su primera comparecencia como candidato electo, que "Europa y paz" serían las palabras definitorias de su mandato.

El retorno a un sistema electoral proporcional explica el éxito del centro-izquierda
Una diferencia de sólo 21.000 votos dio el triunfo a la coalición opositora
Il Professore promete que las palabras "Europa" y "paz" definirán su mandato
El líder de La Unión tiene ante sí una tarea de gobierno plagada de dificultades
La nueva etapa nacerá en el ambiente crispado de una permanente campaña electoral
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Silvio Berlusconi contribuyó a enrarecer el clima de victoria agónica de La Unión, ofreciendo a la vez a Romano Prodi una mano abierta, con su referencia velada a la posibilidad de formar una gran coalición, y un puño cerrado, con su negativa a aceptar los resultados electorales provisionales. La doble y contradictoria oferta de Il Cavaliere mereció una respuesta seca a través de un comunicado: "Berlusconi falsea la realidad".

Francesco Rutelli, líder de La Margarita, criticó la actitud de Berlusconi: "De quien ha perdido las elecciones, aunque haya desarrollado una batalla extremadamente fuerte, me espero el reconocimiento de la derrota", dijo. "Han perdido, por muy poco pero de forma indiscutible, y reconocerlo supondría un gesto de seriedad y responsabilidad".

Paradójicamente, el centro-izquierda venció gracias a la reforma de la ley electoral aprobada por el Gobierno de Silvio Berlusconi inmediatamente antes del principio de la campaña, a instancias de sus aliados democristianos. El retorno al sistema proporcional, que Prodi (y el propio Berlusconi) consideraban una dificultad añadida para La Unión, fue la clave del éxito del Professore. Con el antiguo sistema mayoritario, Silvio Berlusconi habría obtenido un cómodo dominio en ambas cámaras.

Aunque no existieran objeciones aritméticas a una victoria conseguida por sólo 21.000 votos entre casi 40 millones, sí las había políticas. El filo de un fracaso estrepitoso había pasado demasiado cerca y en los partidos de la coalición prodiana circulaban reflexiones poco piadosas sobre la calidad del Professore como candidato.

Se sabía desde siempre, en cualquier caso, que lo suyo no eran los mítines, sino la Administración. Romano Prodi deberá demostrar su talento cabalgando el tigre de un Gobierno heterogéneo, con una mayoría de sólo tres escaños en el Senado y con un país necesitado de reformas urgentes y dolorosas.

"Prodi necesita un poco de calma y descanso, la campaña ha sido durísima, y lo que tenemos por delante será peor", comentó un colaborador del Professore. Antes incluso de ponerse a trabajar en los grandes problemas italianos, fundamentalmente el estancamiento económico, Prodi habrá de enfrentarse a una carrera de obstáculos llena de peligros. El primer obstáculo consiste en una larga espera antes de asumir el poder. El propio Prodi habló del "problema de esperar dos meses antes de recibir el encargo de formar Gobierno".

Ese tiempo "larguísimo", durante el cual debería efectuarse el recuento exigido por Silvio Berlusconi antes de aceptar su derrota (o celebrar una rocambolesca victoria), se debe al relevo en la Presidencia de la República. Los siete años de mandato del actual presidente, Carlo Azeglio Ciampi, expiran el 18 de mayo. Y no será él, sino su sucesor, quien tutele la formación del Gobierno del centro-izquierda.

El arranque de la nueva legislatura está fijado para el próximo 28 de abril, con Berlusconi todavía al frente del Gobierno. En esa fecha habría que elegir presidentes para la Cámara de Representantes y para el Senado. Prodi descartó ceder uno de esos puestos, segundo y tercero respectivamente en la jerarquía institucional de la república, al centro-derecha, pese al hecho de que la coalición berlusconiana hubiera obtenido más votos que el centro-izquierda en la Cámara alta. "No constaba en nuestro programa [el reparto de presidencias parlamentarias] y no veo por qué el resultado electoral debería alterar nuestro programa", declaró Il Professore cuando un periodista le preguntó sobre esa posibilidad.

La actitud de Romano Prodi garantizaba que la decimoquinta legislatura republicana arrancaría con el tono hosco con que concluyó la campaña electoral.

Y, sin embargo, resultaba políticamente imprescindible negociar con Silvio Berlusconi, que ayer ofreció "diálogo sobre los grandes temas" empezando por el nombre del sucesor de Carlo Azeglio Ciampi. El presidente de la República es elegido por el Parlamento y, tradicionalmente, debe contar con el consenso, o al menos el asenso, de una amplia mayoría de los diputados y los senadores.

Una decisión unilateral del centro-izquierda generaría gran tensión y reduciría la efectividad del futuro jefe del Estado, cuya función constitucional consiste en arbitrar la vida política por encima de partidismos. Ciampi, el hombre más popular de Italia, ha sido un modelo.

El 11 y el 12 de mayo comenzarán, salvo imprevistos, las votaciones presidenciales. Y después del 18 de mayo, una vez realizado el relevo en el palacio del Quirinal, Romano Prodi se convertirá formalmente (salvo impensables vuelcos en el recuento de las elecciones generales) en jefe del Gobierno. La formación de su gabinete coincidirá con la agitación de una nueva campaña electoral, la de las municipales y administrativas de los días 28 y 29 de mayo, con segunda vuelta el 11 de junio.

Por si eso fuera poco, el mismo 11 o el 18 de junio podría celebrarse el referéndum sobre la reforma federalista de la Constitución, impulsada por el Gobierno saliente de Berlusconi a instancias de la Liga Norte.

La era de Prodi nacerá en el ambiente crispado de una permanente campaña. Y no contará, como había soñado el centro-izquierda, con la ventaja de un berlusconismo en declive. Il Cavaliere perdió, pero ayer dio señales claras de no tener interés alguno en volver a su casa y a sus negocios. Fortalecido por el vigor de su propia campaña electoral y por un resultado mucho mejor del que predecían los sondeos, Silvio Berlusconi se mostró dispuesto a seguir dando guerra.

[La Comisión Europea, Francia y Luxemburgo dieron ayer la enhorabuena a Romano Prodi por su victoria en las elecciones, y expresaron su esperanza en que la experiencia que adquirió como presidente de la Comisión en Bruselas permita que el Gobierno de Roma tome parte más activa en los asuntos de la Unión Europea].

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