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El MOMA recompone los retazos de la atormentada biografía de Edvard Munch

La exposición 'La moderna vida del alma' reúne 87 cuadros y 50 dibujos del artista

Falta El grito, todavía en paradero desconocido. Y de momento, no hay solución posible a su inevitable ausencia. Pero el resto de sus obras sí están y gritan con la misma angustia vital que su cuadro más emblemático. El próximo 19 de febrero, el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York inaugura la mayor retrospectiva que Estados Unidos le dedica al artista noruego Edvard Munch (1863-1944) en las últimas tres décadas, en la que se expondrán 87 cuadros y 50 dibujos que definieron la trayectoria artística de este maestro del existencialismo pictórico.

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"Edvard Munch es el poeta moderno y el filósofo de la pintura. Al mismo tiempo es profundamente emocional, quizá más que ningún otro artista de su generación", afirmó durante la inauguración Kynaston McShine, comisario de la muestra Edvard Munch: La moderna vida del alma, que podrá verse hasta el próximo 8 de mayo.

La fuente primordial de inspiración para este artista nacido en una granja en Cristiania (hoy Oslo) en 1863 fue su propia vida. Los fracasos amorosos, las enfermedades, la inestabilidad emocional y la muerte de algunos de sus allegados fueron transformados por su pincel en una letanía de emociones que impregnó toda su producción. "En la pintura debe haber personas que respiran y sienten, que sufren y aman", declaró Munch recién entrado en la veintena. Esa frase se convertiría en el credo que marcaría toda su obra, aunque muy especialmente la primera etapa de su producción, entre 1890 y principios de 1900, a la que él mismo bautizó como El friso de la vida.

A esa época pertenece El grito, del que se exhiben dos litografías en la exposición, pero también el inquietante Desesperación (1892), un cuadro que Munch definió como "el primer grito" y con el que trató de reflejar la experiencia de ver el cielo "transformarse en rojo sangre" mientras paseaba por la carretera que unía Cristiania y Nordstrand. La obra captura el incidente tal y como ocurrió y muestra a su álter ego asomándose a la barandilla mientras sus dos amigos siguen caminando al fondo. Más tarde, en El grito, esa misma figura se transformaría en una silueta amorfa cuya expresión personifica el terror del alma.

Organizada cronológicamente, la exposición analiza detenidamente la trayectoria de Munch, cuya infancia estuvo marcada por dos trágicos eventos: la muerte de su madre y de su hermana por tuberculosis cuando él era sólo un niño. Su conflictiva personalidad y su tendencia a la depresión fueron una consecuencia directa de esas muertes que impregnaron de pesimismo su existencia y su obra.

"He decidido que quiero ser pintor", declaró a los 17 años. Pronto entraría en los círculos intelectuales de Cristiania pero en 1885, durante su primer viaje a París, conocería la obra de Paul Gauguin y Vincent van Gogh, que marcaría de forma esencial su desarrollo como artista. La filosofía y la estética del simbolismo influye decisivamente en su pintura y ayuda a definir su estilo personal, marcado por la acentuación expresiva de la línea, la reducción esquemática de las formas y el uso no naturalista del color que adquiere valores simbólicos.

Entre 1890 y principios de 1900 viaja y vive entre París y Berlín y forma parte activa de la comunidad artística de ambas ciudades donde además de pintar desarrolla su obra gráfica, ilustra libros de poesía y diseña escenografías. Al regresar a Noruega en 1909 Munch ya es un pintor consagrado con encargos continuos.

En la muestra del MOMA una parte esencial son los autorretratos ya que todos los cambios psicológicos y vitales que marcaron su existencia encontraron su reflejo en la pintura. En el primer Autorretrato (1881-82) se pinta a sí mismo como un joven bohemio. En 1903, en una de sus más violentas representaciones, Autorretrato en el infierno (1903), Munch aparece rodeado de llamas y desnudo. La obra que cierra la muestra es precisamente uno de los últimos autorretratos, Entre la cama y el reloj (1940-42), en el que Munch aparece junto a un reloj sin manillas, en referencia a la escena de Fausto de Goethe en la que Mefistófeles anuncia la muerte de Fausto con la frase: "El reloj se ha parado". Para Munch, el reloj se paró en 1944, después de haber pasado sus últimos años recluido.

<i>La danza de la vida</i> (1899-1900), de Edvard Munch, de la Galería Nacional de Oslo.
La danza de la vida (1899-1900), de Edvard Munch, de la Galería Nacional de Oslo.THE MUNCH MUSEUM / THE MUNCH-ELLINGSEN GROUP / ARTISTS RIGHTS SOCIETY (ARS)

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