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Reportaje:DOPAJE | Conmoción en el deporte español

"Seamos héroes, no superhéroes"

Lastras y algunos otros corredores intentan, contra viento y marea, dar un sentido ético a su oficio

Carlos Arribas

Los ciclistas, mal que les pese, volvieron ayer a hablar de dopaje.

Los ciclistas suelen hablar mucho de dopaje. Lo hacen habitualmente en las carreras. Lo hacen también en las asambleas de su sindicato, la ACP (Asociación de Ciclistas Profesionales), que funciona fundamentalmente como una asesoría jurídica en la que todos los corredores ponen su cuota para disponer de unos abogados que defiendan a los implicados en los casos de dopaje. En sus reuniones, siempre hablan los enterados de las últimas tendencias, de la indetectabilidad de la hormona de crecimiento, por ejemplo, o de que mucho mejor, más seguro de cara a los controles, que administrarse la EPO en grandes dosis cada mucho tiempo es asumir diariamente dosis muy pequeñas, microdosis prácticamente indetectables.

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De poco más hablan en sus asambleas, a las que acuden como mucho 30 o 32 ciclistas de los más de 130 afiliados. El resto del tiempo lo dedican la mayoría a buscar formas de repartirse, en forma de autorregalos, el dinero sobrante de sus cuotas anuales. A los que intentan reflexionar un poco sobre el oficio, sobre su vida, los callan. Pero no por ello se callan.

Pedro Horrillo, que pedalea y escribe, también piensa. Cuenta estos días la tristeza que le provoca el estado de su profesión, la falta de ilusión que le invade. La pena. La vergüenza que siente a veces por ser ciclista, una profesión que hace no tanto confería a sus practicantes la consideración de héroes populares, de superhombres, que despertaba admiración. "En algunos ambientes, con algunos amigos, ni siquiera puedo decir que soy ciclista", dice. "Me miran mal por ello".

La misma sensación de indeseable sufre Chechu Rubiera, corredor del Discovery Channel, ex compañero y amigo de Heras. "Algo tenemos que hacer. Creo que vivimos el peor momento en la historia en lo que se refiere a la imagen del ciclismo y de los ciclistas", dice el asturiano, elegido por sus pares para representarlos en el consejo del UCI ProTour. "Pero del tema de mi amigo Roberto no quiero opinar hasta después del contraanálisis, que espero que salga negativo".

Pablo Lastras es otro de los pocos ciclistas pesimistas, preocupados, lo que no le impide llevar, con celo misionero, su pequeña cruzada por la dignidad de su profesión bajo el lema: "Seamos héroes, y no superhéroes".

"Creo que no sólo es tarde para salvar al estamento profesional, a mi generación, sino también a las siguientes. En el campo amateur el dopaje es una plaga", cuenta Lastras, que diariamente se entrena por sus tierras, en la cuenca del Guadarrama y del Alberche, en la raya entre Madrid y Ávila con un grupo de ciclistas aficionados. A los que habla, a los que intenta aleccionar, educar. "Y lo hago porque pienso que estoy obligado a dejar algo para el futuro, a hacer algo por el ciclismo, que aparte de mi palmarés debo dejar una herencia", explica Lastras, ganador de etapa en Giro, Vuelta, Tour y Vuelta a Suiza.

"Yo les digo a los amateurs que no hagan nada, que no tomen nada, que no tiene ningún sentido, que están afinando el método de detección y poco a poco acabarán con los tramposos, que para ser ciclista lo importante es cuidarse y sufrir, y entrenarse, que aquí milagros no hay, que aquí no hay pistolas que te digan o tomas esto o a la calle", cuenta Lastras. "Pero ellos son de una generación muy valiente, son gente que sabe lo que quiere. Y ellos me responden: 'Vale, Penkas, muy bien. Pero tú nos hablas así porque eres profesional, porque ya estás asentado, porque has logrado lo que soñabas. Pero nosotros, ¿qué? Nosotros somos amateurs que queremos ser profesionales, y que sabemos lo que tenemos que hacer para dar el salto, que si no lo hacemos no llegaremos a ninguna parte".

"Ésa es la gran trampa, la gran disculpa", continúa, serio, Lastras. "A lo que se agarran todos: 'como todos se ponen, yo también. Yo no quería, pero..."

A Denis Menchov, que puede convertirse en el ganador de la Vuelta de 2005 si se confirma el positivo de Roberto Heras, la noticia le llegó a su casa de Orel (Rusia) vía Internet ayer por la mañana. "Lo vi en una web y no me lo podía creer", dijo el ciclista ruso del Rabobank. "Después me llamaron de mi equipo, de Holanda, y me lo confirmaron. La verdad es que sería importantísimo para mí ganar la Vuelta, aunque, claro, a nadie le gusta conseguirlo en estas circustancias". Hombre de pocas palabras, Menchov no quiso ir más allá.

Denis Menchov, en una contrarreloj de la Vuelta 2005.
Denis Menchov, en una contrarreloj de la Vuelta 2005.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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