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EL FUTURO DE IRAK

Irak, la Constitución de la discordia

Chiíes, kurdos y suníes buscan con dificultades un compromiso para tener el texto listo mañana

Juan Carlos Sanz

Enclaustrados en la Zona Verde de Bagdad -el bastión de máxima seguridad protegido por los marines de los continuos ataques de la insurgencia-, 71 iraquíes tienen el reto de ponerse de acuerdo mañana sobre el futuro de su país. Las discusiones en la Comisión Constitucional del Parlamento sobre el modelo de Estado -centralista o federal, laico o islámico- desatan duros enfrentamientos, mientras los debates se empantanan a la hora de fijar el reparto de los ingresos del petróleo o los derechos civiles de las mujeres. Amenazados por ataques suicidas y tormentas de arena, intentan contrarreloj alcanzar un pacto sobre 18 capítulos legales que aún siembran la discordia en el proyecto de Constitución iraquí.

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"Quizá lo consigan. Los parlamentarios están todo el día metidos en la Asamblea, incluso comen allí, y la presión [de Estados Unidos] para que tengan el texto finalizado el 15 de agosto es muy alta", asegura Violeta Ruiz Almendral, profesora de Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, que ha asesorado en Bagdad a la Comisión Constitucional iraquí durante el pasado mes de julio. La presión de EE UU ha llegado hasta el extremo de proponer a la Comisión un texto constitucional, según informó The Washington Post citando a fuentes del comité redactor. "Nos han remitido un proyecto detallado, casi una versión completa de la Constitución", indicó el diputado kurdo Mahmud Osmane. "Los oficiales de EE UU están más interesados en la Constitución que los propios iraquíes, porque han prometido que estará lista el 15 de agosto", añadió.

"La cuestión no es si habrá texto constitucional o no, sino cuántas cosas se dejarán en el tintero", precisa esta experta española en cuestiones fiscales y de federalismo, que viajó a Irak de la mano de la ONG estadounidense Instituto Nacional Democrático, presidida por la ex secretaria de Estado Madeleine Albraight.

La Constitución iraquí surgida de las primeras elecciones tras el derrocamiento de Sadam Husein tiene que estar lista mañana para que pueda ser sometida a referéndum el próximo 15 de octubre. Así lo establece la Ley Transitoria o Constitución provisional, pactada por los grupos iraquíes con Estados Unidos antes de ceder formalmente el poder, en julio de 2004, a un Gobierno provisional iraquí.

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Desde hace dos meses, los padres de la Constitución, un grupo de diputados y expertos que aspiran a representar el complejo mosaico étnico y religioso de Irak, han tratado de diseñar las claves del futuro institucional del país. La Comisión Constitucional está integrada por 36 chiíes, en su mayoría seguidores de clérigo islámico Abdelaziz al Hakim, aunque el ex primer ministro Iyad Alaui logró incluir a ocho delegados. La alianza de los kurdos, que aglutinaba a los dos líderes nacionalistas históricos, Yalal Talabani y Masud Barzani, contó con 15 representantes. Los suníes sólo tuvieron al principio dos miembros en la comisión, pero la mediación posterior del vicepresidente Gazi al Yauar logró elevar a 17 su número de representantes, que se sumaron a los de las minorías cristiana y turca.

Hace apenas una semana, el debate en la Comisión Constitucional se encontraba completamente paralizado, con al menos 18 capítulos en el aire. Los suníes amenazaban con abandonar los debates mientras el presidente regional kurdo, Masud Barzani, convocaba una reunión urgente de su Parlamento autónomo para defender el autogobierno del Kurdistán.

Los chiíes más conservadores han amenazado con dinamitar el debate constitucional al pedir una región autónoma en el sur del país: un Chiistán donde impere la sharia o ley islámica y los ayatolás controlen los ingresos del petróleo.

En su calidad de presidente interino iraquí, Yalal Talabani, ha convocado durante esta semana reuniones de los máximos líderes de los grupos étnicos y religiosos en su residencia de Bagdad para intentar desbloquear el texto constitucional. Los miembros de la comisión no lograban ponerse de acuerdo ni siquiera sobre el nombre oficial del país.

Pero los dos grandes puntos de conflicto han sido el modelo de Estado, centralista o federal, y el papel de la ley islámica en el sistema jurídico. Cuestiones más complejas, como el estatuto final de Kirkuk y sus yacimientos de petróleo -su incorporación o no a la región autónoma kurda-, pueden quedar aplazadas hasta diciembre, cuando está prevista la convocatoria de elecciones generales.

Los kurdos, que han consolidado sus instituciones de autogobierno tras la guerra del Golfo, en 1991, eligieron también el pasado enero a los diputados de su Parlamento regional, al tiempo que votaban en las elecciones generales.

La nueva Constitución iraquí deberá resolver además la situación de las milicias kurdas. Más de 60.000 peshmergas o combatientes se alzaron en armas contra Sadam hasta 2003. Los que no se han integrado en la Guardia Nacional Iraquí, el embrión del nuevo Ejército nacional, tendrán que pasar a formar parte de una fuerza de seguridad local en Kurdistán o serán desmovilizados. La pretensión de Barzani de incluir el derecho de autodeterminación de los kurdos difícilmente se verá plasmada en la nueva Constitución.

Pero el elemento que sin duda ha animado más los debates en la Comisión Constitucional es el del papel de la religión. En el borrador del texto constitucional consultado por este diario, el artículo 2º afirma taxativamente que el "islam es la religión oficial del Estado y la fuente principal de la legislación, que en ningún caso puede oponerse a sus principios".

"Si la sharia se convierte en la única fuente del derecho, en Irak habrá que elegir entre ley islámica y democracia. Es algo inconcebible", puntualiza María Sancho, profesora de español en Irak durante dos años y que actualmente trabaja en una ONG de asistencia a la infancia en Suleimaniya, 250 kilómetros al noreste de Bagdad. Sus palabras resumen el sentimiento de las mujeres iraquíes que viven en medios urbanos, opuestas a la creación de tribunales religiosos de familia, y que temen perder los derechos que tenían bajo el régimen baazista. Centenares de mujeres se han manifestado esta semana en Bagdad y en Erbil, la capital kurda, para exigir una representación femenina del 40% en las instituciones del nuevo Irak.

El Gobierno interino, dominado por chiíes y kurdos, espera que la nueva Constitución sirva también para atraer a los suníes, de cuyas filas se nutre la insurgencia, al proceso político. Sólo la contención de la violencia puede poner en marcha los planes de retirada de los 140.000 soldados de EE UU desplegados ahora en Irak.

La profesora Ruiz Almendral recuerda las dificultades de su misión como asesora constitucional en medio de los continuos atentados en Bagdad: "Tenía que llevar a todas horas una acreditación que sólo me permitía entrar en el Parlamento y en mi residencia. No podía moverme libremente ni por la Zona Verde. Las cosas no se solucionan creando una burbuja para redactar una Constitución mientras fuera de nuestra fortaleza hay sangre y muerte y dolor".

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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