El verano sucumbe al efecto 'Reggaeton'
Bailable, sensual y altamente erótico. Si se mete en una coctelera musical algo del merengue dominicano con unas gotas puertorriqueñas, un poco de son cubano, de 'reggae' jamaicano y de 'rap' y 'hip-hop' neoyorquinos, el resultado es el ritmo de moda.
En la adoquinada plaza junto al pazo de Fefiñans, uno de los más singulares monumentos de la localidad pontevedresa de Cambados, un escenario acogía el pasado viernes las actuaciones de Lorna, Andy's Val, Jimmy Bad Boy y Toby Toon, brillantes artistas del más rabioso reggaeton. La humedad y el musgo de las piedras sobre las que bailaban las parejas entre el arrebatado público, no parecía el lugar más adecuado, pero es que hasta Galicia, que lo disfrutó esa noche entre pulpo a feria, muñeiras y caldos del lugar, ha llegado el virus del reggaeton.
Alejandro Sanz ha coqueteado con el género en un par de ocasiones. Una, acompañando a la colombiana Shakira en La tortura, un sensual reggaeton con una letra menos arrogante y explícita que las que se suelen usar; y otra, actuando en Miami junto al puertorriqueño Don Omar, la segunda estrella actual después de Daddy Yankee, en la gala de entrega de los premios Latinos Lo Nuestro. Don Omar se llevó ahí el premio a Artista del Año, mientras que Daddy Yankee al mejor disco del año por Barrio fino, que contiene La gasolina, una de las canciones más emblemáticas.
Esta música, tras un par de veranos amagando, se ha convertido en una de las protagonistas de esta temporada
El reggaeton ha entrado también en las grandes cadenas de televisión en España. Hace una semana, el programa de La Primera España Directo le dedicaba un gran reportaje. Además de la infinidad de páginas webs que lo tratan, acaba de aparecer en los quioscos Reggaeton Magazine, una revista mensual a todo color con todas las novedades sobre su mundo. La lista de CD y recopilaciones que se han publicado en España este año no es fácil de reproducir. Daddy Yankee y Don Omar tienen anunciadas giras para otoño por toda España, mientras que los que actuaron en Galicia lo hacen estos días en Barcelona, Cáceres y Murcia.
"Me gusta porque nada más oírlo te sientes obligada a bailar", ha reconocido públicamente Shakira. Quizá ahí se encuentre uno de los trucos que ha ayudado a su propagación, desde los chiringuitos más lumpen a las discotecas más cool. El baile se llama perreo y va unido a la música. Perreo y reggaeton van unidos, no se entiende el uno sin el otro. Y viceversa. El verano español, y parte del europeo, sucumben a su efecto.
Una pareja se mueve frenéticamente. De fondo se oye una música, sincopada y cortante, pero tremendamente rítmica, sobre la que se escuchan, repetidas hasta la eternidad, frases como "a ella le gusta la gasolina", "quieres que te lleve a Singapur, ven y prueba mi yogurt", "papi chulo, papi chulo, papi, papi, papi, papi chulo", "dale, don, dale", "chacarrón, chacarrón, chaca chacarrón" o "dale con el látigo". En el reggaeton todo son simulaciones, eufemismos y expresiones más o menos sutiles o descaradas. Si una estrella del género como Toby Toon, dice en su canción El látigo un estribillo como "Y si ella se porta mal ¡dale con el látigo! / Se sigue portando mal ¡dale con el látigo! / A ella le gusta el castigo / si la trato bien ella me dice estúpido", no hay que buscarle una interpretación sado ni una connotación que raya con la violencia de género: es una alusión sin rodeos al pene y al deseo de practicar sexo consentido.
Por ahí va el reggaeton, el género musical que, como un virus, ha aportado el Caribe hispano al mundo en los últimos años. España fue uno de los primeros lugares infestados en el Viejo Continente, ya en el verano de 2003 cuando la panameña Lorna, con sólo 20 años, dio a conocer el Papi chulo, una canción que llevaba un par de años triunfando en Puerto Rico, Panamá, Colombia y República Dominicana.
El reggaeton es, como casi todas las músicas, un híbrido y bastardo de muchas otras. Aúna el merengue dominicano con la plena y bomba boricuas (puertorriqueñas), el son cubano, el reggae jamaicano y el rap y hip hop de los barrios de Nueva York. Podría ser lo más parecido al raggamuffin jamaiquino pero cantado en castellano; de hecho, en los albores del género, a finales de los ochenta, el precedente al reggaeton se llamó reggae en español, y lo potenciaron, aunque no con la fuerza de estos últimos veranos, figuras como los panameños El General y Nando Boom y el puertorriqueño Vico C.
Para el colombiano Emerson Reyes, director de Radio Fiesta FM, emisora madrileña dirigida a ese sector de oyentes y que organiza con frecuencia encuentros y festivales con artistas traídos del Caribe hispano, la afición de los españoles al reggaeton comienza cuando "las colombianas o dominicanas se echan novios españoles y les llevan a sus fiestas. O al revés, cuando son los latinos los que enamoran a las españolas". Miguel Casaubón, gerente de Casablanca, una de las discotecas de los bajos de Azca, la zona madrileña donde cada fin de semana pueden concentrarse cerca de 10.000 inmigrantes de origen hispano, cree que la mezcla de público que ha visto en los últimos meses en su local responde a que "en los institutos los chavales ya se mezclan, y a esas edades se tienen menos prejuicios".
La polémica que arrastra el reggaeton procede de sus letras. Son demasiado procaces, piensan algunos, con tanta referencia al sexo. Es cierto que pueden resultar machistas y desvergonzadas, hasta el punto de que en algunos países, Perú y República Dominicana recientemente, han querido prohibirlo. Casaubón, que además dirige Sensación Latina, la representación en España de la productora panameña de El Chombo, uno de los productores pioneros del reggaeton y que está detrás de artistas como Lorna, Toby Toon, Andy's Val o Jimmy Bad Boy, piensa que las letras son muy explícitas en lo que se refiere al sexo, "pero no machistas". Casaubón argumenta que artistas como Jimmy Bad Boy están intentando "introducir el reggaeton con estilo: un poco más de clase y letras más románticas".
Sin embargo, el artista más importante del reggaeton, el puertorriqueño Daddy Yankee, ha conseguido llevar su célebre éxito La gasolina, una de esas canciones recurrentes que suenan en todos los chiringuitos y verbenas de este verano en España, a los primeros lugares de las listas del Reino Unido, tantas veces impenetrables a los sonidos latinos.
Una invención panameña
Panamá, tan próxima a Jamaica, pasa por ser el país que podría erigirse como el inventor del reggaeton si no fuera porque el trasiego entre las islas del Caribe le han ido aportando otros ecos, hasta conformar el ritmo que se conoce en la actualidad.
En la leyenda de este género se cuenta que fue la mano de obra barata jamaicana la que contribuyó, y contribuye, a la construcción y mantenimiento del canal, la que hizo popular en Panamá la melenas rastas típicas de los seguidores del reggae, con sus DJ apalancados en cualquier esquina ofreciendo sesiones sound system con los éxitos de su país y rapeando sobre ellos. Los panameños añadieron sobre las bases de esos éxitos frases en español, según las entendían, a veces sin más sentido que el onomatopéyico, quedando expresiones como dembow (base rítmica) o boom, boom (luego aplicado al movimiento del culo femenino).
Su futuro, el del reggaeton y el perreo, es sobre lo que nadie se atreve a opinar del todo. Casaubón dice que, de momento, ya es un "genero establecido, como pueda serlo el dance o el hip-hop". Reyes piensa que dependerá de "cómo sepa evolucionar". Para el director de Radio Fiesta FM, una vía sería combinar lo viejo con lo nuevo: "Se ha comprobado ya con las remezclas reggaeton de piezas de Celia Cruz, o en la que Daddy Yankee versionea a un artista salsero clásico como Andy Montañés".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.