Los primeros resultados dan la victoria en Irán al ultraconservador Ahmadineyad
El ex alcalde de Teherán aventajaba, con el recuento muy avanzado, a Rafsanyani
Los primeros resultados que ofreció anoche el Ministerio del Interior iraní otorgaban la victoria de las elecciones presidenciales al ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, ex alcalde de Teherán. Fuentes cercanas al ex presidente Alí Akbar Hashemí Rafsanyani, candidato de perfil más moderado, dieron las elecciones por perdidas. "Se acabó, reconocemos la derrota", indicó uno de sus colaboradores.
A las tres de la mañana, hora peninsular, Mahmud Ahmadineyad, ostentaba el 61,5% de los votos, con un 80% de las papeletas escrutadas, según informó el ministerio del Interior iraní, citado por la agencia France Presse. Las mismas fuentes indicaron que en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales han votado 22 millones de iraníes.
Nuevas denuncias de irregularidades empañaron ayer la jornada electoral. El Ministerio del Interior intentó suspender la votación en algunos colegios electorales, pero el Consejo de Guardianes se opuso. La votación se convirtió así en un referéndum sobre las tímidas reformas emprendidas por la república islámica y con un electorado altamente polarizado.
Partidarios del ultraconservador Mahmud Ahmadineyad hicieron un despliegue de fuerza que sólo puede dar argumentos a quienes ya denunciaron intimidaciones en la primera vuelta. Aunque el portavoz de Interior no entró en detalles, la agencia ISNA aseguró que los supervisores del ministerio habían detectado a grupos de basiyíes (voluntarios revolucionarios) que rellenaban papeletas para otros votantes.
Un colaborador del otro candidato, el expresidente Alí Akbar Hashemí Rafsanyani, denunció que varios de sus observadores habían sido detenidos cuando protestaban por las intimidaciones, entre las que citó que algunos milicianos impidieron la entrada en los colegios a las mujeres mal veladas.
El inusual enfrentamiento en los más altos niveles del régimen (todos los candidatos han sido previamente aprobados por su lealtad al sistema) refleja lo que está en juego. De un lado, el bloque compacto y disciplinado de los votantes conservadores ve en Ahmadineyad un retorno a los principios de la revolución. De otro, el frente de rechazo a esa candidatura ha reunido en torno al pragmático Rafsanyani tanto a sus seguidores como a reformistas temerosos de perder las libertades conquistadas. Un tercer grupo antisistema seguía pidiendo la abstención.
"No quiero que otros países nos califiquen de terroristas; deseo que nos den visados sin problemas, y que los inversores se sientan seguros para que nuestra economía mejore", explicaba Taha Huseini, de 23 años, mientras hacía cola en la Escuela Hekmat del barrio acomodado de Saadat Abad, al norte de Teherán. Por eso, este estudiante de último curso de ingeniería mecánica, el mayor de dos hermanos e hijo de profesionales, había votado al expresidente Rafsanyani en la primera vuelta y volvía a hacerlo ayer. "Nadie tiene su influencia y su experiencia", resumía.
"Si sale elegido Ahmadineyad tendremos problemas con el resto del mundo", aseguraba Huseini. También mostraba su preocupación por un eventual ascenso de los basiyíes, que hasta la llegada de Mohamed Jatamí imponían su ley en las calles. "Ya se ha pasado la época de que vayan diciéndole a la gente cómo tiene que vestirse o cortarse la barba", defendía tras definirse como un hombre religioso, pero "partidario de la libertad dentro de las normas islámicas".
Pero la interpretación de esas normas islámicas resulta controvertida. Lo que intelectuales, artistas y clases acomodadas urbanas interpretan como avances de la libertad, se transforma según se desciende hacia el sur de la capital en "pérdida de valores", "corrupción moral", "invasión cultural de Occidente" o "libertinaje", según justificaron varios de los entrevistados que declararon votar por Ahmadineyad.
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