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Reportaje:ELECCIONES EN EL REINO UNIDO

Los 'tories' pinchan en hueso

Los conservadores agitan el fantasma de la inmigración aunque ya no es prioridad para la sociedad

El Partido Conservador británico ha situado los problemas de asilo e inmigración en el centro de su programa electoral. Sin embargo, el debate es relativamente falso, porque las propuestas de tories y laboristas no son tan distintas y porque la polémica ha girado más en torno a la retórica que en torno a las propuestas. Ambos partidos defienden un sistema de puntos para escoger a los mejores candidatos a entrar en el país, pero, mientras los conservadores quieren introducir un máximo anual de permisos de trabajo para limitar la entrada, los laboristas lo rechazan.

Aunque ésa es una diferencia importante, a la hora de la verdad también parece retórica. Los conservadores nunca han dicho en qué cuota anual están pensando, pero, sea cual sea, parece muy difícil que ésta no esté en línea con la necesidad de mano de obra barata de la economía británica.

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Los británicos tampoco parecen frenéticamente preocupados por la cuestión de la inmigración. Englobada junto a los temas de asilo -mucho más polémicos porque los asilados consumen recursos públicos en forma de ayudas- es citada sólo por un 10% de los encuestados por la agencia Mori esta misma semana, por detrás de los temas de sanidad, fiscalidad/servicios públicos, educación, ley y orden y economía.

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¿Por qué, entonces, los conservadores se han aferrado al tema de la inmigración? "Creo que la verdadera razón es que tampoco hay muchas otras cosas de las que hablar", opina Christian Dustmann, director del Centro de Investigación y Análisis de Migraciones (Cream) de la Facultad de Económicas del University College London. "El Partido Laborista ha ocupado gran parte del terreno que era tradicionalmente de los conservadores, por ejemplo, la economía, y los tories tienen muy poco que ganar discutiendo sobre esas cuestiones. La inmigración es uno de los campos en que ellos pueden jugar fuerte. Y eso es lo que están haciendo".

"En el debate sobre inmigración hay muy poco contenido, no se sabe cuáles son los asuntos en discusión. El saldo migratorio se ha incrementado considerablemente en los últimos años en el Reino Unido, pero ha ocurrido lo mismo con el crecimiento económico y la prosperidad. La inmigración va ligada a la prosperidad económica, como ocurrió en muchos países del continente en los años sesenta. El Reino Unido tiene ahora mismo la economía más dinámica, con bajas tasas de paro y necesidad de mano de obra. Y la industria y los servicios la buscan fuera", observa Dustmann.

Martin Ruhs trabaja en el Centro de Migración, Políticas y Sociedad (Compas) de la Universidad de Oxford y ha hecho varios trabajos sobre las condiciones de trabajo de los inmigrantes. "Una característica preocupante en el caso británico es que, debido a que los laboristas se han centrado mucho en la flexibilidad de los mercados de trabajo, no está claro que se respeten siempre las condiciones mínimas de trabajo y el salario mínimo. Eso significa que, al tiempo que hay siempre demanda de trabajadores tanto cualificados como no cualificados, la creciente llegada de inmigrantes pone en peligro las condiciones de trabajo, sobre todo de los inmigrantes menos cualificados. En especial si se tiene en cuenta que hay un número muy significativo de trabajadores ilegales en Gran Bretaña", denuncia Ruhs.

A Martin Ruhs le llama la atención que, aunque la inmigración ha centrado gran parte de la campaña electoral, han pasado completamente inadvertidas las cifras de entrada de trabajadores procedentes de los nuevos socios de la Unión Europea: 130.000 entre el 1 de mayo y el 31 de diciembre de 2004, muchos más de los que esperaba el Gobierno.

Dato significativo: el 40% de ellos ha admitido que ya estaban trabajando antes de manera irregular en el Reino Unido, lo que refuerza la tesis de Ruhs de que gran número de inmigrantes trabajan en la economía sumergida y en condiciones laborales y salariales por debajo de los estándares que marca la ley.

Christian Dustmann está acabando un trabajo sobre las actitudes que se dan hacia la inmigración en diversos países europeos. "Lo que empezamos a ver es que en el Reino Unido la segunda generación de inmigrantes es bastante exitosa. Algunos grupos están mejor educados que la población blanca, están comportándose muy bien en el mercado laboral y creo que hay una convergencia muy fuerte, incluso en grupos en los que la primera generación no se comportó tan bien, como los paquistaníes o los bangladesíes. Eso contrasta con los problemas que se viven en algunos países continentales. En Alemania, por ejemplo, hay problemas para asimilar a la segunda generación de inmigrantes turcos. En Francia, la segunda generación no va especialmente bien", sostiene.

"Hay diferencias importantes entre el modelo británico y el continental, al menos con el alemán, que es el que mejor conozco", añade Dustmann, que es de nacionalidad austriaca. "Quizás sea especulativo, pero una de las diferencias a mi juicio más importantes es la cuestión de la ciudadanía. Si has nacido en el Reino Unido eres ciudadano del Reino Unido. Un turco nacido en Alemania sigue siendo turco. Cuando creces como turco en Alemania tienes un problema de identidad: no sabes si perteneces a esa sociedad o perteneces a la sociedad de tus padres. Ese problema no existe en el Reino Unido: todos se sienten británicos porque han crecido desarrollando una identidad británica. Esa es una cuestión clave para la integración de los inmigrantes".

En Francia, las cosas no van mucho mejor que en Alemania. "La identidad francesa es muy compleja, mucho más que la británica o la de Estados Unidos. A menudo nos reímos del patriotismo simplista de los americanos, pero si has nacido en América eres americano. Si has nacido en Francia tienes que conocer la cultura, la historia, la lengua, desarrollar una identidad francesa. Ser francés es un asunto más complejo que ser americano. A la hora de integrar a la segunda generación, esa es una diferencia crucial con lo que ocurre en el Nuevo Mundo, incluyendo Australia y Canadá", agrega.

Tony Blair, en una secuencia de sus gestos durante la conferencia de prensa que ofreció ayer en Londres.
Tony Blair, en una secuencia de sus gestos durante la conferencia de prensa que ofreció ayer en Londres.REUTERS
Tony Blair, en una secuencia de sus gestos durante la conferencia de prensa que ofreció ayer en Londres.
Tony Blair, en una secuencia de sus gestos durante la conferencia de prensa que ofreció ayer en Londres.REUTERS

Campaña por el voto negro

Ashok Viswanathan dirige la campaña Operación Voto Negro con el objetivo de incrementar el porcentaje de miembros de la comunidad negra británica que acuden a votar a las elecciones generales. Viswanathan cree que "los partidos no están exponiendo los hechos de la inmigración con claridad, no están dando razones para defender la inmigración, no están explicando cómo la inmigración está beneficiando y enriqueciendo este país".

"Lo que estamos viendo", añade, " es desinformación; por ejemplo, no estamos distinguiendo entre asilo e inmigración, como si fueran lo mismo". "El asilo es una cuestión polémica", admite, "pero lo es sobre todo debido a la mala gestión por parte del Ministerio del Interior a la hora de procesar las peticiones de asilo. La culpa es enteramente del Gobierno".

Viswanathan no quiere distinguir entre negros y otras minorías porque "en la cuestión de la inmigración tiene que haber un esfuerzo conjunto, una solidaridad, vengan de donde vengan, lo mismo si vienen de tierra somalí que si vienen de Croacia o de Australia". Pero recuerda que para los negros británicos, que suponen el 8% del censo, "sigue habiendo grandes desigualdades, mucha discriminación". "Por eso defendemos que la gente participe en el proceso democrático porque nunca podremos afrontar ninguna desigualdad si no afrontamos las diferencias y la desproporción que hay en muchas áreas de nuestra vida pública. Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que estamos dentro, defendiendo nuestro caso. De eso se trata la democracia. Si no participamos, perdemos". En las últimas elecciones generales la participación entre la población negra fue del 45%, frente al 59% entre la población blanca. "Es una diferencia muy grande si se tiene en cuenta que son comunidades concentradas en una docena de ciudades y el propio sistema electoral británico. Puede ser una diferencia irrelevante en un sistema electoral proporcional, pero bajo el sistema británico un 14% de diferencia en la participación tiene un impacto enorme en el resultado en determinadas circunscripciones".

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