"La medicina me enseñó a escuchar"
Su padre fue sacado de la Alemania nazi cuando contaba cuatro años y pudo exiliarse en Uruguay. En este país nació Jorge Drexler en 1964 y fue educado en la tradición judía y en el respeto a la libertad de todos los pueblos. En Montevideo estudió piano, se hizo médico otorrino y ejerció está profesión hasta que en 1995 llegó a Madrid, animado por su gran amigo Joaquín Sabina. Atrás quedaba la medicina, una profesión que apenas había empezado a ejercer, pero que le enseñó a tomar decisiones y a saber "escuchar". En apenas un par de semanas "ya me sentía parte de la ciudad". Aquí se ha casado con una española, tiene un hijo y vive en El Escorial.
El cantante, con 139 títulos registrados en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), acaba de ganar el primer oscar de la historia con una canción en español por Al otro lado del río, una composición de la película Diarios de motocicleta. La codiciada estatuilla llegó en medio de la polémica. A Drexler no le dejaban interpretar su canción en la gala de los premios del cine norteamericano porque era un latino desconocido. Para intepretar su canción en la ceremonia de entrega de los premios sonaron los nombres de Mark Anthony y Enrique Iglesias, pero fue Antonio Banderas el que finalmente cantó el tema, acompañado de Carlos Santana a la guitarra eléctrica.
"Contaba con una audiencia millonaria, unos pocos segundos y un espacio de expresión. ¿Por qué no llenarlo con música?"
"He tocado en salas con 25 personas y en actos multitudinarios, así que ahora, como dicen en mi país, no se me va a llenar el culo de papelitos"
Los críticos apoyaron con su voto el trabajo de Drexler -una canción compuesta en un día, nada más leer el guión, y grabada en formato MP3- y cuando subió al escenario a recoger el premio, el artista aprovechó los 28 segundos de agradecimiento para ganarse también al público cantando a pelo el estribillo de la canción. Ahora ya sabe lo que vale un oscar: en cinco días ha vendido 10.000 discos en España, ya se negocia su presencia en una gira por Estados Unidos y dos presidentes -Tavaré Vázquez, de Uruguay, y Rodríguez Zapatero- se han referido a él en estos días.
Pregunta. Hay tres minutos de su vida sobre los que se están derramando ríos de tinta esta semana.
Respuesta. Ni siquiera tres. Todo duró menos de un minuto. Desde que dicen mi nombre, me levanto, subo al escenario, le hago una reverencia a Prince, me agacho, empiezo a cantar y salgo de escena, pasa menos de un minuto, pero fue, sin duda, el más largo de mi vida. Tenía tantas ganas de cantar. Me preocupaba que me pusieran música y no se me oyera. Ir a la ceremonia no era una obligación, sino que era un derecho; una cosa es el premio y otra la estética.
P. ¿Es verdad que los organizadores del espectáculo pensaron en Enrique Iglesias para que cantara Al otro lado del río?
R. Creo, porque lo vi por Internet, que primero sonó el nombre de Marc Anthony con Jennifer López; luego surgió el de Enrique Iglesias y la verdad es que se portó muy bien. El equipo de la película estaba en desacuerdo con esa elección, por lo que habló con Enrique y le explicó que no se trataba de un juicio de valor sobre su trabajo, sino de un encuentro de afinidades estéticas, y él renunció a interpretarla. Después se habló de Banderas, y, haciendo gala de ese carácter cordial que tiene, nos llamó desde Aspen (Colorado), donde estaba esquiando, para contarnos que no tenía mayor interés en interpretar la canción y que si no queríamos que cantara se quedaba allí tan ricamente, pero creo que fue precisamente ahí mismo donde nos dimos cuenta que con él contábamos con un aliado.
P. Algunas personas en Hollywood no saben que usted llenaba estadios en Uruguay y Argentina antes de ganar el oscar.
R. Es cierto que tengo siete discos a mis espaldas (cinco en España) y que llevo mucho tiempo trabajando en esto. He tocado lo mismo en salas con 25 personas que en conciertos multitudinarios, así que ahora, como dicen en mi país, no se me va a llenar el culo de papelitos. He vivido lo suficiente como para caer en la tentación de confundirme acerca de la dimensión de las cosas. Lo que me gusta es escribir canciones y cantarlas, lo tengo muy claro, y si lo que me pasa en el futuro va en esa dirección, genial; pero no quiero vivir en una burbuja. Como compositor, siempre he buscado aumentar el grado de libertad, lo considero esencial.
P. O sea, que el premio le dará impulso para seguir coqueteando con el pop, el rock y la música electrónica
R. Siempre me ha gustado sentarme con la esperanza de buscar todas las posibilidades en todos lo sentidos. Por eso no recurrí a un discurso tipo cuando recogí el premio. Contaba con una audiencia millonaria, unos pocos segundos y un espacio de expresión, ¿por qué no llenarlo con música?
P. ¿Se considera heredero de esa generación de cantautores que aquí encabezan Joaquín Sabina o Serrat?
R. ¿Heredero de otros? ¡Ojalá!. por lo que he robado de Serrat, Sabina, Morente o Kiko Veneno, pero no me gustan ni las etiquetas ni los rótulos. Tenemos tendencia a quejarnos de que desde fuera se imponen determinadas actitudes y no hacemos el ejercicio de mirar lo que pasa en el interior. Para definirnos utilizamos rótulos como rap, indie o electrónica, y ése es una especie de búmeran que vuelve contra uno. Siempre he tratado de huir de ese fenómeno.
P. ¿Cree que en España se fomenta la creación de guetos musicales?
R. Todo funciona por compartimentos estancos. Los raperos no quieren saber nada de los rockeros, los flamencos no quieren oír hablar de los indies, pero a mí me pasa lo contrario: cuanto más diferente es algo más me interesa. Me gusta formar equipos abiertos. Acabo de grabar una canción en el disco de Quique González. La música es un placer, no una categoría.
P. Tras lo visto en Los Ángeles, además de inquieto parece dispuesto a asumir retos.
P. Estoy en este trabajo porque me divierto y me enseña cosas; si sólo fuera para ganarme la vida me habría quedado de médico en Uruguay. Soy como un niño que juega con un juguete nuevo, me da igual que sea un programa de software o un diccionario de métrica. Me gusta meterme dentro de las cosas. En el eslabón de la comunicación nuestro principal enemigo es el automatismo. ¿Qué es una canción? Tres minutos de atención que te dedica una persona que a mí me gusta aprovecharlos para contar muchas cosas diferentes.
P. ¿Haber ejercido como médico le ha ayudado en su carrera como músico?
R. Un médico bueno es el que procede sin piloto automático. Si tienes miedo no puedes ejercer una profesión como ésa. Cada 15 minutos, una persona pasa por la consulta y hay que tomar una resolución respecto a ella. Un buen médico debe saber escuchar, como un cantante. La medicina y la música son profesiones de escuchar.
P. Desde 1995, año en que se instaló en España, ha registrado en la SGAE 139 títulos propios y algunos adaptados. ¿Lo que le ha ocurrido en esta semana le ha inspirado algo nuevo?
R. Tengo novedades, pero componer es un proceso muy renovador, es una habitación a la que entro cuando me tengo que quedar. Remueve mucho y genera mucha inseguridad componer, pero la verdad es que tengo ganas de bajar la cortina y ponerme a trabajar. Pero creo que no lo voy a tener muy fácil en un un poco tiempo.
Babelia
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