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El estudio permitirá un diagnóstico fiable

Javier Sampedro

Además de sugerir posibles tratamientos contra la retinopatía periférica aguda zonal oculta (AZOOR), la identificación del agente causal tendrá el efecto inmediato de permitir un diagnóstico fiable. Los oftalmólogos tienen ahora muchas dificultades para identificar esta dolencia, como demuestra el caso del propio Luis Carrasco.

"Cuando empezaron los síntomas consulté a los 30 mejores oftalmólogos españoles y a más de 60 médicos de otras especialidades, y ninguno identificó la enfermedad correctamente", recuerda el investigador. "La Cándida famata no produce inflamación. Yo suelo decir que es una infección transparente. O la buscas aposta o te pasa desapercibida".

Algunos médicos le dijeron que era una dolencia genética, otros que se trataba de una enfermedad autoinmune, es decir, causada por las defensas desorientadas del propio paciente. Su caso se llegó a discutir en seminarios de varias universidades estadounidenses, sin resultado. Sólo el especialista británico Alan Bird, del Instituto de Oftalmología de Londres, dio con el diagnóstico: AZOOR. Pero incluso este científico se vio obligado a añadir: "Por desgracia, se ignora la causa de esta retinopatía, y no existe ningún tratamiento".

Ahora que este hongo está identificado, se le podrá buscar aposta con facilidad. Será posible observarlo en los fluidos del ojo, y cualquier laboratorio clínico podrá buscar en la sangre los anticuerpos específicos que el paciente ha producido contra el agente infeccioso. Ello permitirá iniciar el tratamiento en las fases iniciales, cuando tal vez la mayoría de las células de la retina sean recuperables.

Cómo se adquiere

Carrasco no ha podido aclarar cómo se adquiere esta infección, aunque tiene algunas sospechas no confirmadas. "La Cándida famata es uno de los microorganismos habituales en nuestro intestino", explica. "La ingerimos con los productos lácteos y los pescados, y normalmente es inofensiva. El problema, probablemente, viene cuando se escapa de control y pasa a la sangre, y de ahí al sistema nervioso, hasta el nervio óptico y la retina".

¿Y cuándo ocurre eso?

"No puedo demostrarlo, pero he llegado a sospechar que, en mi caso, el crecimiento excesivo del hongo pudo deberse a un suplemento vitamínico. Las vitaminas del grupo B le estimulan, y yo había estado tomándolas. Pero hay que tener en cuenta que la susceptibilidad a las infecciones por hongos tiene un componente hereditario. Otro factor son los corticoides, que se usan como inmunosupresores. A mí me los recetaron y noté un claro empeoramiento".

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