Un estudio recorre la arquitectura de Álvaro Líbano
Álvaro Líbano (Bilbao, 1921) ya recibió en enero de 2002 el homenaje del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) por sus 50 años de profesión, pero la obra de este imprescindible en la configuración urbana de Bilbao, Vitoria, Eibar o Mondragón merecía un reconocimiento más sólido. Ahora, el Colegio de Arquitectos de Vizcaya ha reconocido su obra con la publicación de una monografía dirigida por la arquitecta Dolores Palacios, heredera en cierto modo de Líbano en la transformación de la capital vizcaína con el Palacio Euskalduna que proyectó junto a Federico Palacios.
La monografía recoge textos de Patxi Enziondo, presidente del COAVN vizcaíno; Félix Iñiguez de Onzoño, compañero de generación, y Elías Más Serra, buen conocedor de la obra de Líbano como responsable del gabinete de arquitectura del Ayuntamiento bilbaíno. El estudio y análisis de sus proyectos corre por cuenta de Dolores Palacios, quien resume en una frase su arquitectura: "Es sensible a las ideas del Movimiento Moderno, aunque aprecia la tradición".
Líbano interviene durante 50 años, la segunda mitad del siglo XX. Un repaso a la historia del país en esos decenios basta para comprender el contexto en que se movió el arquitecto, sin entrar en sus preferencias estéticas. Así, obras como la fábrica de Coca-Cola en Galdakao (1960) o los comedores de Babcock Wilcox (1963), sorprenden por sus aportaciones innovadoras para la época, en las que se aúna elegancia y atrevimiento técnico.
Palacios rastrea la huella de Mies Van der Rohe o Frank Lloyd Wright (por citar los más conocidos) en las obras seleccionadas, tras una exhaustiva investigación de los más de mil proyectos realizados por Líbano.
En una carrera tan dilatada como la del arquitecto bilbaíno se aprecian otras virtudes y evoluciones en sus intereses constructivos. Entre las primeras que se mantienen durante los años está la atención rigurosa a las innovaciones técnicas, siempre desde la obsesión por la seguridad. Así, trabajó con prefabricados de hormigón Shockbetton, que traía directamente de Holanda, mucho más caros que otros, pero de calidad notablemente superior.
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